Cameron elige la ruta del calvario
Varias torpezas convierten al primer ministro en el hazmerreír de Reino Unido
Es difícil imaginar una cadena de torpezas políticas como las que protagonizan desde hace 10 días el primer ministro británico, David Cameron, y su Gobierno de conservadores y liberales-demócratas. Una macedonia de decisiones ideológicas (reducir el IRPF a los más ricos), torpezas recaudatorias (implantar el IVA a una de las comidas más populares: las empanadas), sospechosos movimientos en la oscuridad (el escándalo del acceso al primer ministro a cambio de donaciones) y una de las estrategias preventivas más caóticas jamás adoptadas (provocar el pánico al intentar evitar el pánico por una huelga de distribuidores de gasolina que ni siquiera existe) han convertido a Cameron en el hazmerreír del país.
Pero muchos analistas ven algo más que torpeza en los chascos de estos días y vislumbran un patrón común: el elitismo de un Gabinete dominado por gente que no vive en el mundo real, que no conecta con los problemas cotidianos del ciudadano medio porque no sabe cómo vive.
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Cameron identifica a los donantes con los que cenó en Downing Street Un escándalo de corrupción afecta a los 'tories' en Reino Unido El temor a una huelga dispara la venta de gasolina en Reino Unido Londres baja impuestos a los ricos mientras penaliza a los pensionistas David Cameron no está solo en este calvario: camina codo con codo junto a su pareja política, el ministro del Tesoro y canciller del Exchequer, George Osborne. Personaje antipático por sus formas altaneras, Osborne pasa por ser un estratega político finísimo y largo-placista. Es posible que con el tiempo acabe consagrando esa imagen, pero por primera vez desde que Cameron y Osborne empezaron su andadura, hay quien piensa que el primer ministro puede acabar echando a los leones a su canciller del Exchequer.
Todo empezó el miércoles 21 de marzo, cuando Osborne anunció una reducción del tipo máximo del IRPF del 50% al 45%. Aunque esa rebaja en teoría se compensa con otras alzas para contribuyentes adinerados, enseguida caló la imagen de que los tories estaban mostrando su verdadera cara: son los amigos de los ricos.
El Gobierno reduce el IRPF a los ricos y aumenta el IVA a una comida popular, las pasties
Pocos días después, el domingo 25, The Sunday Times reveló varias filmaciones encubiertas en las que un tesorero de los conservadores, Peter Cruddas, prometía a unos periodistas que se hacían pasar por inversores de Liechtenstein que podrían acceder a cenas íntimas con Cameron en su apartamento de Downing Street e influir en la estrategia del Gobierno a cambio de donaciones al partido.
Cameron se negó a dar a conocer qué donantes han cenado en su casa con el argumento de que eran encuentros privados. Pero decidió dar marcha atrás y publicar la lista, quizás cediendo a la presión pero más probablemente cuando sus asesores se dieron cuenta de que en realidad han sido un puñado de millonarios cuya cercanía al partido y sus generosas donaciones son conocidas de sobra. Un arma de doble filo: es difícil pensar que esa gente estuviera comprando el acceso al primer ministro, pero quedaba clara la cercanía del primer ministro y su Gobierno a la casta de privilegiados del país. Y eso, apenas unos días después de ser acusados de proteger a los ricos a costa de los pensionistas, no hacía más que reforzar el cliché de que, con todo su centrismo, este es un Gobierno al servicio de las élites.
Muchos analistas critican el elitismo de un Gobierno ajeno a la realidad
Una polémica paralela, de tono más anecdótico pero tanto o más dañina a nivel popular, vino a confirmar esa imagen. Osborne introdujo en los presupuestos una medida anodina que enseguida llamó la atención de los tabloides: las populares empanadas, conocidas como pasties, tendrán que pagar el IVA cuando se sirvan calientes, aunque seguirán exentas de IVA cuando se vendan en frío, como parte de la cesta de la compra. “¿Y qué pasa si la empanada se enfría antes de comérsela? ¿Tengo derecho a que me devuelvan el IVA?”, se cachondeó un diputado en una comparecencia de Osborne en la comisión de Presupuestos.
El problema para Osborne es que en esa misma comparecencia no pudo decir cuándo fue la última vez que entró en un Greggs, que es a las empanadas lo que McDonald's a las hamburguesas. Cameron aún lo hizo peor: presumió de lo mucho que había disfrutado cuando en un viaje a la ciudad de Leeds se comió en la estación una empanada de una conocida marca. El problema es que esa cadena no tiene tienda en la estación de Leeds desde 2007. “Debió ser otra marca o quizás no fue en Leeds”, tuvo que matizar Downing Street.
Las cenas de donantes ‘tories’ en casa de Cameron le dan imagen elitista
El lunes 26 no solo fue el día en que Cameron reveló qué donantes habían cenado en su apartamento en Downing Street. Ese día, los conductores de camiones cisterna aprobaron en referéndum otorgar a su sindicato, Unite, un mandato para que convoque una huelga cuando lo estime necesario. La posibilidad de quedarse sin gasolina se convirtió en tema de primera página. Y el Gobierno vio ahí una oportunidad de enterrar la polémica sobre las donaciones, los impuestos y las empanadas. Y Downing Street empezó a dirigir la atención de los medios hacia el conflicto de la gasolina, que en 2000 había provocado un caos que estuvo a punto de llevarse por delante al mismísimo Tony Blair, entonces muy popular.
Hay quien cree que el Gobierno buscaba un segundo objetivo: centrar la atención en el hecho de que el sindicato Unite es uno de los principales donantes del Partido Laborista. Downing Street intentaba así cobrarse dos pájaros de un tiro: enterrar las polémicas sobre el Gobierno y convertir la huelga de camiones cisterna en un problema de los laboristas. Más aún: en un problema relacionado con la financiación de los laboristas.
El Ejecutivo creó el caos por una huelga de transportistas aún no convocada
Pero a los conservadores les ha salido el tiro por la culata. El primer ministro aconsejó a los británicos que llenaran el depósito a la primera oportunidad. Y Francis Maude, responsable del Cabinet Office —una especie de Ministerio de la Presidencia—, no solo insistió en esa idea sino que recomendó a los británicos que “almacenen un poquito de gasolina en el garaje”.
Más allá de que pensar que todos los británicos viven en casitas con jardín y garaje confirma hasta qué punto el Gobierno vive desconectado de la gente corriente, ese doble consejo ha puesto los pelos de punta a los bomberos —ha habido ya un incidente, en el que una mujer ha sufrido quemaduras en el 40% del cuerpo al incendiarse la gasolina que manipulaba en la cocina— y ha desatado una ola de pánico entre los conductores, que se han lanzado a la carrera a llenar el depósito. Resultado: colas kilométricas y gasolineras sin existencias por una huelga que ni siquiera se sabe si llegará a ser convocada. Es decir, un fantástico caos organizado por el propio Gobierno.
sábado, 31 de marzo de 2012
El nexo Castro e Iglesia.
La complicidad entre castrismo e Iglesia
En Cuba, el proyecto de nación del catolicismo se presenta como extensión o complemento del proyecto oficial. Es un camino que no contribuye a la democratización ni a garantizar el pluralismo ideológico de la isla
En la resaca de las tantas visiones promisorias sobre la visita del Papa a Cuba que circulaban desde fines del año pasado, hoy advertimos que los mayores beneficios del paso de Ratzinger por la isla tal vez no haya que buscarlos en Santiago o La Habana sino en Washington y Bruselas. La presencia en Cuba del líder de una iglesia que congrega a más de mil millones de fieles en el mundo tal vez ayude a consolidar el criterio de que la democratización cubana no se abrirá paso por medio de políticas basadas en el aislamiento diplomático de ese país o en sanciones comerciales contra su gobierno.
Al igual que en la visita de Juan Pablo II en 1998, la ciudadanía de la isla pudo escuchar a un jefe de Estado que habla de paz y libertad, de sociedad abierta y verdad cristiana. Todos, conceptos ajenos al discurso excluyente y confrontacional que ha caracterizado al gobierno cubano en más de medio siglo de poder. La forma manipuladora con que los medios oficiales enfocaron la visita y los mensajes del Papa y el modo abiertamente represivo con que las autoridades manejaron la seguridad nacional, antes y durante la estancia de Benedicto XVI en Cuba, fue una perfecta negación de esos mismos conceptos, serenamente formulados en las homilías del Papa.
De cara a la nueva sociedad que se viene construyendo en la isla, en las dos últimas décadas, la visita papal abre interrogaciones que no pueden silenciarse ¿Qué tipo de ciudadanía acabará constituyéndose en ese país caribeño, si se normaliza la hegemonía doble del Partido Comunista sobre la sociedad política y de la Iglesia Católica sobre la sociedad civil? ¿Qué sujetos políticos moldeará un sistema en el que la institución alternativa al Estado socialista, que cuenta con mayores derechos civiles para la trasmisión de sus valores a la sociedad, es la Iglesia Católica?
Hoy se puede hablar de una fe sostenida por dos instituciones autoritarias que saben entenderse
Existe la equivocada percepción de que Cuba ha sido y es una nación católica, como España o México, Irlanda o Polonia. El proyecto católico de nación nunca predominó en Cuba por muchas razones que podrían resumirse con la idea del antropólogo cubano, Fernando Ortiz, de que allí la nacionalidad se formó tardíamente, entre mediados del siglo XIX y principios del XX, por medio de un proceso de transculturación que incluyó, por supuesto, diversos cultos religiosos. La religión católica fue la más practicada por los cubanos hasta 1958, pero la Iglesia no era la institución hegemónica de la sociedad civil de la isla antes del triunfo de la Revolución.
Hoy los católicos no son mayoría demográfica en Cuba y, sin embargo, la Iglesia es tratada por el gobierno de Raúl Castro como si su feligresía acumulara las bases no representadas por el Partido Comunista. Este último ha concedido al clero católico derechos de asociación y expresión que, por ser negados a la ciudadanía, se convierten en privilegios, que le permiten crecer en condiciones excepcionales. Es cierto que los católicos cubanos han luchado por esos derechos en el último medio siglo, pero no menos que otras minorías de la sociedad, como las que conforman la oposición pacífica.
En su loable esfuerzo por abrir la esfera pública de la isla, la Iglesia y sus intelectuales insisten en que el crecimiento de esta institución se debe a que la misma no pertenece a la sociedad política sino a la sociedad civil y que, por tanto, su labor es estrictamente “pastoral”. Sin embargo, no dejan perder oportunidad alguna para presentar la manera en que la Iglesia se relaciona con el gobierno de Raúl Castro como el tipo de oposición leal que deberían practicar todas las asociaciones independientes para ser reconocidas. Nada más político que asumir un tipo de relación con un gobierno como paradigma de toda la sociabilidad de un país.
El Papa se vio obligado a declarar que “la ideología marxista ya no responde a la realidad”
Habría entonces que empezar por admitir que el crecimiento del catolicismo cubano en las dos últimas décadas no ha sido meramente “natural” o “espontáneo”, sino que ha respondido a la coyuntura histórica del colapso ideológico del marxismo-leninismo en los 90 y a los privilegios concedidos a la Iglesia a partir de esa década. Todavía en los años previos y posteriores a la visita de Juan Pablo II a la isla podía hablarse de la recuperación de una fe reprimida o amordazada. Hoy habría que hablar ya de una fe ideológicamente sostenida por dos instituciones autoritarias, que encuentran un punto de entendimiento en el discurso y la práctica del nacionalismo excluyente.
El sentido excluyente de ambos nacionalismos comienza con la representación de toda la comunidad cubana como comunista o católica. Un editorial de Granma de mediados de marzo hablaba de la “Nación cubana”, no de la Revolución o el Socialismo, y presentaba a esta al Papa Benedicto XVI, casi, como un pueblo católico. El embajador de la isla ante la Santa Sede fue más allá y declaró que la “Revolución Cubana y la Iglesia Católica hablaban el mismo idioma porque perseguían lo mismo”. La homologación de discursos entre ambas instituciones fue tan clara en los medios oficiales que el Papa se vio obligado a declarar, antes de su viaje a México, que la “ideología marxista ya no responde a la realidad”.
Si lo que el Papa quiso decir era que la ideología oficial cubana no responde a la realidad de la isla, tal vez debió referirse a la ideología “marxista-leninista” o “estalinista” o, incluso, “comunista”. La teoría social e histórica del capitalismo moderno de Marx es, por el contrario, una de las ideologías que más contactos establece con la realidad global del siglo XXI. Lo curioso es que el gobierno tolere el anticomunismo de la Iglesia Católica, mientras subvalora, margina o silencia los marxismos críticos que se posicionan frente a la ausencia de democracia o al avance del capitalismo en Cuba.
La elección oficial del catolicismo como alternativa leal posee, además, el inconveniente de facilitar el arraigo de ideas conservadoras sobre la nueva comunidad multicultural que intenta articularse en la isla a principios del siglo XXI. La visión de la Iglesia sobre las alteridades sexuales, raciales y genéricas, sobre los cultos afrocubanos, el aborto y el matrimonio gay, es tradicionalista, por no decir reaccionaria. El gobierno cubano, que históricamente ha demostrado ser también conservador en esas materias, hace acompañar su cautelosa apertura económica de una reevangelización católica que se propone crear una mayoría moral, “obediente en la fe” y “buscadora de la verdad”.
El Papa, el cardenal Jaime Ortega, el arzobispo Thomas Wenski y casi todos los líderes católicos, dentro y fuera de Cuba, hablan de un “largo camino de reconciliación nacional” y de una transición gradual, que evite el capitalismo salvaje en Cuba. La pregunta que queda en pie es por qué para evitar ese tipo de capitalismo y avanzar en esa reconciliación nacional es necesario privar a la ciudadanía de derechos civiles y políticos elementales como la libertad de asociación y expresión. No estaría mal que, aprovechando los medios con que ya cuenta, la Iglesia fuera más transparente en la exposición del tipo de capitalismo y el tipo de democracia que desea para Cuba.
El catolicismo, como sostuviera el malogrado profesor de la Universidad de Cambridge, Emile Perreau-Saussine, en su póstumo estudio Catholicism and Democracy (2012), no es incompatible con la democracia. Pero sus mayores contribuciones a esta se han verificado cuando ha sabido renunciar a sus linajes antiliberales y anticomunistas y se ha secularizado por la vía del diálogo ecuménico y la convivencia con otras religiones, cultos e ideologías. Los católicos cubanos deberían ganar conciencia en que el crecimiento de su fe en Cuba sólo podrá consolidarse plenamente bajo un clima de tolerancia religiosa, diversidad ideológica y libertades públicas para todos.
