En la más ardiente intimidad
El dramaturgo Santi Senso representa su 'Orgíame' en habitaciones de hotel
La cita es en la habitación 103 del hotel madrileño Antigua Posada del Pez. Un total de 15 desconocidos vamos a participar en Orgíame, función de teatro íntimo cuyo protagonista, inspirado en el de Orgía, tragedia de Pier Paolo Pasolini, anda oculto bajo las sábanas. Santi Senso, su intérprete, tiene un fajo de sorpresas reservado: seremos huéspedes suyos, no meros espectadores, y acabaremos implicados en su juego como quien no quiere la cosa. Nadie se resistirá.
"La obra viene a ser un duelo entre el poder y el miedo", dice el autor
En Orgíame no hay barreras entre público y actores, ni estos últimos se conocen entre sí. Santi ignora quién será su pareja: no sabe siquiera si es hombre o mujer, porque su equipo lo escoge para una sola función entre candidatos que concursan bajo seudónimo, por correo electrónico.
Y el elegido no conoce más que su propio texto: ignora las réplicas que Santi le dará. Cada uno ensaya por su lado y no vuelven a actuar juntos: lo que sucede cada noche es irrepetible. El desconcierto se puede leer en los ojos de Arlette Torres (actriz venezolana que anda desnuda entre nosotros con naturalidad desarmante), cuando se ve envuelta en una situación erótica extremadamente comprometida.
Es raro encontrar espectáculos con momentos de verdad de la buena tan próximos e intensos, donde lo sucedido aquí y ahora se imponga a la ficción tan claramente. "En Orgíame podemos hablar desde lo más profundo de nosotros y contar cosas que ni siquiera a un amigo le contaríamos", dice Jesús González, uno de sus ocasionales intérpretes kamikaze.
"Esto es jugar a vivir: justo lo que el teatro debería de ser siempre", resume Eliana Sánchez, actriz próxima a Simbolia, compañía en torno a la cual Santi Senso teje proyectos como el Festival de Teatro Íntimo en casas particulares, que el año pasado celebró en Madrid dos ediciones, en primavera y otoño.
Orgíame está abierto a cuanto suceda: la empatía de su creador, su capacidad de anticipación y su maleabilidad parecen a prueba de imprevistos. En una función reciente no se presentó el otro intérprete. Cualquiera la hubiera suspendido, pero Senso se desdobló en los diálogos, zambulló al público en la acción y vio, estupefacto, cómo un espectador, sin haberlo pactado, acabó prestándose tácitamente a improvisar el papel de su compañero de juegos sexuales.
"La incertidumbre es el mejor aliado de la verdad, y en Simbolia somos transparentes: compartimos secretos e intimidades", explica Senso. "Orgíame viene a ser un duelo entre el poder y el miedo, durante un acto de conocimiento en el que, según dicen, oficio de chamán o de maestro de ceremonias. Eso me gusta: que no me vean como actor".
"Santi es un té de ayahuasca", apostilla Rocío Burgos, otra de sus compañeras en esta extraña aventura artística y vital, cuya próxima escala es el Bombo Festival (Primer Festival Internacional de Teatro de Investigación, Valencia, del 1 al 3 de julio). Orgíame se representará después en Córdoba, Barcelona, Ibiza, Cáceres, Badajoz y Madrid.
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