El cine a veces es un poco cansino"
Luis Tosar (Xustás, Lugo, 1973) carece en la vida real de la dureza y el carácter de los personajes que interpreta. Tranquilo y bonachón, el actor vuelve a encarnar a un canalla, Mackie Navaja, en La ópera de los tres reales.
Pregunta. Desde los Goya, parece que le ha cogido gusto al baile y al cante.
Respuesta. Lo del gusto al cante me venía de mucho más atrás. Aquello fue una pequeña muestra para un público más amplio, pero, sobre todo en Galicia, es una faceta mía mucho más conocida.
P. ¿Da la talla o se hace lo que se puede?
R. La ópera de los tres reales de ópera tiene el título, pero poco más. Hay canciones que sí están más cercanas a la lírica para las actrices. Tenemos la suerte de que en este montaje hay cuatro que técnicamente son increíbles, pero Kurt Weill les puso unas canciones especialmente dificultosas. Weill las escribió para su pareja, que no tenía demasiadas cualidades vocales pero era una grandísima actriz y le añadía un toque cabaretero y canalla a todo lo que hacía. En ese sentido yo estoy más relacionado con ella que con mis compañeras de reparto.
P. ¿Cómo se siente en esta faceta de actor-cantante-bailarín?
R. Son tres cosas que siempre me han gustado. Bailar es una cosa que he hecho siempre de forma gamberril: de pequeño bailaba breakdance. Creo que está todo en aras al show, a que sea un espectáculo un poco incorrecto.
P. ¿Qué tiene en común Luis Tosar con Mackie?
R. Espero que muy poco, porque la verdad es que es un tipo despreciable. Lo que pasa es que la perversión de Brecht es colocarlo como el héroe de la historia. Lo maravilloso de la ficción es que está en un escenario y puedes tener simpatía por él, pero, si existiera, no querrías tenerlo cerca.
P. ¿Qué le da más satisfacciones, el cine o el teatro?
R. Tengo una relación sentimental con el mundo del cine, pero es cierto que, como actor, el cine a veces es un poco cansino. Es un lugar en el que da la impresión de que no haces nada en algunas ocasiones, o da la sensación de que tu trabajo al final depende de otros. Eso de no sentirte demasiado responsable de lo que estás haciendo hace que el cine, a veces, te pueda hartar un poco. Pero el teatro es un lugar seguro: ahí no hay trampa ni cartón.
P. ¿Apostar por Brecht y Weill no es ir a lo seguro?
R. Tiene todo lo seguro que aporta el texto, pero eso no te garantiza que vaya a salir bien. Es un texto que tiene una actualidad candente, pero Brecht utiliza un lenguaje y una estructura difíciles. Es una sociedad difícil para hablar de la ética y de la moral sin que se te ponga el espectador en contra. El público de 1928 sí que estaba mucho más por la labor.
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