La visita del Papa Benedicto XVI a Cuba ha sido beneficiosa para la democratización, toda vez que el pueblo de la isla entró en contacto con un líder mundial que trasmite ideas y valores diferentes a los del Estado cubano. Lo que no favorece la democratización de Cuba es que el proyecto de nación del catolicismo se presente como extensión o complemento del proyecto oficial. Lo que, definitivamente, no contribuye al creciente pluralismo ideológico de la isla es que la Iglesia Católica comparta con el Partido Comunista la hegemonía sobre la esfera pública cubana, aceptando la limitación de derechos de las demás asociaciones civiles y políticas del país.
Rafael Rojas es historiador.
En Cuba, el proyecto de nación del catolicismo se presenta como extensión o complemento del proyecto oficial. Es un camino que no contribuye a la democratización ni a garantizar el pluralismo ideológico de la isla
En la resaca de las tantas visiones promisorias sobre la visita del Papa a Cuba que circulaban desde fines del año pasado, hoy advertimos que los mayores beneficios del paso de Ratzinger por la isla tal vez no haya que buscarlos en Santiago o La Habana sino en Washington y Bruselas. La presencia en Cuba del líder de una iglesia que congrega a más de mil millones de fieles en el mundo tal vez ayude a consolidar el criterio de que la democratización cubana no se abrirá paso por medio de políticas basadas en el aislamiento diplomático de ese país o en sanciones comerciales contra su gobierno.
Al igual que en la visita de Juan Pablo II en 1998, la ciudadanía de la isla pudo escuchar a un jefe de Estado que habla de paz y libertad, de sociedad abierta y verdad cristiana. Todos, conceptos ajenos al discurso excluyente y confrontacional que ha caracterizado al gobierno cubano en más de medio siglo de poder. La forma manipuladora con que los medios oficiales enfocaron la visita y los mensajes del Papa y el modo abiertamente represivo con que las autoridades manejaron la seguridad nacional, antes y durante la estancia de Benedicto XVI en Cuba, fue una perfecta negación de esos mismos conceptos, serenamente formulados en las homilías del Papa.
De cara a la nueva sociedad que se viene construyendo en la isla, en las dos últimas décadas, la visita papal abre interrogaciones que no pueden silenciarse ¿Qué tipo de ciudadanía acabará constituyéndose en ese país caribeño, si se normaliza la hegemonía doble del Partido Comunista sobre la sociedad política y de la Iglesia Católica sobre la sociedad civil? ¿Qué sujetos políticos moldeará un sistema en el que la institución alternativa al Estado socialista, que cuenta con mayores derechos civiles para la trasmisión de sus valores a la sociedad, es la Iglesia Católica?
Hoy se puede hablar de una fe sostenida por dos instituciones autoritarias que saben entenderse
Existe la equivocada percepción de que Cuba ha sido y es una nación católica, como España o México, Irlanda o Polonia. El proyecto católico de nación nunca predominó en Cuba por muchas razones que podrían resumirse con la idea del antropólogo cubano, Fernando Ortiz, de que allí la nacionalidad se formó tardíamente, entre mediados del siglo XIX y principios del XX, por medio de un proceso de transculturación que incluyó, por supuesto, diversos cultos religiosos. La religión católica fue la más practicada por los cubanos hasta 1958, pero la Iglesia no era la institución hegemónica de la sociedad civil de la isla antes del triunfo de la Revolución.
Hoy los católicos no son mayoría demográfica en Cuba y, sin embargo, la Iglesia es tratada por el gobierno de Raúl Castro como si su feligresía acumulara las bases no representadas por el Partido Comunista. Este último ha concedido al clero católico derechos de asociación y expresión que, por ser negados a la ciudadanía, se convierten en privilegios, que le permiten crecer en condiciones excepcionales. Es cierto que los católicos cubanos han luchado por esos derechos en el último medio siglo, pero no menos que otras minorías de la sociedad, como las que conforman la oposición pacífica.
En su loable esfuerzo por abrir la esfera pública de la isla, la Iglesia y sus intelectuales insisten en que el crecimiento de esta institución se debe a que la misma no pertenece a la sociedad política sino a la sociedad civil y que, por tanto, su labor es estrictamente “pastoral”. Sin embargo, no dejan perder oportunidad alguna para presentar la manera en que la Iglesia se relaciona con el gobierno de Raúl Castro como el tipo de oposición leal que deberían practicar todas las asociaciones independientes para ser reconocidas. Nada más político que asumir un tipo de relación con un gobierno como paradigma de toda la sociabilidad de un país.
El Papa se vio obligado a declarar que “la ideología marxista ya no responde a la realidad”
Habría entonces que empezar por admitir que el crecimiento del catolicismo cubano en las dos últimas décadas no ha sido meramente “natural” o “espontáneo”, sino que ha respondido a la coyuntura histórica del colapso ideológico del marxismo-leninismo en los 90 y a los privilegios concedidos a la Iglesia a partir de esa década. Todavía en los años previos y posteriores a la visita de Juan Pablo II a la isla podía hablarse de la recuperación de una fe reprimida o amordazada. Hoy habría que hablar ya de una fe ideológicamente sostenida por dos instituciones autoritarias, que encuentran un punto de entendimiento en el discurso y la práctica del nacionalismo excluyente.
El sentido excluyente de ambos nacionalismos comienza con la representación de toda la comunidad cubana como comunista o católica. Un editorial de Granma de mediados de marzo hablaba de la “Nación cubana”, no de la Revolución o el Socialismo, y presentaba a esta al Papa Benedicto XVI, casi, como un pueblo católico. El embajador de la isla ante la Santa Sede fue más allá y declaró que la “Revolución Cubana y la Iglesia Católica hablaban el mismo idioma porque perseguían lo mismo”. La homologación de discursos entre ambas instituciones fue tan clara en los medios oficiales que el Papa se vio obligado a declarar, antes de su viaje a México, que la “ideología marxista ya no responde a la realidad”.
Si lo que el Papa quiso decir era que la ideología oficial cubana no responde a la realidad de la isla, tal vez debió referirse a la ideología “marxista-leninista” o “estalinista” o, incluso, “comunista”. La teoría social e histórica del capitalismo moderno de Marx es, por el contrario, una de las ideologías que más contactos establece con la realidad global del siglo XXI. Lo curioso es que el gobierno tolere el anticomunismo de la Iglesia Católica, mientras subvalora, margina o silencia los marxismos críticos que se posicionan frente a la ausencia de democracia o al avance del capitalismo en Cuba.
La elección oficial del catolicismo como alternativa leal posee, además, el inconveniente de facilitar el arraigo de ideas conservadoras sobre la nueva comunidad multicultural que intenta articularse en la isla a principios del siglo XXI. La visión de la Iglesia sobre las alteridades sexuales, raciales y genéricas, sobre los cultos afrocubanos, el aborto y el matrimonio gay, es tradicionalista, por no decir reaccionaria. El gobierno cubano, que históricamente ha demostrado ser también conservador en esas materias, hace acompañar su cautelosa apertura económica de una reevangelización católica que se propone crear una mayoría moral, “obediente en la fe” y “buscadora de la verdad”.
El Papa, el cardenal Jaime Ortega, el arzobispo Thomas Wenski y casi todos los líderes católicos, dentro y fuera de Cuba, hablan de un “largo camino de reconciliación nacional” y de una transición gradual, que evite el capitalismo salvaje en Cuba. La pregunta que queda en pie es por qué para evitar ese tipo de capitalismo y avanzar en esa reconciliación nacional es necesario privar a la ciudadanía de derechos civiles y políticos elementales como la libertad de asociación y expresión. No estaría mal que, aprovechando los medios con que ya cuenta, la Iglesia fuera más transparente en la exposición del tipo de capitalismo y el tipo de democracia que desea para Cuba.
El catolicismo, como sostuviera el malogrado profesor de la Universidad de Cambridge, Emile Perreau-Saussine, en su póstumo estudio Catholicism and Democracy (2012), no es incompatible con la democracia. Pero sus mayores contribuciones a esta se han verificado cuando ha sabido renunciar a sus linajes antiliberales y anticomunistas y se ha secularizado por la vía del diálogo ecuménico y la convivencia con otras religiones, cultos e ideologías. Los católicos cubanos deberían ganar conciencia en que el crecimiento de su fe en Cuba sólo podrá consolidarse plenamente bajo un clima de tolerancia religiosa, diversidad ideológica y libertades públicas para todos.
La visita del Papa Benedicto XVI a Cuba ha sido beneficiosa para la democratización, toda vez que el pueblo de la isla entró en contacto con un líder mundial que trasmite ideas y valores diferentes a los del Estado cubano. Lo que no favorece la democratización de Cuba es que el proyecto de nación del catolicismo se presente como extensión o complemento del proyecto oficial. Lo que, definitivamente, no contribuye al creciente pluralismo ideológico de la isla es que la Iglesia Católica comparta con el Partido Comunista la hegemonía sobre la esfera pública cubana, aceptando la limitación de derechos de las demás asociaciones civiles y políticas del país.
Rafael Rojas es historiador.
La diva del performance.
Marina Abramovic: "Al igual que el arte, la moda tiene grandes artistas. Me interesan los revolucionarios"
Marina Abramovic ha encumbrado la ‘performance’. Su vida es una obra de arte. Es la artista a la que hay que ver y conocer.
Llega al estudio un ciclón de energía. Un mujer que con sus conmovedoras obras ya es parte de la Historia del Arte. Han pasado 40 años desde que Marina Abramović comenzara a hacer performances en Yugoslavia, «cuando contar con 30 personas como público era una multitud», afirma. El pasado año logró el récord de visitantes del MoMA en arte en vivo. «Hacían cola durante horas para sentarse delante de mí y en Nueva York nadie tiene tres minutos para nada».
Ahora es capaz de pasearse por la alta costura de París o ir al Amazonas brasileño a aprender con los chamanes. Le habría gustado conocer a Rasputín o a Caravaggio y reconoce que le atrae trabajar con la gente de la moda.«Es interesante transformarla. Algún día haré algo en la pasarela», cuenta. Del 11 al 22 de abril interpretará su biografía escrita por Bob Wilson, Vida y muerte de Marina Abramović, junto a Antony Hegarty y Willem Dafoe en el Teatro Real de Madrid. Además, S Moda colaborará en la exposición Selected Early Works, una selección de fotografías y vídeos de performances históricas de la artista, organizada por La Fábrica Galería (lafabricagaleria.com) a partir del día 10.
¿En qué se diferencia la Marina que ahora tenemos delante de la de las performances?
La diferencia es inmensa. En mi vida privada soy una persona muy distinta: alocada, con este follón de agenda [nos muestra todo lo que tiene programado para estos días y se le cae uno de sus dos teléfonos al suelo]. Y nunca hago cosas que no me gustan. No me gusta el sufrimiento ni cortarme con una cuchilla. Prefiero el placer y la diversión. Pero nadie ha cambiado haciendo cosas que le gustan. La felicidad es un estado maravilloso, pero no es productivo porque cuando eres feliz no haces nada profundo, no cambias. Por eso llevo a escena situaciones complejas, dolorosas y a las que tengo miedo, para sacar a la otra Marina, la soldado, la que hace arte, la que me absorbe entera y me arrebata cada gota de energía. Y eso que tengo una fuerza genética salvaje. Cuando acabo la performance vuelvo a ser la pequeña Marina otra vez y necesito comer un helado [ríe].
¿Cuántas Marinas diría que existen?
Reconozco a tres. Cuando me muera, habrá tres cuerpos en tres puntos del planeta: Belgrado, Ámsterdam y Nueva York. Nadie sabrá cuál de todos es el cadáver real. Cuando el espectador entre al Teatro Real para ver Vida y muerte de Marina Abramović se verá inmerso en un funeral.
¿No es contradictorio aceptar la existencia de varias personalidades para tener personalidad?
Al principio de mi carrera me avergonzaba de cosas que creía vacías o superficiales, como la moda. Ahora creo que es importante exponerse a contradicciones, porque la verdad es contradictoria. Yo no tengo secretos, mi vida es pública y trabajo con la vergüenza, expongo cosas de las que me siento avergonzada.
¿Y no se arrepiente de nada?
En absoluto. Es muy importante fracasar, porque si no fallas es que nunca experimentas. Si te repites a ti mismo porque lo exige el mercado, porque así te reconocen, estarás medio muerto el resto de tu vida. Primero tienes que sorprenderte a ti mismo y tomar el fallo como una enseñanza, una oportunidad para aprender.
Abrigo negro de Yohji Yamamoto, top, pantalones y anillo, todo de Givenchy; anillo escultura de Lotocoho, peep-toe de Jimmy Choo
Foto: Álvaro Beamud Cortés
¿Nunca ha dudado de lo que hace?
Estamos rodeados de elecciones y hay que tener intuición para saber qué es lo que tienes que hacer en la vida. Claro que me he planteado qué hago en este planeta, cuál es mi función. Para algunos es ser político o ser madre. Yo he sufrido un divorcio horrible estos últimos cuatro años, pero soy afortunada porque sé que siempre puedo volver al arte, que es mi refugio, mi vida. Si volviera a reencarnar, sería artista de nuevo, es lo único que sé hacer.
La hemos visto en la primera fila de Givenchy. Supongo que ya no piensa que la moda es superficial.
En los 70, si vestías a la última, no eras un buen artista. Cuando cumplí 40 años, rompí con mi pareja. Perdí al hombre que amaba y a mi compañero de trabajo. Me sentía miserable. Con el primer dinero que gané me fui a París, me compré un traje de Yamamoto, fui a la peluquería, me subí a unos tacones, me pinté los labios y me vi guapa. Entonces me puse a prueba y pensé: hago mi trabajo, creo en él y amo la moda. ¿Por qué debería estar avergonzada?
¿Y qué le interesa de la moda?
Al igual que el arte, tiene grandes artistas e imitadores, y están muy cerca. Solo estoy interesada en los que aportan algo nuevo, de la misma manera que me atraen los revolucionarios en el arte. Comme des Garçons son increíblemente creativos, idean esculturas, aunque eso no significa que te las puedas poner todas. Acabo de ver la última colección en París de Costume National y me ha gustado porque es muy geométrica, muy limpia. También adoro a Margiela y a Riccardo Tisci porque representan a la mujer con mucha fuerza, justo lo contrario que Cavalli. No puedo soportar la idea de vulgarizar la imagen de la mujer en cualquier aspecto donde una se convierte en un objeto de deseo sin proyectar su propia personalidad. Lo más divertido: tengo 65 años y he hecho portadas de revistas de moda que otras harían con 18.
¿Por qué ha elegido una ópera para interpretar su vida?
