martes, 14 de junio de 2011

Sarah Ferguson se confiesa.

La duquesa de York busca a Sarah Ferguson
La exesposa del príncipe Andrés se confiesa en el canal de Oprah Winfrey


Solo Oprah Winfrey es capaz de lograr que la duquesa de York, Sarah Ferguson, de 51 años, se tienda en el diván de Phil McGraw, uno de los doctores mediáticos de la telerrealidad norteamericana, para buscar la paz interior y confesar sus miedos y sufrimientos infantiles. Este domingo se estrenó en el nuevo canal The Oprah Winfrey Chanel (OWN) la serie Finding Sarah (en inglés, En busca de Sarah) en la que Ferguson lloró, culpó a la relación con su madre de sus problemas actuales y se declaró al borde de la bancarrota económica y en plena quiebra emocional.

La duquesa necesita un lavado de imagen. En mayo de 2010 el diario sensacionalista británico News of the World la sorprendió intentando vender el acceso directo a su exmarido, el príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel II, por 567.000 euros. Entonces Oprah acudió al rescate de una mujer que había sido más popular en EE UU que en Gran Bretaña. La entrevistó en su programa vespertino y le dio la oportunidad de culpar al alcohol. "Había estado bebiendo cuando el reportero encubierto vino a ofrecerme el dinero", dijo entonces.

En su nuevo programa de telerrealidad ha sustituido la alcoholemia por las tensiones freudianas: Ferguson explicó que siempre pensó que ella tenía la culpa de que su madre, Susan Barrantes (fallecida en 1998), se fugara con un apuesto jugador argentino de polo cuando ella tenía 12 años. "Supongo que esa es mi verdad personal. Creo que siempre pensé que fui la causa de que mi madre se fugara y me he sentido despreciable e incapaz de ser amada", ha dicho. "Por eso tengo esta tendencia autodestructiva".

Sus dos hijas, las princesas Eugenia y Beatriz, aparecieron también en el programa para defender a su madre. "Es la mejor madre, la más atenta, la más afectuosa, la más generosa. No es como la retratan en los medios", afirmó Eugenia. Ningún otro miembro de la familia real apareció en el programa. En un momento quedó reflejado el abismo que media entre ella y la que fue su familia política hasta su divorcio en 1996: Sarah pasó en coche por delante del palacio de Buckingham. Miró melancólica a través de la ventanilla mientras comía chucherías. "Mi antigua casa", suspiró. "He tenido una vida maravillosa y afortunada".

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