viernes, 1 de julio de 2011

Feliz orgullo, vivir enamorada.

Feliz orgullo

Por Cayetana Guillén.

Una amiga mía se ha enamorado. Piensa en ella a todas horas. Y le gustaría contarle al mundo entero que es feliz. Pero no puede. No puede porque su chica no quiere. Tiene miedo a romperse, a desordenarse, a huir, a sentirse más observada que nunca, a tener que dar mil explicaciones, a reconocerse, a escucharse, a sentir que el mundo se desbarata y que tiene que volver a construirlo.

No quiere mentir a quien tanto la ha querido, a quien la ha tenido en sus rodillas, a quien ha llorado cada tropiezo, cada arañazo, cada error. No puede imaginar la mirada de su madre. La de su padre. Sus soledades enredadas a una nueva verdad con la que no contaban. Con la que nunca hubieran deseado mezclarse. Visualizar el momento en que su hermano pequeño frunza el ceño o las caras de sus compañeros de oficina. Sólo de algunos. De otros no.

Afrontar un cambio de rumbo personal a veces arrastra a un entorno entero que filtra su realidad a través de la tuya. Tú cambias. Rompes con lo que te define, te buscas, te descubres, pero la vida alrededor te cuestiona porque no entra dentro de sus planes. SUS planes. Y ahí estás tú, dibujada como siempre te has mostrado, previsible, entera, fuerte, sonriente y, sobre todo, heterosexual.

Pero, ¿qué pasará ahora con todos ellos cuando te imaginen besándola, compartiendo una vida cotidiana tan cotidiana como la suya, tan aburrida, tan compleja, tan simple, tan pequeña, tan grande como la suya? ¿Por qué les duele? ¿Porque no eres la misma? ¿Porque no eres feliz? ¿Por qué sí lo eres?.

Quizá madurar signifique asumir que lo que hay es lo que ves y que lo que no ves también forma parte de nosotros. En ser consciente de que todo, siempre, puede ser peor y que depende mucho de qué actitud decidas tomar ante las cosas. Relativizarlo casi todo y sonreír casi siempre. Y lo más importante, no juzgar. Porque cada uno hace lo que puede con lo que tiene y mientras no moleste a los demás, camina despacito hacia donde le van dejando.

Mi amiga quiere gritar su nombre. Quiere contarnos a todos que vuelve a tener ganas de correr, de reír, de levantarse. Pero no se atreve. Y no compartir a quien amas con quienes te aman te deja un agujero de tristeza. Yo le cuento al oído que el misterio tiene su gracia, pero me mira con paciencia y me recuerda que yo puedo besar a mi chico en los morros donde me da la gana. Y ella a su chica no. Feliz Orgullo. Os quiero.

@cayetanagc

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