No lo es en el sentido estricto. Si lo denominas así, los asiduos del Teatro Real nos crucificarán y nos tirarán piedras. Es una idea más moderna, una representación de mi vida en el escenario. Le di a Bob Wilson todo el material sin restricciones –mis cartas íntimas, mis escritos y mis libros– para que rehiciera mi vida como quisiera. Siempre he tenido el control de mi vida y de mi trabajo. Pero he dejado que Bob hiciera lo que quisiera. Y ha hecho una locura. Me dijo que tendría que interpretarme a mí misma y a mi madre, y acepté. Aunque viví un infierno con ella y siempre la he odiado. Me dijo que un señor con bigote haría de mí de pequeña y también acepté. ¡Y no he tenido bigote en mi vida!
¿Y por qué viene a Madrid?
Por mi gran historia de amor con Gerard Mortier [director artístico del Teatro Real]. El Teatro Real es alucinante. Cuando entras, se te corta la respiración. Pero allí solo se hacía ópera vieja; nada nuevo. ¡Que estamos en el siglo XXI, baby! Llegó Gerard, hizo unas propuestas y está poniendo a prueba a la burguesía española.
¿Por qué eligió a Antony (de Antony and the Johnsons) y Willem Dafoe?
Antony es un ángel en la Tierra, un cantante increíble y el único con el que quería trabajar. Wilson me propuso a Björk, que también es mi amiga, pero es que toda la obra de Antony gira alrededor de las emociones. Y Willem, porque es un grande de las tablas. Representa a mi padre, a mi amante, a mi marido, a un payaso… Solo él podía interpretarlos a todos.
¿Qué significa para usted ser artista?
Es aceptar una gran responsabilidad social y saber que hay mucho por hacer. Tenemos que crear el equilibrio en esta sociedad tan desconectada, donde la tecnología lo invade todo. Pensar que el artista tiene que estar en un estudio, borracho y drogado, sin que le importe el reconocimiento es una idea estúpida. Tiene que funcionar como un gatillo y conseguir que las personas miren dentro de sí mismas.
Camisa blanca de Givenchy.
Foto: Álvaro Beamud Cortés
¿En qué cree?
En la religión no. Es una institución y no confío en las instituciones. Creo en la energía de las personas y en esa invisible que lo envuelve todo. Cuando el cuerpo muere, algo sigue existiendo; es un hecho científico que cuando fallecemos perdemos 21 gramos de «algo». Creo en ese «algo».
¿Y sabe dónde está su límite?
La cuestión es quién crea los límites y yo no tengo la respuesta. Si te dices: «No puedo hacerlo», no lo harás. Pero si te planteas: «Lo haré de cualquier forma», lo acabarás haciendo. Lo extraño es la experiencia con el dolor. Puedes sufrir, poner tu cuerpo al límite y pensar que o te mueves o te desmayas. Entonces decides no moverte y todo el dolor desaparece. Es increíble, pero no basta con que lo cuente, si no lo experimentas, no puedes entenderlo. Yo lo he conseguido, he visto que hay una luz al otro lado y me ha hecho feliz.
¿Cuál es la diferencia entre hacer una obra que se expone, una performance en la que solo la observan y una performance en la que el público interviene?
Hay una gran diferencia. En mis inicios yo creía que era pintora. Cuando empecé a experimentar con mi propio cuerpo descubrí que esa era mi herramienta. También entendí que no solo podía hacer las performances para mí misma, tenía que ser para un público porque completa la obra. Tengo que encontrar una forma para que la gente experimente mis performances cuando yo ya no esté presente. Estoy enseñando a los artistas jóvenes cómo rehacerlas. Pero no es suficiente. A la gente nunca la han instruido para ver performances. Por eso he creado el Método Abramović. En él expongo que nadie cambia observando experiencias de otras personas. Leer un libro o ver una película es bonito, pero no te cambia. Lo único que te transforma es la propia experiencia personal. Quiero poner al público en una situación en la que sean ellos quienes experimenten.
¿Y cómo piensa llevarlo a la práctica?
He comprado un viejo edificio de los años 30 en Hudson (Nueva York) y cuento con el arquitecto Rem Koolhaas para el proyecto. Pretendo que sea una ONG donde solo necesitaré el tiempo del público. Si tú me das tu tiempo, yo te doy tu experiencia. Será el Center for the Preservation of Performance Art y habrá danza, teatro, vídeo, performance, etcétera. El público tendrá que ponerse una bata, dejar relojes y móviles en una caja y subirse en una silla de ruedas. Habrá un aparcamiento para dormir y será parte de la performance.
Marina Abramovic ha encumbrado la ‘performance’. Su vida es una obra de arte. Es la artista a la que hay que ver y conocer.
Llega al estudio un ciclón de energía. Un mujer que con sus conmovedoras obras ya es parte de la Historia del Arte. Han pasado 40 años desde que Marina Abramović comenzara a hacer performances en Yugoslavia, «cuando contar con 30 personas como público era una multitud», afirma. El pasado año logró el récord de visitantes del MoMA en arte en vivo. «Hacían cola durante horas para sentarse delante de mí y en Nueva York nadie tiene tres minutos para nada».
Ahora es capaz de pasearse por la alta costura de París o ir al Amazonas brasileño a aprender con los chamanes. Le habría gustado conocer a Rasputín o a Caravaggio y reconoce que le atrae trabajar con la gente de la moda.«Es interesante transformarla. Algún día haré algo en la pasarela», cuenta. Del 11 al 22 de abril interpretará su biografía escrita por Bob Wilson, Vida y muerte de Marina Abramović, junto a Antony Hegarty y Willem Dafoe en el Teatro Real de Madrid. Además, S Moda colaborará en la exposición Selected Early Works, una selección de fotografías y vídeos de performances históricas de la artista, organizada por La Fábrica Galería (lafabricagaleria.com) a partir del día 10.
¿En qué se diferencia la Marina que ahora tenemos delante de la de las performances?
La diferencia es inmensa. En mi vida privada soy una persona muy distinta: alocada, con este follón de agenda [nos muestra todo lo que tiene programado para estos días y se le cae uno de sus dos teléfonos al suelo]. Y nunca hago cosas que no me gustan. No me gusta el sufrimiento ni cortarme con una cuchilla. Prefiero el placer y la diversión. Pero nadie ha cambiado haciendo cosas que le gustan. La felicidad es un estado maravilloso, pero no es productivo porque cuando eres feliz no haces nada profundo, no cambias. Por eso llevo a escena situaciones complejas, dolorosas y a las que tengo miedo, para sacar a la otra Marina, la soldado, la que hace arte, la que me absorbe entera y me arrebata cada gota de energía. Y eso que tengo una fuerza genética salvaje. Cuando acabo la performance vuelvo a ser la pequeña Marina otra vez y necesito comer un helado [ríe].
¿Cuántas Marinas diría que existen?
Reconozco a tres. Cuando me muera, habrá tres cuerpos en tres puntos del planeta: Belgrado, Ámsterdam y Nueva York. Nadie sabrá cuál de todos es el cadáver real. Cuando el espectador entre al Teatro Real para ver Vida y muerte de Marina Abramović se verá inmerso en un funeral.
¿No es contradictorio aceptar la existencia de varias personalidades para tener personalidad?
Al principio de mi carrera me avergonzaba de cosas que creía vacías o superficiales, como la moda. Ahora creo que es importante exponerse a contradicciones, porque la verdad es contradictoria. Yo no tengo secretos, mi vida es pública y trabajo con la vergüenza, expongo cosas de las que me siento avergonzada.
¿Y no se arrepiente de nada?
En absoluto. Es muy importante fracasar, porque si no fallas es que nunca experimentas. Si te repites a ti mismo porque lo exige el mercado, porque así te reconocen, estarás medio muerto el resto de tu vida. Primero tienes que sorprenderte a ti mismo y tomar el fallo como una enseñanza, una oportunidad para aprender.
Abrigo negro de Yohji Yamamoto, top, pantalones y anillo, todo de Givenchy; anillo escultura de Lotocoho, peep-toe de Jimmy Choo
Foto: Álvaro Beamud Cortés
¿Nunca ha dudado de lo que hace?
Estamos rodeados de elecciones y hay que tener intuición para saber qué es lo que tienes que hacer en la vida. Claro que me he planteado qué hago en este planeta, cuál es mi función. Para algunos es ser político o ser madre. Yo he sufrido un divorcio horrible estos últimos cuatro años, pero soy afortunada porque sé que siempre puedo volver al arte, que es mi refugio, mi vida. Si volviera a reencarnar, sería artista de nuevo, es lo único que sé hacer.
La hemos visto en la primera fila de Givenchy. Supongo que ya no piensa que la moda es superficial.
En los 70, si vestías a la última, no eras un buen artista. Cuando cumplí 40 años, rompí con mi pareja. Perdí al hombre que amaba y a mi compañero de trabajo. Me sentía miserable. Con el primer dinero que gané me fui a París, me compré un traje de Yamamoto, fui a la peluquería, me subí a unos tacones, me pinté los labios y me vi guapa. Entonces me puse a prueba y pensé: hago mi trabajo, creo en él y amo la moda. ¿Por qué debería estar avergonzada?
¿Y qué le interesa de la moda?
Al igual que el arte, tiene grandes artistas e imitadores, y están muy cerca. Solo estoy interesada en los que aportan algo nuevo, de la misma manera que me atraen los revolucionarios en el arte. Comme des Garçons son increíblemente creativos, idean esculturas, aunque eso no significa que te las puedas poner todas. Acabo de ver la última colección en París de Costume National y me ha gustado porque es muy geométrica, muy limpia. También adoro a Margiela y a Riccardo Tisci porque representan a la mujer con mucha fuerza, justo lo contrario que Cavalli. No puedo soportar la idea de vulgarizar la imagen de la mujer en cualquier aspecto donde una se convierte en un objeto de deseo sin proyectar su propia personalidad. Lo más divertido: tengo 65 años y he hecho portadas de revistas de moda que otras harían con 18.
¿Por qué ha elegido una ópera para interpretar su vida?
No lo es en el sentido estricto. Si lo denominas así, los asiduos del Teatro Real nos crucificarán y nos tirarán piedras. Es una idea más moderna, una representación de mi vida en el escenario. Le di a Bob Wilson todo el material sin restricciones –mis cartas íntimas, mis escritos y mis libros– para que rehiciera mi vida como quisiera. Siempre he tenido el control de mi vida y de mi trabajo. Pero he dejado que Bob hiciera lo que quisiera. Y ha hecho una locura. Me dijo que tendría que interpretarme a mí misma y a mi madre, y acepté. Aunque viví un infierno con ella y siempre la he odiado. Me dijo que un señor con bigote haría de mí de pequeña y también acepté. ¡Y no he tenido bigote en mi vida!
¿Y por qué viene a Madrid?
Por mi gran historia de amor con Gerard Mortier [director artístico del Teatro Real]. El Teatro Real es alucinante. Cuando entras, se te corta la respiración. Pero allí solo se hacía ópera vieja; nada nuevo. ¡Que estamos en el siglo XXI, baby! Llegó Gerard, hizo unas propuestas y está poniendo a prueba a la burguesía española.
¿Por qué eligió a Antony (de Antony and the Johnsons) y Willem Dafoe?
Antony es un ángel en la Tierra, un cantante increíble y el único con el que quería trabajar. Wilson me propuso a Björk, que también es mi amiga, pero es que toda la obra de Antony gira alrededor de las emociones. Y Willem, porque es un grande de las tablas. Representa a mi padre, a mi amante, a mi marido, a un payaso… Solo él podía interpretarlos a todos.
¿Qué significa para usted ser artista?
Es aceptar una gran responsabilidad social y saber que hay mucho por hacer. Tenemos que crear el equilibrio en esta sociedad tan desconectada, donde la tecnología lo invade todo. Pensar que el artista tiene que estar en un estudio, borracho y drogado, sin que le importe el reconocimiento es una idea estúpida. Tiene que funcionar como un gatillo y conseguir que las personas miren dentro de sí mismas.
Camisa blanca de Givenchy.
Foto: Álvaro Beamud Cortés
¿En qué cree?
En la religión no. Es una institución y no confío en las instituciones. Creo en la energía de las personas y en esa invisible que lo envuelve todo. Cuando el cuerpo muere, algo sigue existiendo; es un hecho científico que cuando fallecemos perdemos 21 gramos de «algo». Creo en ese «algo».
¿Y sabe dónde está su límite?
La cuestión es quién crea los límites y yo no tengo la respuesta. Si te dices: «No puedo hacerlo», no lo harás. Pero si te planteas: «Lo haré de cualquier forma», lo acabarás haciendo. Lo extraño es la experiencia con el dolor. Puedes sufrir, poner tu cuerpo al límite y pensar que o te mueves o te desmayas. Entonces decides no moverte y todo el dolor desaparece. Es increíble, pero no basta con que lo cuente, si no lo experimentas, no puedes entenderlo. Yo lo he conseguido, he visto que hay una luz al otro lado y me ha hecho feliz.
¿Cuál es la diferencia entre hacer una obra que se expone, una performance en la que solo la observan y una performance en la que el público interviene?
Hay una gran diferencia. En mis inicios yo creía que era pintora. Cuando empecé a experimentar con mi propio cuerpo descubrí que esa era mi herramienta. También entendí que no solo podía hacer las performances para mí misma, tenía que ser para un público porque completa la obra. Tengo que encontrar una forma para que la gente experimente mis performances cuando yo ya no esté presente. Estoy enseñando a los artistas jóvenes cómo rehacerlas. Pero no es suficiente. A la gente nunca la han instruido para ver performances. Por eso he creado el Método Abramović. En él expongo que nadie cambia observando experiencias de otras personas. Leer un libro o ver una película es bonito, pero no te cambia. Lo único que te transforma es la propia experiencia personal. Quiero poner al público en una situación en la que sean ellos quienes experimenten.
¿Y cómo piensa llevarlo a la práctica?
He comprado un viejo edificio de los años 30 en Hudson (Nueva York) y cuento con el arquitecto Rem Koolhaas para el proyecto. Pretendo que sea una ONG donde solo necesitaré el tiempo del público. Si tú me das tu tiempo, yo te doy tu experiencia. Será el Center for the Preservation of Performance Art y habrá danza, teatro, vídeo, performance, etcétera. El público tendrá que ponerse una bata, dejar relojes y móviles en una caja y subirse en una silla de ruedas. Habrá un aparcamiento para dormir y será parte de la performance.
El hambre en Latinoamérica.
