lunes, 7 de mayo de 2012

El debate mexicano.

Debate entre presidenciables
Vìctor Flores Olea
(E
scrito previo al debate de los candidatos a la elección presidencial.) No para adivinar resultados ni para dramatizar porque todo indica que no hay materia dramática, sino para subrayar que en estos tiempos mexicanos también el debate se desarrollará dentro del orden establecido y previsto.
En realidad, todo indica que este IFE (siguiendo la parálisis y sequía de los anteriores) se ha ocupado ya de que este primer debate sea lo más plano e irrelevante posible. La división rigurosa del tiempo de las intervenciones, sin posibilidad alguna de discusión directa, anuncian una tarde o una noche de bostezo. ¿Resulta curioso? El hecho es que ni siquiera en los debates previos a la elección el IFE estimula propiamente el debate, la discusión, el contraste explícito de las opiniones de los candidatos. Una prolongación de-sangelada de las exposiciones de campaña, en el mejor de los casos (una repetición de espots ya escuchados muchas veces), pero no la posibilidad de la confrontación directa, no para la ciudadanía la posibilidad de pulsar las opiniones contrastadas de los presidenciables sobre multitud de temas.
Naturalmente, se ha dicho con razón que este formato se estableció para favorecer a Enrique Peña Nieto, ya que el candidato del PRI tiende a privilegiar las exposiciones breves y memorizadas (que facilita en telepronter o las comunicaciones al oído, como en las telenovelas), sin interrupciones o interferencias que puedan descarrilar su recitativo, es decir, las frases escolares ya aprendidas que no pueden tener variante alguna o desvío. Nos espera, pues, otra noche –al menos por parte de Peña Nieto– de cápsulas memorizadas y planas, en el mejor estilo tradicional y superficial de la política mexicana, sin el veneno y picardía que han tenido también muchos políticos inteligentes en México. Por parte del candidato del PRI parece imposible esperar cualquier forma de intercambios agresivos o penetrantes.
Lo que ocurre con Enrique Peña Nieto es que llega a este primer debate de candidatos presidenciales con el mortal antecedente de su aparición en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en que materialmente le fue imposible articular los nombres de dos o tres libros que hubiese leído recientemente, pregunta obvia como la que más, tratándose de una Feria del Libro en que las materias de discusión o de interés son de índole bibliográfico. No repetiré las críticas que se le han hecho por este motivo, aunque sí diré que lo calificaron o definieron permanentemente: la rigidez y la dureza, la severidad del personaje sin un espacio mínimo ya no digamos para el conocimiento, sino para la imaginación, y sin una mínima dosis de ironía por ejemplo a costa de los colegas que se ensañaban con él.
En el fondo de las cosas, algo que hubiéramos deseado de la confrontación del 6 de mayo es que los presidenciables, además de sus exposiciones de compromisos, ciertos o no, consistentes o no, nos dejaran ver su capacidad en dos cuestiones: una, profundizar en las causas de los problemas mexicanos; otra, que se movieran con cierta agilidad y conocimiento de la situación del mundo en sus distintos aspectos político-regionales, o económicos, resaltando las causas de las confrontaciones políticas más vivas de la humanidad y de las crisis financieras por las que atraviesan hoy países y regiones.
Nada más atractivo de un candidato, y necesario para su ciudadanía, que ilustrarlos, aun cuando sea brevemente, sobre los procesos mundiales y sus confrontaciones. No hablo de amplias lecciones especializadas, pero sí al menos de un tratamiento general de las principales cuestiones, como aspectos que un día llegaran, y muy pronto, a un Presidente mexicano. Pero esto es precisamente lo que parecen desdeñar la mayoría de los candidatos y sus representantes, y por las principales autoridades electorales (IFE y TEPJF). ¡Nada de cadena nacional ni de confrontación de las ideas, lo que es igual a cerrar realmente los caminos de la democracia y preferir la mediocridad!
Por supuesto, en estos prolegómenos quienes han quedado en el último de los peldaños de esta mínima discusión, inclusive por debajo de los políticos desprestigiados, son los dueños de las televisoras que han mostrado otra vez su voracidad insaciable e ignorancia. Televisa, aparentemente el canal más generoso y ortodoxo porque aceptó la transmisión, la redujo a Canal 5 y no por el 2, que es el que le brinda la carretonada de ingresos. Por supuesto, el peor bailado en la opinión pública, con todo merecimiento, ha sido Tv Azteca, que se negó a transmitir el intercambio entre los presidenciables por las infalibles razones de rating y porque a los mexicanos les interesa más el futbol que la política.
El IFE publicó en la prensa del sábado los temas, subtemas y preguntas que serían la sustancia de las exposiciones y eventuales discusiones del encuentro. Parece interesante pero justamente está diseñado para reforzar el esquema rígido del encuentro, ya que no parece propicio para que los candidatos se muevan con libertad de un tema a otro, de un razonamiento a otro, encadenando eventualmente los argumentos y las explicaciones. El IFE resultó muy cuidadoso al formular su temario no para propiciar libertades e imaginación, sino para reforzar la temida rigidez.
Ojalá me equivoque, pero todo indica que prevalecerán las rigideces escolares que parecen inevitables y a las que han contribuido instituciones y candidatos, con la excepción de Andrés Manuel López Obrador. Por supuesto, dentro un formato abierto y flexible sería el ganador indiscutible. Pero lo será también con este formato lleno de limitaciones y rigideces. En definitiva, quedará demostrado que López Obrador es el candidato con más conocimientos y personalidad, lo cual se muestra también por su incontenible ascenso en las preferencias electorales.

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