Latinoamérica se compromete a erradicar el hambre en 13 años
Por: Alejandro Rebossio
.Así como los países de todo el mundo se comprometieron a reducir a la mitad la pobreza entre 1990 y 2015, dentro de las llamadas Metas del Milenio, los de Latinoamérica se fijaron ayer en Buenos Aires como objetivo la erradicación del hambre en 2025. En esta región del mundo, una de las principales productoras y exportadoras de alimentos, no comen lo necesario unas 73 millones de personas. Ésta es la cifra de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que recaba las estadísticas nacionales de cada país. En el caso de Argentina, el Gobierno dice que solo un millón de argentinos pasa hambre, pero la facción progubernamental de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) calcula que son dos millones. Es decir, debe haber unos 74 millones de latinoamericanos en la pobreza extrema. A su vez, la CEPAL calcula que otros 120 millones tienen asegurado el alimento gracias a los nuevos subsidios y pensiones que adoptaron los países de la región tras la crisis mundial de 2008.
El compromiso de los gobiernos es que ninguno sea indigente dentro de 13 años. Así lo prometieron en la Conferencia para América Latina y el Caribe de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, según sus siglas en inglés), que finalizó ayer en la capital argentina. Para ello se propusieron aumentar la producción de alimentos, por lo que fomentarán la innovación, la transferencia tecnológica y la cooperación Sur-Sur (entre países en desarrollo). También seguirán adelante con la Iniciativa América Latina Sin Hambre, que es un programa de cooperación que ha recibido 67 millones de euros de España y 15 millones de Brasil. Los países del G8 se habían comprometido en 2009 a poner 14.000 millones para combatir el hambre en el mundo, pero de momento solo desembolsaron el 60% de esa cifra, según reconoció ayer el director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva. En una rueda de prensa junto con Graziano, el secretario de Agricultura de Argentina, Lorenzo Basso, aprovechó la oportunidad para quejarse del efecto que las subvenciones agrícolas de los países desarrollados tienen en cuanto desalientan la producción en los emergentes.
Basso reconoció que el actual alza de precios de los alimentos fue un asunto discutido “lateralmente” en los tres días de conferencia. “En 2011 había sido muy abordado. El incremento y la volatilidad de precios es un factor que complica la seguridad alimentaria. Pero el problema no es el precio sino el acceso a los alimentos. El problema es la pobreza”, concluyó Basso.
Graziano señaló que la reunión regional de ese organismo también se fijó otras prioridades de largo plazo. Una es la lucha contra el cambio climático. “La región sufre cada vez más el impacto, con huracanes, sequías e inundaciones que afectan nuestra capacidad de producción”, señaló el ingeniero agrónomo. “El agua cada vez más es un recurso más escaso”, añadió el jefe de la FAO.
La agricultura familiar es otro asunto preponderante. “No es el problema sino parte de la solución por el número destacado de fincas que contribuyen a la producción de alimentos, que no son commodities (materias primas que cotizan en los mercados internacionales) y por tanto no están sujetos a la volatilidad de los precios”, dijo el jefe de la FAO. Se refería, por ejemplo, a las alubias, la quinua (cultivo andino) y el amaranto (hierbas consumidas por los aztecas). La agricultura tropical y la indígena no solo pueden ampliar la oferta de alimentos sino transmitir valores, cultura y riqueza culinaria, según Graziano.
La cuarta prioridad fijada por los países latinoamericanos radica en el sanidad e inocuidad de los alimentos. Los gobiernos quieren eliminar las enfermedades de transmisión fronteriza, como la fiebre aftosa que afecta a las vacas, la peste porcina o la gripe aviar. Los países con importante actividad turística, como los caribeños, también quieren asegurar la sanidad de sus alimentos y controlar los fertilizantes que se usan al producirlos.
El quinto tema escogido en la reunión regional de la FAO fue el apoyo al desarrollo productivo de Haití. “Donde no hay pan, no hay seguridad”, opinó el que fuera coordinador del plan Hambre Cero del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
En el corto plazo, de aquí a 2013, los países comprometieron a apoyar la integración regional, más allá de las barreras proteccionistas de países como Argentina y Brasil. También quiere respaldar la pesca y la actividad forestal.
Un tema que se coló en el debate fue la extranjerización de tierras en la región, sobre todo la compra de terrenos por parte de Estados asiáticos que buscan asegurarse el acceso a los alimentos. “Hay inquietud de muchos países”, reconoció Basso. Bolivia le pidió información a Argentina sobre la ley contra la extranjerización de tierras que se aprobó en diciembre pasado y que aún no ha sido reglamentada. También Brasil puede aportar su experiencia. Por eso se ha resuelto la formación de grupo de trabajo que recopile las diversas legislaciones que están surgiendo para contrarrestar el fenómeno.
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Por: Alejandro Rebossio
.Así como los países de todo el mundo se comprometieron a reducir a la mitad la pobreza entre 1990 y 2015, dentro de las llamadas Metas del Milenio, los de Latinoamérica se fijaron ayer en Buenos Aires como objetivo la erradicación del hambre en 2025. En esta región del mundo, una de las principales productoras y exportadoras de alimentos, no comen lo necesario unas 73 millones de personas. Ésta es la cifra de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que recaba las estadísticas nacionales de cada país. En el caso de Argentina, el Gobierno dice que solo un millón de argentinos pasa hambre, pero la facción progubernamental de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) calcula que son dos millones. Es decir, debe haber unos 74 millones de latinoamericanos en la pobreza extrema. A su vez, la CEPAL calcula que otros 120 millones tienen asegurado el alimento gracias a los nuevos subsidios y pensiones que adoptaron los países de la región tras la crisis mundial de 2008.
El compromiso de los gobiernos es que ninguno sea indigente dentro de 13 años. Así lo prometieron en la Conferencia para América Latina y el Caribe de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, según sus siglas en inglés), que finalizó ayer en la capital argentina. Para ello se propusieron aumentar la producción de alimentos, por lo que fomentarán la innovación, la transferencia tecnológica y la cooperación Sur-Sur (entre países en desarrollo). También seguirán adelante con la Iniciativa América Latina Sin Hambre, que es un programa de cooperación que ha recibido 67 millones de euros de España y 15 millones de Brasil. Los países del G8 se habían comprometido en 2009 a poner 14.000 millones para combatir el hambre en el mundo, pero de momento solo desembolsaron el 60% de esa cifra, según reconoció ayer el director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva. En una rueda de prensa junto con Graziano, el secretario de Agricultura de Argentina, Lorenzo Basso, aprovechó la oportunidad para quejarse del efecto que las subvenciones agrícolas de los países desarrollados tienen en cuanto desalientan la producción en los emergentes.
Basso reconoció que el actual alza de precios de los alimentos fue un asunto discutido “lateralmente” en los tres días de conferencia. “En 2011 había sido muy abordado. El incremento y la volatilidad de precios es un factor que complica la seguridad alimentaria. Pero el problema no es el precio sino el acceso a los alimentos. El problema es la pobreza”, concluyó Basso.
Graziano señaló que la reunión regional de ese organismo también se fijó otras prioridades de largo plazo. Una es la lucha contra el cambio climático. “La región sufre cada vez más el impacto, con huracanes, sequías e inundaciones que afectan nuestra capacidad de producción”, señaló el ingeniero agrónomo. “El agua cada vez más es un recurso más escaso”, añadió el jefe de la FAO.
La agricultura familiar es otro asunto preponderante. “No es el problema sino parte de la solución por el número destacado de fincas que contribuyen a la producción de alimentos, que no son commodities (materias primas que cotizan en los mercados internacionales) y por tanto no están sujetos a la volatilidad de los precios”, dijo el jefe de la FAO. Se refería, por ejemplo, a las alubias, la quinua (cultivo andino) y el amaranto (hierbas consumidas por los aztecas). La agricultura tropical y la indígena no solo pueden ampliar la oferta de alimentos sino transmitir valores, cultura y riqueza culinaria, según Graziano.
La cuarta prioridad fijada por los países latinoamericanos radica en el sanidad e inocuidad de los alimentos. Los gobiernos quieren eliminar las enfermedades de transmisión fronteriza, como la fiebre aftosa que afecta a las vacas, la peste porcina o la gripe aviar. Los países con importante actividad turística, como los caribeños, también quieren asegurar la sanidad de sus alimentos y controlar los fertilizantes que se usan al producirlos.
El quinto tema escogido en la reunión regional de la FAO fue el apoyo al desarrollo productivo de Haití. “Donde no hay pan, no hay seguridad”, opinó el que fuera coordinador del plan Hambre Cero del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
En el corto plazo, de aquí a 2013, los países comprometieron a apoyar la integración regional, más allá de las barreras proteccionistas de países como Argentina y Brasil. También quiere respaldar la pesca y la actividad forestal.
Un tema que se coló en el debate fue la extranjerización de tierras en la región, sobre todo la compra de terrenos por parte de Estados asiáticos que buscan asegurarse el acceso a los alimentos. “Hay inquietud de muchos países”, reconoció Basso. Bolivia le pidió información a Argentina sobre la ley contra la extranjerización de tierras que se aprobó en diciembre pasado y que aún no ha sido reglamentada. También Brasil puede aportar su experiencia. Por eso se ha resuelto la formación de grupo de trabajo que recopile las diversas legislaciones que están surgiendo para contrarrestar el fenómeno.
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Argentina: Cristina se hace la fuerte.
Fernández estrecha su círculo de poder
La presidenta deposita su confianza en dos funcionarios de segunda fila
Cristina Fernández de Kirchner vuelve a la actividad con críticas a las petroleras
Las personas del Gobierno más cercanas al poder de la presidenta, Cristina Fernández de Kírchner, no están entre ninguno de sus 15 ministros. Ni siquiera el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal, a quien la Constitución otorga poderes para modificar los presupuestos, parece mantener un trato fluido con la jefa del Ejecutivo. Abal dio a entender el pasado 20 de marzo en Radio Continental que el Gobierno no iba a nacionalizar Repsol-YPF. Pero al día siguiente tuvo que declarar en la misma emisora que sus palabras se habían malinterpretado y que no se descartaba ninguna medida. Aquella marcha atrás dejó en evidencia no tanto su escasa capacidad de maniobra en las decisiones de alto calado económico -cosa que se da por sentada- sino su desconexión con las directrices de Fernández. Tampoco goza ya de auténtica relevancia en la Casa Rosada el vicepresidente del Gobierno, Amado Boudou, quien se encuentra implicado en una investigación judicial sobre un posible trato de favor en la compañía impresora de billetes Ciccone.
Mientras tanto, en un Gobierno donde no se celebran consejos de ministros, cada alto cargo intenta interpretar lo mejor posible los deseos de Fernández. “Muchas veces los ministros se enteran de las decisiones que la presidenta adopta sobre sus propios ministerios al mismo tiempo que nos enteramos todo el mundo, durante los discursos públicos que ella pronuncia”, comenta un analista con acceso a varios miembros del Gobierno. “Su estilo no tiene nada que ver con el de Néstor Kirchner, que se reunía y hablaba a menudo con ministros, gobernadores y sindicalistas”, añade.
El viceministro de Economía,
Axel Kicillof, tiene
pleno acceso a su jefa
Hay una persona, en cambio, con pleno acceso a Fernández: el viceministro de Economía, Axel Kicillof. En una reunión que mantuvieron directivos de Repsol con Kicillof y los ministros de Planificación, Julio de Vido, y de Economía, Hernán Lorenzino, los ejecutivos de la compañía española se llevaron la impresión de que los ministros observaban constantemente la reacción que sus palabras tenían en Kicillof, a sabiendas de que cuando terminase la reunión el único de ellos que iba a tener acceso a la presidenta sería Kicillof y la versión que ella tuviera de ese encuentro iba a ser la que él le contara. “Actuaban para él”, indicó un testigo.
Kicillof, de 41 años, proviene de la organización juvenil La Cámpora, creada bajo el auspicio del fallecido presidente Néstor Kirchner y liderada ahora por su hijo Máximo Kirchner. La presidenta hizo una gran defensa de La Cámpora y los jóvenes del Gobierno a raíz de un artículo publicado el pasado 12 de marzo en La Nación bajo el título Axel Kicillof, el marxista que desplazó a Boudou. “Es curioso que la presidenta defienda a Kicillof porque le llaman marxista y no a Boudou, al que están llamando ladrón todos los días”, comenta el citado analista.
Guillermo Moreno,
secretario de Comercio,
maneja las riendas
de la economía
Diversas fuentes diplomáticas y empresariales observan a Kicillof como un político que, a diferencia de otros altos cargos, actúa por convicciones ideológicas; unas convicciones que chocan de frente con los intereses de Repsol-YPF y del Gobierno español. En un programa de la televisión pública emitido en abril 2011, Kicillof declaró: “No hay otro modo de desarrollo para los países subdesarrollados que no sea con una inteligente, fuerte, rotunda participación del Estado. Lo cual no quiere decir la estatización [nacionalización] de la economía ni muchísimo menos. Es simplemente llevar adelante con inteligencia, planificando, una dirección”.
El Gobierno aún no ha mostrado a la empresa petrolera española hasta dónde pretende llegar con esa “fuerte, rotunda participación del Estado”. Cada ministro con los que negocia Repsol parece tener una opinión sobre su futuro. Pero algunos, a diferencia de Kicillof, adaptan su postura a lo que estiman que puede ser del agrado de la presidenta. Julio de Vido, el ministro de Planificación ha confiado a diversas fuentes consultadas por este periódico: “Si hay que ser de izquierdas, de izquierda seré. A mí nadie me va a ganar por la izquierda. Ni Kicillof, ni [Guillermo] Moreno”.
Guillermo Moreno es, sobre el papel, tan solo el secretario de Comercio, a las órdenes del ministro de Economía. Pero en la práctica es el hombre que maneja las riendas económicas y a quien más temen los directivos de las principales empresas del país, nacionales y extranjeras. Tiene fama entre los empresarios de ser una persona muy brusca en sus formas, con un peculiar sentido del humor, pero muy leal a la presidenta y sobre todo… incorrupto. Su cometido principal ahora es mantener el superávit comercial por encima de los diez mil millones de dólares con el fin de evitar la devaluación del peso y que se dispare la inflación. Para ello trata de restringir en la medida de lo posible la llegada de productos importados.
En un Gobierno sin consejo de ministros, cada alto cargo intenta interpretar los deseos de la mandataria
El problema surge cuando el peculiar sentido del humor de Moreno y sus maneras abruptas se transforman en leyes. Y eso fue lo que ocurrió el pasado 12 de marzo cuando Argentina aprobó una resolución por la que se prohíbe la publicación y difusión de libros que posean en sus tintas un contenido de plomo superior al 0.06%. El pretexto justificado en la propia norma era proteger la salud de la población. Lo que en realidad intenta Moreno es fomentar la industria nacional y que salgan el menor número posible de dólares del país. Pero su efecto inmediato la semana pasada fue que, a cualquiera que le enviasen un libro a su domicilio desde el extranjero debía pagar una tasa de 50 dólares y acudir al aeropuerto para retirarlo, donde supuestamente se iba a inspeccionar antes de su entrega el contenido de plomo en las tintas. Finalmente, tras la enorme presión social, Moreno dio marcha atrás, el ciudadano común podrá recibir libros en su casa desde el extranjero. Pero la ley sigue vigente. Y él sigue adelante en su lucha titánica por controlar las importaciones. Sabe que cuenta con el respaldo absoluto de la presidenta, cosa que no cualquier miembro del Gobierno podría decir.
La presidenta deposita su confianza en dos funcionarios de segunda fila
Cristina Fernández de Kirchner vuelve a la actividad con críticas a las petroleras
Las personas del Gobierno más cercanas al poder de la presidenta, Cristina Fernández de Kírchner, no están entre ninguno de sus 15 ministros. Ni siquiera el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal, a quien la Constitución otorga poderes para modificar los presupuestos, parece mantener un trato fluido con la jefa del Ejecutivo. Abal dio a entender el pasado 20 de marzo en Radio Continental que el Gobierno no iba a nacionalizar Repsol-YPF. Pero al día siguiente tuvo que declarar en la misma emisora que sus palabras se habían malinterpretado y que no se descartaba ninguna medida. Aquella marcha atrás dejó en evidencia no tanto su escasa capacidad de maniobra en las decisiones de alto calado económico -cosa que se da por sentada- sino su desconexión con las directrices de Fernández. Tampoco goza ya de auténtica relevancia en la Casa Rosada el vicepresidente del Gobierno, Amado Boudou, quien se encuentra implicado en una investigación judicial sobre un posible trato de favor en la compañía impresora de billetes Ciccone.
Mientras tanto, en un Gobierno donde no se celebran consejos de ministros, cada alto cargo intenta interpretar lo mejor posible los deseos de Fernández. “Muchas veces los ministros se enteran de las decisiones que la presidenta adopta sobre sus propios ministerios al mismo tiempo que nos enteramos todo el mundo, durante los discursos públicos que ella pronuncia”, comenta un analista con acceso a varios miembros del Gobierno. “Su estilo no tiene nada que ver con el de Néstor Kirchner, que se reunía y hablaba a menudo con ministros, gobernadores y sindicalistas”, añade.
El viceministro de Economía,
Axel Kicillof, tiene
pleno acceso a su jefa
Hay una persona, en cambio, con pleno acceso a Fernández: el viceministro de Economía, Axel Kicillof. En una reunión que mantuvieron directivos de Repsol con Kicillof y los ministros de Planificación, Julio de Vido, y de Economía, Hernán Lorenzino, los ejecutivos de la compañía española se llevaron la impresión de que los ministros observaban constantemente la reacción que sus palabras tenían en Kicillof, a sabiendas de que cuando terminase la reunión el único de ellos que iba a tener acceso a la presidenta sería Kicillof y la versión que ella tuviera de ese encuentro iba a ser la que él le contara. “Actuaban para él”, indicó un testigo.
Kicillof, de 41 años, proviene de la organización juvenil La Cámpora, creada bajo el auspicio del fallecido presidente Néstor Kirchner y liderada ahora por su hijo Máximo Kirchner. La presidenta hizo una gran defensa de La Cámpora y los jóvenes del Gobierno a raíz de un artículo publicado el pasado 12 de marzo en La Nación bajo el título Axel Kicillof, el marxista que desplazó a Boudou. “Es curioso que la presidenta defienda a Kicillof porque le llaman marxista y no a Boudou, al que están llamando ladrón todos los días”, comenta el citado analista.
Guillermo Moreno,
secretario de Comercio,
maneja las riendas
de la economía
Diversas fuentes diplomáticas y empresariales observan a Kicillof como un político que, a diferencia de otros altos cargos, actúa por convicciones ideológicas; unas convicciones que chocan de frente con los intereses de Repsol-YPF y del Gobierno español. En un programa de la televisión pública emitido en abril 2011, Kicillof declaró: “No hay otro modo de desarrollo para los países subdesarrollados que no sea con una inteligente, fuerte, rotunda participación del Estado. Lo cual no quiere decir la estatización [nacionalización] de la economía ni muchísimo menos. Es simplemente llevar adelante con inteligencia, planificando, una dirección”.
El Gobierno aún no ha mostrado a la empresa petrolera española hasta dónde pretende llegar con esa “fuerte, rotunda participación del Estado”. Cada ministro con los que negocia Repsol parece tener una opinión sobre su futuro. Pero algunos, a diferencia de Kicillof, adaptan su postura a lo que estiman que puede ser del agrado de la presidenta. Julio de Vido, el ministro de Planificación ha confiado a diversas fuentes consultadas por este periódico: “Si hay que ser de izquierdas, de izquierda seré. A mí nadie me va a ganar por la izquierda. Ni Kicillof, ni [Guillermo] Moreno”.
Guillermo Moreno es, sobre el papel, tan solo el secretario de Comercio, a las órdenes del ministro de Economía. Pero en la práctica es el hombre que maneja las riendas económicas y a quien más temen los directivos de las principales empresas del país, nacionales y extranjeras. Tiene fama entre los empresarios de ser una persona muy brusca en sus formas, con un peculiar sentido del humor, pero muy leal a la presidenta y sobre todo… incorrupto. Su cometido principal ahora es mantener el superávit comercial por encima de los diez mil millones de dólares con el fin de evitar la devaluación del peso y que se dispare la inflación. Para ello trata de restringir en la medida de lo posible la llegada de productos importados.
En un Gobierno sin consejo de ministros, cada alto cargo intenta interpretar los deseos de la mandataria
El problema surge cuando el peculiar sentido del humor de Moreno y sus maneras abruptas se transforman en leyes. Y eso fue lo que ocurrió el pasado 12 de marzo cuando Argentina aprobó una resolución por la que se prohíbe la publicación y difusión de libros que posean en sus tintas un contenido de plomo superior al 0.06%. El pretexto justificado en la propia norma era proteger la salud de la población. Lo que en realidad intenta Moreno es fomentar la industria nacional y que salgan el menor número posible de dólares del país. Pero su efecto inmediato la semana pasada fue que, a cualquiera que le enviasen un libro a su domicilio desde el extranjero debía pagar una tasa de 50 dólares y acudir al aeropuerto para retirarlo, donde supuestamente se iba a inspeccionar antes de su entrega el contenido de plomo en las tintas. Finalmente, tras la enorme presión social, Moreno dio marcha atrás, el ciudadano común podrá recibir libros en su casa desde el extranjero. Pero la ley sigue vigente. Y él sigue adelante en su lucha titánica por controlar las importaciones. Sabe que cuenta con el respaldo absoluto de la presidenta, cosa que no cualquier miembro del Gobierno podría decir.
Leer por placer está mal visto.
Fernando Savater: “Leer por placer está mal visto”
Nada escapa a la sátira de Fernando Savater en 'Los invitados de la princesa', la novela con la que ha obtenido el Premio Primavera
Una bandera pirata en forma de felpudo da la bienvenida a la casa madrileña de Fernando Savater (San Sebastián, 1947). El interior es un pandemonio de libros, plantas, fotos, postales y muñequitos con más o menos superpoderes. La casa de un lector con mil intereses y gafas graduadas para corregir la miopía y la solemnidad. No es extraño, pues, que el humor tiña las páginas de Los invitados de la princesa (Espasa), último premio Primavera, que se publica la semana que viene [en elpais.com pueden leerse hoy las primeras páginas]. Días más tarde aparecerá Tirar de la cuerda (Cuadernos del Vigía), una colección de aforismos involuntarios del autor de Ética para Amador. Involuntarios porque han sido espigados por Andrés Neuman de entre los libros del filósofo: “Me encantan los aforismos, pero no sé escribirlos. El mérito está en la mirada de Andrés. Yo soy más argumentativo. Tal vez sea un defecto de profesor: creo que siempre hay algo que aclarar”. La chispa no falta en Los invitados de la princesa, que narra las peripecias de un grupo de escritores encerrados en una isla porque las cenizas de un volcán impiden usar el aeropuerto. “Me pasó a mí cerca de Milán con la nube del volcán islandés”, dice Savater, que puntea su novela con episodios relatados por los personajes aislados, a la manera de Boccaccio. Detectives, vampiros, cocineros, expertos en arte, aficionados a la hípica y profesores universitarios pueblan un libro protagonizado por un periodista vasco que huye de los clichés de su origen y de su oficio.
PREGUNTA. ¿Cuánto hay en su novela de parodia y cuánto de homenaje?
RESPUESTA. No, no, parodia no. Son relatos de género, de los géneros que me gustan. No quiero parodiarlos, sino contribuir a ellos. Odio los pastiches. Casi diría que ni el Quijote me gusta por eso. Eso sí, soy incapaz de escribir un artículo de 500 palabras sin humor, imagínate un libro de 300 páginas. Pero no porque diga las cosas sonriendo las digo menos en serio. Uno puede hacer un soneto humorístico sin parodiar los sonetos. Cada uno entra en un género con su personalidad.
P. Tal vez no parodie los géneros, pero los temas… Por ejemplo, la cocina vasca.
R. No sé si es parodia o mero reflejo de la realidad, porque todos los días los periódicos hablan en serio de esas cosas. Hay gente que dice que Ferran Adrià es un artista, como Leonardo da Vinci, y creo que lo dice en serio. Pero sí, hay cierta crítica a la inflación gastrológica y gastroidólatra.
P. A Ferran Adrià, insinúa un personaje, solo le falta ser vasco.
R. Desde Josechu el del tebeo, siempre hubo un prototipo de lo vasco: el que canta y come y da grandes palmadas en la espalda. Pero hay muchos que luchan contra esa idea, y mi protagonista es de ellos. La cocina siempre ha estado muy presente en el País Vasco, pero ahora se ha convertido, supongo que para ocultar otras cosas, en una especie de religión contra la que no se puede blasfemar.
P. ¿Cree que hay una segunda intención?
R. Es que la gastrolatría es el arte propio de esta época porque admite el esnobismo y el derroche y no exige reflexión. Se centra en el valor del dinero y en tener que reservar con tres meses cuando, como dice uno de los personajes de la novela, es un arte de usar y cagar.
P. Internet también recibe. “Los mediocres y los indolentes siempre esperan su absolución por medio de la técnica: a veces la consiguen y lo llamamos progreso”, dice.
R. Decir que gracias a Internet la erudición y las jerarquías intelectuales han desaparecido supone creer que alguien que dedica su vida a estudiar a Heródoto lo que quiere es tener en su cabeza todo lo que tiene la Wikipedia. La idea de la transformación que el saber produce en la persona y de que el saber no es una mera acumulación de noticias no se les pasa por la cabeza a los que piensan así. También la Enciclopedia Británica tenía más datos que cualquier ser humano y comprarla no nos hacía sabios. El acceso a Internet, tampoco.
P. No obstante, los apocalípticos tampoco salen indemnes de la sátira.
R. El tremendismo siempre es una peana, un sitio en el que subirse para que te vean. Cuando la gente está contenta con su estatura va a su aire, pero hay muchos que siempre están diciendo: “Mírame”. La peana siempre es dramática o lo contrario: hemos entrado en el reino de los cielos. Antes o después tienes que bajarte de ahí. En los extremos siempre falta humor.
P. ¿Por qué el humor se considera un género secundario pese a que la tradición española está llena de obras humorísticas?
R. Voltaire le dijo a Madame du Châtelet que aprendiera inglés para leer a Shakespeare, que no era un autor bueno pero tenía trozos aprovechables. Luego le dijo que se pusiera con el español para leer el Quijote y ella se negó diciendo que nunca aprendería una lengua cuya obra principal es una farsa. Siempre ha habido ese desprestigio intuitivo por el humor. Cuando te dicen de un autor que es lúcido y penetrante, siempre se piensa en un autor dramático e incluso melodramático. Si dices que uno de los grandes humoristas del siglo XX es Samuel Beckett, la gente se queda desconcertada porque quiere que Beckett sea una especie de Kafka de segunda edición, y eso que Kafka tiene su humor. En el fondo, lo trágico es el humor, quejarse de lo trágico es redundante.
P. ¿El placer está mal visto?
R. Leer por placer, sí. La gente se compra novelas como para terminar el bachillerato: este libro te explica China; el otro, la Segunda Guerra Mundial. Me gustaría que mis novelas las leyera gente con el bachillerato ya acabado. Que se informara en otra parte y a la novela fuera para disfrutar literariamente.
P. Se supone que, con la edad, un filósofo es más sabio, pero ¿un narrador es mejor novelista?
R. Al principio, cuando te dedicas a la filosofía, te tomas la ficción como un recreo, pero, aparte de artículos y conferencias, lo que yo tenía que decir en el campo del ensayo, de la educación y la divulgación —que no es nada del otro mundo— ya está dicho, mal o bien. Ahora me apetece dedicarme con más morosidad a la ficción.
P. Lo habitual cuando a un filósofo le interesa tanto la literatura es que se dedique a la estética más que a la ética. No ha sido su caso.
R. Porque me gusta la narración. Nunca me he tomado la literatura como materia para el experimento verbal. Lo que me gusta es la historia que se cuenta. Tengo un hermano pintor y siempre me ha reprochado mi escasa pasión por la estética. Me interesan las cosas relacionadas con la ética, el derecho y las obligaciones, el bien, el mal, lo justo y lo injusto.
P. ¿Más que la literatura de ideas?
R. Es que las ideas que me interesan son esas. Para quien no está acostumbrado a leer filosofía o para quien solo está interesado en la filosofía, las ideas disfrazadas de literatura son estupendas. Yo también disfruto con Thomas Mann, pero no solo busco eso, porque filosofía he leído siempre a diario. No necesito que un señor me la venda en forma de novela.
Nada escapa a la sátira de Fernando Savater en 'Los invitados de la princesa', la novela con la que ha obtenido el Premio Primavera
Una bandera pirata en forma de felpudo da la bienvenida a la casa madrileña de Fernando Savater (San Sebastián, 1947). El interior es un pandemonio de libros, plantas, fotos, postales y muñequitos con más o menos superpoderes. La casa de un lector con mil intereses y gafas graduadas para corregir la miopía y la solemnidad. No es extraño, pues, que el humor tiña las páginas de Los invitados de la princesa (Espasa), último premio Primavera, que se publica la semana que viene [en elpais.com pueden leerse hoy las primeras páginas]. Días más tarde aparecerá Tirar de la cuerda (Cuadernos del Vigía), una colección de aforismos involuntarios del autor de Ética para Amador. Involuntarios porque han sido espigados por Andrés Neuman de entre los libros del filósofo: “Me encantan los aforismos, pero no sé escribirlos. El mérito está en la mirada de Andrés. Yo soy más argumentativo. Tal vez sea un defecto de profesor: creo que siempre hay algo que aclarar”. La chispa no falta en Los invitados de la princesa, que narra las peripecias de un grupo de escritores encerrados en una isla porque las cenizas de un volcán impiden usar el aeropuerto. “Me pasó a mí cerca de Milán con la nube del volcán islandés”, dice Savater, que puntea su novela con episodios relatados por los personajes aislados, a la manera de Boccaccio. Detectives, vampiros, cocineros, expertos en arte, aficionados a la hípica y profesores universitarios pueblan un libro protagonizado por un periodista vasco que huye de los clichés de su origen y de su oficio.
PREGUNTA. ¿Cuánto hay en su novela de parodia y cuánto de homenaje?
RESPUESTA. No, no, parodia no. Son relatos de género, de los géneros que me gustan. No quiero parodiarlos, sino contribuir a ellos. Odio los pastiches. Casi diría que ni el Quijote me gusta por eso. Eso sí, soy incapaz de escribir un artículo de 500 palabras sin humor, imagínate un libro de 300 páginas. Pero no porque diga las cosas sonriendo las digo menos en serio. Uno puede hacer un soneto humorístico sin parodiar los sonetos. Cada uno entra en un género con su personalidad.
P. Tal vez no parodie los géneros, pero los temas… Por ejemplo, la cocina vasca.
R. No sé si es parodia o mero reflejo de la realidad, porque todos los días los periódicos hablan en serio de esas cosas. Hay gente que dice que Ferran Adrià es un artista, como Leonardo da Vinci, y creo que lo dice en serio. Pero sí, hay cierta crítica a la inflación gastrológica y gastroidólatra.
P. A Ferran Adrià, insinúa un personaje, solo le falta ser vasco.
R. Desde Josechu el del tebeo, siempre hubo un prototipo de lo vasco: el que canta y come y da grandes palmadas en la espalda. Pero hay muchos que luchan contra esa idea, y mi protagonista es de ellos. La cocina siempre ha estado muy presente en el País Vasco, pero ahora se ha convertido, supongo que para ocultar otras cosas, en una especie de religión contra la que no se puede blasfemar.
P. ¿Cree que hay una segunda intención?
R. Es que la gastrolatría es el arte propio de esta época porque admite el esnobismo y el derroche y no exige reflexión. Se centra en el valor del dinero y en tener que reservar con tres meses cuando, como dice uno de los personajes de la novela, es un arte de usar y cagar.
P. Internet también recibe. “Los mediocres y los indolentes siempre esperan su absolución por medio de la técnica: a veces la consiguen y lo llamamos progreso”, dice.
R. Decir que gracias a Internet la erudición y las jerarquías intelectuales han desaparecido supone creer que alguien que dedica su vida a estudiar a Heródoto lo que quiere es tener en su cabeza todo lo que tiene la Wikipedia. La idea de la transformación que el saber produce en la persona y de que el saber no es una mera acumulación de noticias no se les pasa por la cabeza a los que piensan así. También la Enciclopedia Británica tenía más datos que cualquier ser humano y comprarla no nos hacía sabios. El acceso a Internet, tampoco.
P. No obstante, los apocalípticos tampoco salen indemnes de la sátira.
R. El tremendismo siempre es una peana, un sitio en el que subirse para que te vean. Cuando la gente está contenta con su estatura va a su aire, pero hay muchos que siempre están diciendo: “Mírame”. La peana siempre es dramática o lo contrario: hemos entrado en el reino de los cielos. Antes o después tienes que bajarte de ahí. En los extremos siempre falta humor.
P. ¿Por qué el humor se considera un género secundario pese a que la tradición española está llena de obras humorísticas?
R. Voltaire le dijo a Madame du Châtelet que aprendiera inglés para leer a Shakespeare, que no era un autor bueno pero tenía trozos aprovechables. Luego le dijo que se pusiera con el español para leer el Quijote y ella se negó diciendo que nunca aprendería una lengua cuya obra principal es una farsa. Siempre ha habido ese desprestigio intuitivo por el humor. Cuando te dicen de un autor que es lúcido y penetrante, siempre se piensa en un autor dramático e incluso melodramático. Si dices que uno de los grandes humoristas del siglo XX es Samuel Beckett, la gente se queda desconcertada porque quiere que Beckett sea una especie de Kafka de segunda edición, y eso que Kafka tiene su humor. En el fondo, lo trágico es el humor, quejarse de lo trágico es redundante.
P. ¿El placer está mal visto?
R. Leer por placer, sí. La gente se compra novelas como para terminar el bachillerato: este libro te explica China; el otro, la Segunda Guerra Mundial. Me gustaría que mis novelas las leyera gente con el bachillerato ya acabado. Que se informara en otra parte y a la novela fuera para disfrutar literariamente.
P. Se supone que, con la edad, un filósofo es más sabio, pero ¿un narrador es mejor novelista?
R. Al principio, cuando te dedicas a la filosofía, te tomas la ficción como un recreo, pero, aparte de artículos y conferencias, lo que yo tenía que decir en el campo del ensayo, de la educación y la divulgación —que no es nada del otro mundo— ya está dicho, mal o bien. Ahora me apetece dedicarme con más morosidad a la ficción.
P. Lo habitual cuando a un filósofo le interesa tanto la literatura es que se dedique a la estética más que a la ética. No ha sido su caso.
R. Porque me gusta la narración. Nunca me he tomado la literatura como materia para el experimento verbal. Lo que me gusta es la historia que se cuenta. Tengo un hermano pintor y siempre me ha reprochado mi escasa pasión por la estética. Me interesan las cosas relacionadas con la ética, el derecho y las obligaciones, el bien, el mal, lo justo y lo injusto.
P. ¿Más que la literatura de ideas?
R. Es que las ideas que me interesan son esas. Para quien no está acostumbrado a leer filosofía o para quien solo está interesado en la filosofía, las ideas disfrazadas de literatura son estupendas. Yo también disfruto con Thomas Mann, pero no solo busco eso, porque filosofía he leído siempre a diario. No necesito que un señor me la venda en forma de novela.
Apagón mundial por la Tierra.
Interruptores en huelga
La Torre Eiffel, la Alhambra o la ópera de Sidney se quedarán a oscuras el 31 de marzo para alertar sobre el cambio climático
Las 20.30 es la hora marcada para que edificios repartidos por todo el mundo como la casa de la cultura de Don Benito, en Badajoz, y la ópera de Sidney, en Australia, apaguen sus luces, durante la celebración de La hora del planeta, evento multitudinario que organiza la ONG ecologista WWF. Se calcula que casi 2.000 millones de personas en todo el planeta secunden los apagones simbólicos en sus hogares para apoyar este evento, que cada año gana más adeptos en su lucha contra el cambio climático.
Sigur Ros fueron los primeros. Allá por el mes de junio de 2011, el grupo musical islandés anunció que cedía la canción Hoppípolla para que sirviera de banda sonora a La hora del planeta , la campaña de difusión mundial contra el cambio climático que emprende todos los años el World Wide Fund for Nature (WWF) y que en este 2012 tendrá lugar el próximo domingo 31 de marzo. España es uno de los países que más personas, administraciones y empresas moviliza en torno a la iniciativa, que tiene su punto álgido entre las 20.30 y 21.30 horas, momento en el que se produce un apagón simbólico de cientos de edificios en todo el país.
Si Sigur Ros fueron los primeros en sumarse a la campaña de 2012, a Sidney y a dos millones de australianos les corresponde el honor de ser los pioneros, en 2007, de la iniciativa. De una ciudad hace seis años se ha pasado a miles de ellas en 140 países, de las que el nuestro aportará más de doscientas. Estas fueron las que participaron el año pasado, pero Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España, comenta con entusiasmo que “para este año ya hemos conseguido que se sumen todas las capitales de provincias, pero lo más importante es que no somos nosotros los que tenemos que animarles a participar, hay muchas ciudades y empresas que hacen la campaña suya y promueven actos e iniciativas que involucran a decenas de miles de personas, desde empleados a usuarios”.
más información
Fotogalería de La hora del planeta en 2011La participación es de lo más variopinta y tiene un amplio recorrido en las redes sociales. Pull and Bear ha diseñado y vende la camiseta oficial de La hora del planeta, cuyos fondos se destinan a WWF en su lucha contra el cambio climático. Vodafone enviará un millón de SMS a sus clientes invitándoles a participar en la cita. Tetra Pak ha creado el perfil Mister Pak en Facebook con un concurso para colgar “compromisos o ideas sostenibles que sirvan para hacer del planeta un lugar mejor”; además apagará las luces de todos sus letreros luminosos de sus instalaciones en Arganda del Rey (Madrid) durante todo el fin de semana. NH Hoteles dejará a oscuras las fachadas de 312 hoteles en todo el mundo. El Grupo PRISA difunde a través de todos sus medios de comunicación la campaña.
Pedro Gómez, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona, subraya la importancia de este tipo de eventos, principalmente porque “inciden en el paso de un exceso de consumo y de producción absurdos de energía hacia una sociedad más sostenible, y sirve para que cada vez haya más personas que apaguen la luz cuando salen de una estancia, no mantengan encendido el piloto de stand-by de los electrodomésticos o sepan que un frigorífico de clase A de los más eficientes se amortiza en menos de tres años”. Y también hay un mensaje para las empresas: “En muchas ocasiones han llevado la delantera en cuestiones de ahorro y eficiencia energética porque mejora sus cuentas de resultados, pero hace falta un esfuerzo mayor, especialmente en el transporte y la edificación”.
El espaldarazo de la ciencia a la cita mundial del WWF es otro síntoma de su trascendencia, y quien mejor lo representa es Ene. Museo Nacional de la Energía, que complementará el apagado completo de las luces de las instalaciones en Ponferrada con un divertido espectáculo de circo urbano para contribuir a la concienciación de todos en el ahorro de energía. El Centro de Extensión Universitaria y Divulgación Ambiental de Galicia, las universidades de Vigo, Sevilla, Zaragoza, Salamanca, Castilla-La Mancha, Autónoma de Madrid y decenas de colegios e institutos repartidos por toda España, entre otros, hermanan la educación y la ciencia con La hora del planeta.
No obstante, el efecto mediático lo proporcionará, un año más, el apagón de numerosos monumentos y otros lugares emblemáticos en todo el mundo, desde la Torre Eiffel de París a la Opera de Sidney, pasando por Times Square en Nueva York. En España se quedarán a oscuras la Alhambra de Granada, el Acueducto de Segovia, el Monasterio de El Escorial, el Castillo de Montjüic o la catedral de Santiago. A la par, se celebrarán decenas de actividades en lugares céntricos de las ciudades más importantes, con una cita significativa en el entorno del Palacio de Oriente, en Madrid, donde quinientas personas compondrán un mosaico gigante con la imagen de un panda. Pero también es importante resaltar que calles, edificios y parques de Don Benito, Adeje (Santa Cruz de Tenerife), Alkiza (Guipúzcoa), Salteras (Sevilla) o San Martín del Rey Aurelio (Asturias), entre otros muchos, también contribuyen al éxito de La hora del planeta.
La Torre Eiffel, la Alhambra o la ópera de Sidney se quedarán a oscuras el 31 de marzo para alertar sobre el cambio climático
Las 20.30 es la hora marcada para que edificios repartidos por todo el mundo como la casa de la cultura de Don Benito, en Badajoz, y la ópera de Sidney, en Australia, apaguen sus luces, durante la celebración de La hora del planeta, evento multitudinario que organiza la ONG ecologista WWF. Se calcula que casi 2.000 millones de personas en todo el planeta secunden los apagones simbólicos en sus hogares para apoyar este evento, que cada año gana más adeptos en su lucha contra el cambio climático.
Sigur Ros fueron los primeros. Allá por el mes de junio de 2011, el grupo musical islandés anunció que cedía la canción Hoppípolla para que sirviera de banda sonora a La hora del planeta , la campaña de difusión mundial contra el cambio climático que emprende todos los años el World Wide Fund for Nature (WWF) y que en este 2012 tendrá lugar el próximo domingo 31 de marzo. España es uno de los países que más personas, administraciones y empresas moviliza en torno a la iniciativa, que tiene su punto álgido entre las 20.30 y 21.30 horas, momento en el que se produce un apagón simbólico de cientos de edificios en todo el país.
Si Sigur Ros fueron los primeros en sumarse a la campaña de 2012, a Sidney y a dos millones de australianos les corresponde el honor de ser los pioneros, en 2007, de la iniciativa. De una ciudad hace seis años se ha pasado a miles de ellas en 140 países, de las que el nuestro aportará más de doscientas. Estas fueron las que participaron el año pasado, pero Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España, comenta con entusiasmo que “para este año ya hemos conseguido que se sumen todas las capitales de provincias, pero lo más importante es que no somos nosotros los que tenemos que animarles a participar, hay muchas ciudades y empresas que hacen la campaña suya y promueven actos e iniciativas que involucran a decenas de miles de personas, desde empleados a usuarios”.
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Fotogalería de La hora del planeta en 2011La participación es de lo más variopinta y tiene un amplio recorrido en las redes sociales. Pull and Bear ha diseñado y vende la camiseta oficial de La hora del planeta, cuyos fondos se destinan a WWF en su lucha contra el cambio climático. Vodafone enviará un millón de SMS a sus clientes invitándoles a participar en la cita. Tetra Pak ha creado el perfil Mister Pak en Facebook con un concurso para colgar “compromisos o ideas sostenibles que sirvan para hacer del planeta un lugar mejor”; además apagará las luces de todos sus letreros luminosos de sus instalaciones en Arganda del Rey (Madrid) durante todo el fin de semana. NH Hoteles dejará a oscuras las fachadas de 312 hoteles en todo el mundo. El Grupo PRISA difunde a través de todos sus medios de comunicación la campaña.
Pedro Gómez, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona, subraya la importancia de este tipo de eventos, principalmente porque “inciden en el paso de un exceso de consumo y de producción absurdos de energía hacia una sociedad más sostenible, y sirve para que cada vez haya más personas que apaguen la luz cuando salen de una estancia, no mantengan encendido el piloto de stand-by de los electrodomésticos o sepan que un frigorífico de clase A de los más eficientes se amortiza en menos de tres años”. Y también hay un mensaje para las empresas: “En muchas ocasiones han llevado la delantera en cuestiones de ahorro y eficiencia energética porque mejora sus cuentas de resultados, pero hace falta un esfuerzo mayor, especialmente en el transporte y la edificación”.
El espaldarazo de la ciencia a la cita mundial del WWF es otro síntoma de su trascendencia, y quien mejor lo representa es Ene. Museo Nacional de la Energía, que complementará el apagado completo de las luces de las instalaciones en Ponferrada con un divertido espectáculo de circo urbano para contribuir a la concienciación de todos en el ahorro de energía. El Centro de Extensión Universitaria y Divulgación Ambiental de Galicia, las universidades de Vigo, Sevilla, Zaragoza, Salamanca, Castilla-La Mancha, Autónoma de Madrid y decenas de colegios e institutos repartidos por toda España, entre otros, hermanan la educación y la ciencia con La hora del planeta.
No obstante, el efecto mediático lo proporcionará, un año más, el apagón de numerosos monumentos y otros lugares emblemáticos en todo el mundo, desde la Torre Eiffel de París a la Opera de Sidney, pasando por Times Square en Nueva York. En España se quedarán a oscuras la Alhambra de Granada, el Acueducto de Segovia, el Monasterio de El Escorial, el Castillo de Montjüic o la catedral de Santiago. A la par, se celebrarán decenas de actividades en lugares céntricos de las ciudades más importantes, con una cita significativa en el entorno del Palacio de Oriente, en Madrid, donde quinientas personas compondrán un mosaico gigante con la imagen de un panda. Pero también es importante resaltar que calles, edificios y parques de Don Benito, Adeje (Santa Cruz de Tenerife), Alkiza (Guipúzcoa), Salteras (Sevilla) o San Martín del Rey Aurelio (Asturias), entre otros muchos, también contribuyen al éxito de La hora del planeta.
El PP premia a los defraudadores al fisco.
Rubalcaba: "El PP cobra a los trabajadores y baja impuestos a los defraudadores"
El líder del PSOE asegura que los Presupuestos generarán "más desigualdad y desempleo"
La derecha usa la crisis como "pretexto para destruir el Estado del bienestar", afirma
El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha asegurado que la derecha está perdiendo "credibilidad", como demuestran los resultados de las elecciones en Andalucía y Asturias, al adoptar medidas como la reforma laboral y un recorte de 27.300 millones de euros en los Presupuestos Generales del Estado, que conllevarán "más desigualdad y desempleo".
Sobre los Presupuestos, presentados ayer por el Gobierno, Rubalcaba ha comentado que "ya se sabe por qué los escondían, porque tenían una amnistía fiscal, un proyecto que consiste en cobrar más a los trabajadores" y reducir impuestos "a los defraudadores", por lo que son "unos presupuestos inaceptables, que proponen subir la luz, el gas, los impuestos, recortar en educación, en dependencia, en investigación, en inversiones sociales", en las partidas para crear empleo y, además, "bajar mucho los impuestos a quienes defraudan a Hacienda", ha aseverado.
Por este motivo, el líder del PSOE ha apreciado que "la derecha está convirtiendo la crisis en un magnífico pretexto para destruir el Estado del bienestar. La crisis es la gran coartada y detrás de las reformas o de las políticas que se ponen en marcha se esconde puramente una opción ideológica", eso es lo que el PSOE debe explicar a los españoles, ha defendido.
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La “amnistía” fiscal revoluciona a la oposición, por ANABEL DÍEZ Rajoy rechazó en 2010 la idea de una amnistía fiscal por ser una "ocurrencia" Rajoy lanza una amnistía fiscal en los Presupuestos más restrictivos 12.314 millones de euros más gracias al IRPF, sociedades o el tabaco Los recortes de Fomento reducen las ayudas al acceso a la vivienda en un 42% Rubalcaba ha recordado que lo que comenzó como una crisis financiera, producto de un sistema que se había desarrollado sin ningún tipo de regulación, derivó luego en una necesidad de reformar el capitalismo que "ya se ha olvidado" y que "si nos descuidamos lo que hay que cambiar es la socialdemocracia como culpables de la crisis".
"Los socialistas no estamos por gastar lo que no tenemos, pero para ajustar se puede pedir un esfuerzo a unos o a otros", y por eso para el líder de la oposición, este es un "momento trascendental" para "hacerlo bien y estar con la gente" y explicar que "no es la crisis sino la ideología".
El líder socialista ha recordado los resultados de las elecciones andaluzas y asturianas, que demuestran el desgaste del PP en sus primeros 100 días de Gobierno, porque los españoles han comprobado que Mariano Rajoy "no dijo ninguna verdad" durante la campaña electoral y ha puesto el despido "a precio de saldo", ha puesto a los defraudadores "en casa" y ha subido los impuestos.
Alfredo Pérez Rubalcaba ha asistido hoy en Zaragoza al acto de inauguración del 15º Congreso Regional del PSOE-Aragón, que se celebra en el Palacio de Congresos Expo y en el que se renovará la dirección del partido, que pasará a liderar, previsiblemente, el actual secretario general de los socialistas zaragozanos, Javier Lambán.
El líder del PSOE asegura que los Presupuestos generarán "más desigualdad y desempleo"
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El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha asegurado que la derecha está perdiendo "credibilidad", como demuestran los resultados de las elecciones en Andalucía y Asturias, al adoptar medidas como la reforma laboral y un recorte de 27.300 millones de euros en los Presupuestos Generales del Estado, que conllevarán "más desigualdad y desempleo".
Sobre los Presupuestos, presentados ayer por el Gobierno, Rubalcaba ha comentado que "ya se sabe por qué los escondían, porque tenían una amnistía fiscal, un proyecto que consiste en cobrar más a los trabajadores" y reducir impuestos "a los defraudadores", por lo que son "unos presupuestos inaceptables, que proponen subir la luz, el gas, los impuestos, recortar en educación, en dependencia, en investigación, en inversiones sociales", en las partidas para crear empleo y, además, "bajar mucho los impuestos a quienes defraudan a Hacienda", ha aseverado.
Por este motivo, el líder del PSOE ha apreciado que "la derecha está convirtiendo la crisis en un magnífico pretexto para destruir el Estado del bienestar. La crisis es la gran coartada y detrás de las reformas o de las políticas que se ponen en marcha se esconde puramente una opción ideológica", eso es lo que el PSOE debe explicar a los españoles, ha defendido.
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La “amnistía” fiscal revoluciona a la oposición, por ANABEL DÍEZ Rajoy rechazó en 2010 la idea de una amnistía fiscal por ser una "ocurrencia" Rajoy lanza una amnistía fiscal en los Presupuestos más restrictivos 12.314 millones de euros más gracias al IRPF, sociedades o el tabaco Los recortes de Fomento reducen las ayudas al acceso a la vivienda en un 42% Rubalcaba ha recordado que lo que comenzó como una crisis financiera, producto de un sistema que se había desarrollado sin ningún tipo de regulación, derivó luego en una necesidad de reformar el capitalismo que "ya se ha olvidado" y que "si nos descuidamos lo que hay que cambiar es la socialdemocracia como culpables de la crisis".
"Los socialistas no estamos por gastar lo que no tenemos, pero para ajustar se puede pedir un esfuerzo a unos o a otros", y por eso para el líder de la oposición, este es un "momento trascendental" para "hacerlo bien y estar con la gente" y explicar que "no es la crisis sino la ideología".
El líder socialista ha recordado los resultados de las elecciones andaluzas y asturianas, que demuestran el desgaste del PP en sus primeros 100 días de Gobierno, porque los españoles han comprobado que Mariano Rajoy "no dijo ninguna verdad" durante la campaña electoral y ha puesto el despido "a precio de saldo", ha puesto a los defraudadores "en casa" y ha subido los impuestos.
Alfredo Pérez Rubalcaba ha asistido hoy en Zaragoza al acto de inauguración del 15º Congreso Regional del PSOE-Aragón, que se celebra en el Palacio de Congresos Expo y en el que se renovará la dirección del partido, que pasará a liderar, previsiblemente, el actual secretario general de los socialistas zaragozanos, Javier Lambán.
España. La imagen de la 'normalidad' forzada.
El Gobierno rebaja la tensión para dar imagen de normalidad y diálogo
Preocupa la repercusión internacional de algunas imágenes violentas en el paro
Santamaría, sobre los incidentes de Barcelona: “No son la sociedad española”
SALIDA POR LA PUERTA TRASERA La vicepresidenta y el ministro de Hacienda salieron de la sala de ruedas de prensa del Consejo de Ministros por una puerta trasera que jamás suelen usar. Lo hicieron ante el gran número de periodistas y ante la insistencia de una reportera italiana de abordar a Sáenz de Santamaría, según los servicios de seguridad de Moncloa.
Justo al llegar hoy formalmente a los 100 días de Gobierno, Mariano Rajoy se ha encontrado con un descontento social inesperado. A estas alturas, en sus planes estaba contar con el aval a sus políticas de las elecciones andaluzas y un fracaso estrepitoso de la huelga general. No ha sido así. El paro y, sobre todo, las multitudinarias manifestaciones del jueves en toda España, con el propio Ministerio del Interior calculando un seguimiento cercano al millón de personas en las calles, han evidenciado un malestar y una tensión que ahora el Gobierno trata de reconducir. El primer giro a esa estrategia se apreció ayer mismo. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría mostró, tras el Consejo de Ministros, su respeto por las opiniones y decisiones de UGT y CC OO, que ayer emplazaron de nuevo al Gobierno a negociar con una fecha en el horizonte: el Primero de Mayo. Si antes de esa fecha no se han abierto conversaciones para cambiar el rumbo de la reforma laboral, los sindicatos tratarán de convertir esta simbólica fecha en una nueva jornada de protesta contra el Gobierno.
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Tras el Consejo de Ministros, Santamaría, además de lanzar un mensaje interno tranquilizador, se esforzó por dirigirse más allá de los Pirineos, a nuestros socios europeos y a los mercados internacionales. Puso énfasis en separar el paro bastante normalizado en toda España de los sucesos violentos de Barcelona con los que culminó la manifestación de la capital catalana. “No son la sociedad española”, ahondó Santamaría. Estas palabras llegaron en respuesta a una pregunta de un periodista de una televisión holandesa, que estaba retransmitiendo en directo la conferencia, y en la misma la vicepresidenta se esforzó para que no se asimile a España con imágenes aisladas de violencia que se han visto en otros países como Grecia. Preocupa mucho esa asociación de ideas.
La vicepresidenta no dejó pasar la oportunidad para condenar lo ocurrido en Barcelona, pero situándolo en su contexto más medido: “Esa no es la no es la manera en que los españoles ejercen sus derechos o salen de las situaciones complicadas”. A lo que añadió que el jueves “se ejercieron todos los derechos en una situación pacífica y ordinaria”.
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El Gobierno: "Las imágenes de violencia no reflejan la sociedad" Aguirre tacha la huelga de ilegal Trias pide endurecer el Código Penal contra el vandalismo Méndez: "El Gobierno le ha dejado el problema del paro a la patronal" Lejos de criticar a los sindicatos al día siguiente de la huelga, las declaraciones de la vicepresidenta apuntalan la línea que inauguró la jornada anterior la ministra de Empleo. El mismo día de la huelga, Fátima Báñez se dispuso a preparar una tarea difícil: gestionar el día después. “Los sindicatos son actores muy importantes para la solución de los problemas de este país y confío en su responsabilidad para que den lo mejor de sí mismos”, resaltó la titular de Empleo, volviendo a mostrar su disposición al diálogo.
Las palabras de Báñez y Santamaría contrastan con la manera en la que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, afronta la resaca de la huelga: “[Los sindicatos] van a caer como el muro de Berlín”. A pesar de haberse sentado a negociar con los sindicatos, y ser la primera comunidad autónoma que pactó servicios mínimos en todas las áreas esenciales (transportes, sanidad, educación y atención social), Aguirre atacó con crudeza a los sindicatos al calificar la huelga de “política, y por tanto, ilegal”.
El contraste se acentúa escuchando a Santamaría: “Yo respeto el derecho de cada cual, en este caso de las organizaciones sindicales a defender lo que consideren oportuno con los métodos que consideren oportunos. Luego cada cual tiene que dar explicación de los resultados de esos instrumentos”.
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La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ayer tras el Consejo de Ministros. / GORKA LEJARCEGI
La estrategia de La Moncloa es clara. La espiral de confrontación con los sindicatos y con los miles de españoles que representan y se manifestaron masivamente el jueves no puede aportar nada bueno. Y esa amenaza de “creciente conflictividad social” si no se rectifica y se negocian enmiendas a la dura reforma laboral durante el trámite parlamentario también está presente. El PP, por de pronto, también entrará en juego en ese escenario.
En el propio partido reconocen que han perdido pulso en estos meses, desde la victoria electoral de Mariano Rajoy, el pasado 20 de noviembre, y pretenden recuperarlo para contraponer sus tesis a las del PSOE y los sindicatos. Hoy mismo, María Dolores de Cospedal, la secretaria general, convocará en la sede central de Génova a más de 150 dirigentes (los diputados de las comisiones económicas del Congreso, Senado y Cámaras autonómicas) para darles las instrucciones. No quieren quedarse encerrados en sus sedes ni en sus argumentos. Intentan, al menos, dar la batalla de las ideas. Tienen imposible defender que los Presupuestos no han bajado prácticamente en todas las partidas, pero al menos quieren servirle de parapeto al Gobierno y a Rajoy.
Preocupa la repercusión internacional de algunas imágenes violentas en el paro
Santamaría, sobre los incidentes de Barcelona: “No son la sociedad española”
SALIDA POR LA PUERTA TRASERA La vicepresidenta y el ministro de Hacienda salieron de la sala de ruedas de prensa del Consejo de Ministros por una puerta trasera que jamás suelen usar. Lo hicieron ante el gran número de periodistas y ante la insistencia de una reportera italiana de abordar a Sáenz de Santamaría, según los servicios de seguridad de Moncloa.
Justo al llegar hoy formalmente a los 100 días de Gobierno, Mariano Rajoy se ha encontrado con un descontento social inesperado. A estas alturas, en sus planes estaba contar con el aval a sus políticas de las elecciones andaluzas y un fracaso estrepitoso de la huelga general. No ha sido así. El paro y, sobre todo, las multitudinarias manifestaciones del jueves en toda España, con el propio Ministerio del Interior calculando un seguimiento cercano al millón de personas en las calles, han evidenciado un malestar y una tensión que ahora el Gobierno trata de reconducir. El primer giro a esa estrategia se apreció ayer mismo. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría mostró, tras el Consejo de Ministros, su respeto por las opiniones y decisiones de UGT y CC OO, que ayer emplazaron de nuevo al Gobierno a negociar con una fecha en el horizonte: el Primero de Mayo. Si antes de esa fecha no se han abierto conversaciones para cambiar el rumbo de la reforma laboral, los sindicatos tratarán de convertir esta simbólica fecha en una nueva jornada de protesta contra el Gobierno.
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Tras el Consejo de Ministros, Santamaría, además de lanzar un mensaje interno tranquilizador, se esforzó por dirigirse más allá de los Pirineos, a nuestros socios europeos y a los mercados internacionales. Puso énfasis en separar el paro bastante normalizado en toda España de los sucesos violentos de Barcelona con los que culminó la manifestación de la capital catalana. “No son la sociedad española”, ahondó Santamaría. Estas palabras llegaron en respuesta a una pregunta de un periodista de una televisión holandesa, que estaba retransmitiendo en directo la conferencia, y en la misma la vicepresidenta se esforzó para que no se asimile a España con imágenes aisladas de violencia que se han visto en otros países como Grecia. Preocupa mucho esa asociación de ideas.
La vicepresidenta no dejó pasar la oportunidad para condenar lo ocurrido en Barcelona, pero situándolo en su contexto más medido: “Esa no es la no es la manera en que los españoles ejercen sus derechos o salen de las situaciones complicadas”. A lo que añadió que el jueves “se ejercieron todos los derechos en una situación pacífica y ordinaria”.
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El Gobierno: "Las imágenes de violencia no reflejan la sociedad" Aguirre tacha la huelga de ilegal Trias pide endurecer el Código Penal contra el vandalismo Méndez: "El Gobierno le ha dejado el problema del paro a la patronal" Lejos de criticar a los sindicatos al día siguiente de la huelga, las declaraciones de la vicepresidenta apuntalan la línea que inauguró la jornada anterior la ministra de Empleo. El mismo día de la huelga, Fátima Báñez se dispuso a preparar una tarea difícil: gestionar el día después. “Los sindicatos son actores muy importantes para la solución de los problemas de este país y confío en su responsabilidad para que den lo mejor de sí mismos”, resaltó la titular de Empleo, volviendo a mostrar su disposición al diálogo.
Las palabras de Báñez y Santamaría contrastan con la manera en la que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, afronta la resaca de la huelga: “[Los sindicatos] van a caer como el muro de Berlín”. A pesar de haberse sentado a negociar con los sindicatos, y ser la primera comunidad autónoma que pactó servicios mínimos en todas las áreas esenciales (transportes, sanidad, educación y atención social), Aguirre atacó con crudeza a los sindicatos al calificar la huelga de “política, y por tanto, ilegal”.
El contraste se acentúa escuchando a Santamaría: “Yo respeto el derecho de cada cual, en este caso de las organizaciones sindicales a defender lo que consideren oportuno con los métodos que consideren oportunos. Luego cada cual tiene que dar explicación de los resultados de esos instrumentos”.
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La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ayer tras el Consejo de Ministros. / GORKA LEJARCEGI
La estrategia de La Moncloa es clara. La espiral de confrontación con los sindicatos y con los miles de españoles que representan y se manifestaron masivamente el jueves no puede aportar nada bueno. Y esa amenaza de “creciente conflictividad social” si no se rectifica y se negocian enmiendas a la dura reforma laboral durante el trámite parlamentario también está presente. El PP, por de pronto, también entrará en juego en ese escenario.
En el propio partido reconocen que han perdido pulso en estos meses, desde la victoria electoral de Mariano Rajoy, el pasado 20 de noviembre, y pretenden recuperarlo para contraponer sus tesis a las del PSOE y los sindicatos. Hoy mismo, María Dolores de Cospedal, la secretaria general, convocará en la sede central de Génova a más de 150 dirigentes (los diputados de las comisiones económicas del Congreso, Senado y Cámaras autonómicas) para darles las instrucciones. No quieren quedarse encerrados en sus sedes ni en sus argumentos. Intentan, al menos, dar la batalla de las ideas. Tienen imposible defender que los Presupuestos no han bajado prácticamente en todas las partidas, pero al menos quieren servirle de parapeto al Gobierno y a Rajoy.
Goldman Sachs, ese sucio negocio.
Goldman Sachs, el negocio de hambrear
Gustavo Duch Guillot*
Goldman Sachs y sus fondos de inversiones están hasta en la sopa. Literalmente.
Desde hace poco sabemos que sus legiones de ejecutivos goldmanitas controlan a cara descubierta gobiernos, ministerios, bancos centrales y otras instituciones públicas en Europa y Estados Unidos. Pero con antifaz y en la sombra, ¿desde cuándo lo están haciendo?
Los encontramos en su salsa cuando hablamos de petróleo, vivienda o cría de puercos. No sería extraño que estén presentes en negocios tan suculentos como el armamentístico.
En el Estado español, almorzamos con Goldman Sachs. Como ha denunciado el investigador Carles Soler, “Goldman & Sachs es propietaria de una de las grandes multinacionales de la restauración colectiva (ISS Facility Services), que en el Estado español sirve 22 millones de comidas anuales”.
En restaurantes de escuelas, hospitales o de residencias de la tercera edad, te alimentan para el buen provecho del mismo banco de inversiones responsable del hambre del siglo XXI. Porque Goldman Sachs no ha descuidado para nada el sector agrícola como fuente, no de comida, sino de beneficios económicos.
En 1991, los cerebros de Goldman Sachs repletos de ideas jugosas para las gentes de la bolsa, crearon un instrumento financiero que permite a cualquier pájaro invertir sus riquezas en productos básicos como el trigo, arroz o café. De lo que se come se cría, y criaron toneladas de beneficios.
Tantas apuestas sobre la ruleta de los mercados de los granos básicos son las responsables de la subida de precios de éstos, y por tanto, responsables de que millones de personas no puedan adquirir sus alimentos necesarios.
Desde el año 2000 hasta ahora, sin otras burbujas que inflar, el precio de los alimentos básicos prácticamente se ha triplicado en paralelo al incremento de los activos financieros en estos exquisitos platos financieros.
Para Goldman Sachs, invertir en panes y peces esperando su mágica multiplicación, les representa al año beneficios de 5 mil millones de dólares. Mucho dinero que en pocos años daría para reparar el hambre global, pero claro, ese no es su propósito, ese no es su negocio, es todo lo contrario. Fabrican hambre, son hambreadores.
Un nuevo negocio, también hambreador, ha salido al escenario. Comprar las mejores tierras fértiles para exigirles (hasta su agotamiento) la producción de biomasa –la energía que moverá el mundo y resolverá buena parte de los problemas ecológicos del Planeta. Dicen, pero es pura farsa.
Y, efectivamente, algunos personajes hechos en Goldman Sachs ya están en él. Como Joakim Helenius, y su fondo de inversiones Trigon Agri Fund, que se sepa lleva acumuladas sobre 170 mil hectáreas de tierras cultivables en la región de tierras negras en Rusia y Ucrania. O Neil Crowder que con el fondo Chayton Capital ha arrendado para los próximos 14 años 20 mil hectáreas en Zambia.
Abanderando la lucha contra el hambre, más hambre. Abanderando la lucha contra el cambio climático, más hambre.
* Coordinador de la revista Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas. Autor de Sin lavarse las manos y Alimentos bajo sospecha
Gustavo Duch Guillot*
Goldman Sachs y sus fondos de inversiones están hasta en la sopa. Literalmente.
Desde hace poco sabemos que sus legiones de ejecutivos goldmanitas controlan a cara descubierta gobiernos, ministerios, bancos centrales y otras instituciones públicas en Europa y Estados Unidos. Pero con antifaz y en la sombra, ¿desde cuándo lo están haciendo?
Los encontramos en su salsa cuando hablamos de petróleo, vivienda o cría de puercos. No sería extraño que estén presentes en negocios tan suculentos como el armamentístico.
En el Estado español, almorzamos con Goldman Sachs. Como ha denunciado el investigador Carles Soler, “Goldman & Sachs es propietaria de una de las grandes multinacionales de la restauración colectiva (ISS Facility Services), que en el Estado español sirve 22 millones de comidas anuales”.
En restaurantes de escuelas, hospitales o de residencias de la tercera edad, te alimentan para el buen provecho del mismo banco de inversiones responsable del hambre del siglo XXI. Porque Goldman Sachs no ha descuidado para nada el sector agrícola como fuente, no de comida, sino de beneficios económicos.
En 1991, los cerebros de Goldman Sachs repletos de ideas jugosas para las gentes de la bolsa, crearon un instrumento financiero que permite a cualquier pájaro invertir sus riquezas en productos básicos como el trigo, arroz o café. De lo que se come se cría, y criaron toneladas de beneficios.
Tantas apuestas sobre la ruleta de los mercados de los granos básicos son las responsables de la subida de precios de éstos, y por tanto, responsables de que millones de personas no puedan adquirir sus alimentos necesarios.
Desde el año 2000 hasta ahora, sin otras burbujas que inflar, el precio de los alimentos básicos prácticamente se ha triplicado en paralelo al incremento de los activos financieros en estos exquisitos platos financieros.
Para Goldman Sachs, invertir en panes y peces esperando su mágica multiplicación, les representa al año beneficios de 5 mil millones de dólares. Mucho dinero que en pocos años daría para reparar el hambre global, pero claro, ese no es su propósito, ese no es su negocio, es todo lo contrario. Fabrican hambre, son hambreadores.
Un nuevo negocio, también hambreador, ha salido al escenario. Comprar las mejores tierras fértiles para exigirles (hasta su agotamiento) la producción de biomasa –la energía que moverá el mundo y resolverá buena parte de los problemas ecológicos del Planeta. Dicen, pero es pura farsa.
Y, efectivamente, algunos personajes hechos en Goldman Sachs ya están en él. Como Joakim Helenius, y su fondo de inversiones Trigon Agri Fund, que se sepa lleva acumuladas sobre 170 mil hectáreas de tierras cultivables en la región de tierras negras en Rusia y Ucrania. O Neil Crowder que con el fondo Chayton Capital ha arrendado para los próximos 14 años 20 mil hectáreas en Zambia.
Abanderando la lucha contra el hambre, más hambre. Abanderando la lucha contra el cambio climático, más hambre.
* Coordinador de la revista Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas. Autor de Sin lavarse las manos y Alimentos bajo sospecha
España y la reforma laboral.
Reforma laboral, crisis y huelga general en España
Marcos Roitman Rosenmann/II
Un trabajador limpia una tienda en Barcelona, un día después del paro general en EspañaFoto Ap
Empresarios, partidos mayoritarios, PP y PSOE con sus aliados nacionalistas, Convergencia y Unión en Cataluña y Partido Nacionalista Vasco en Euskadi y minorías coyunturales decidieron dar a la patronal todo el poder para someter a la fuerza de trabajo a su campo de condiciones sin ninguna cortapisa legal. El primer punto para lograrlo ha sido ir contra la estabilidad laboral y promover el despido libre a la par que introducir el despido en la administración pública. Como lo señala la actual memoria justificativa y económica de la Reforma del Mercado Laboral: “...la estabilidad –en el empleo– puede tener también un lado negativo cuando, al ser el riesgo de despido muy reducido, se desincentiva el esfuerzo y se genera una excesiva resistencia a la adaptación a las nuevas necesidades. Este tipo de estabilidad tiene bastante que ver con el coste y margen de decisión empresarial en el despido, que en España es relativamente más caro y limitado que en países de nuestro entorno...”. Por consiguiente, un gobierno responsable debe revertir las resistencias de las clases trabajadoras a un mercado laboral desregulado y convencerlas de los beneficios que conlleva implantar la total flexibilidad en los tipos de contratación y, sobre todo, de las maravillas que se obtienen al abaratar el despido.
La actual reforma laboral tiene en estos antecedentes su articulado. Ajustar para crecer y salir de la crisis es su lema. Bajo el discurso de adecuar las relaciones sociolaborales a las nuevas circunstancias de la recesión abre la puerta a un conjunto de medidas de carácter estructural, cuyo sentido es hacerlas perdurar en el tiempo. La reforma laboral del gobierno de Rajoy es continuidad de la aprobada por el gobierno de Zapatero y el PSOE en 2010. No existe ruptura entre las medidas aplicadas por el Partido Popular, en el gobierno, y las desarrolladas por el PSOE, hoy en la oposición, por mucho que Rubalcaba y sus dirigentes se empeñen en mostrar diferencias. Seguramente si el PSOE hubiese ganado las elecciones generales habría hecho lo mismo. Se trata de una reforma estructural que afecta todos los aspectos del mundo del trabajo. Modifica la ley de contratos, el despido, las condiciones de trabajo, la conciliación laboral, el régimen de la seguridad social y el Estatuto de los Trabajadores. Igualmente, reforma las leyes de empleo, de formación profesional y consolida el despido objetivo cerrando los flecos de anteriores reformas, ajustes y recortes. El Real Decreto Ley 3/2012 es consistente. No hay vuelta atrás, por mucho que los sindicatos convoquen a la novena huelga general. El partido popular no cambiará ni un punto ni una coma del articulado. La justificación del gobierno para no modificar la redacción pasa por tachar la reforma de necesaria, justa, equilibrada y eficiente. 1. Necesaria, dicen, porque adecua el mercado laboral a las exigencias de la Unión Europea y cumple con los requerimientos de estabilidad presupuestaria para contener el gasto público. Por consiguiente, ambas exigencias, emanadas del Banco Central Europeo, bajo la tutela de Merkel y Sarkozy, son el eje de la actual reforma laboral. Continuidad en el argumento, basta recordar que el PSOE, con apoyo del PP, modificó la Constitución para limitar el gasto público. 2. Justa, pues elimina el proteccionismo, que favorece al trabajador en caso de despido. El empresario ya puede despedir de manera más expedita a través del llamado despido exprés, eludiendo de esta forma los salarios de tramitación, sin coste adicional y más barato. 3. Eficiente, apuntan, al fundarse en criterios de racionalidad económica y ser ajustada a las leyes del mercado, lo cual garantiza salir de la crisis mejorando las condiciones para la contratación y la creación de empleo en el medio y largo plazos. 4. Equilibrada, de acuerdo con los representantes del Partido Popular. La noción de equilibrio consiste en aligerar el peso en uno de los dos platillos de la balanza, el que protege al trabajador, considerando el derecho laboral como obstáculo para el empresario cuando se fijan las condiciones contractuales. Esta percepción acaba con el espíritu del derecho laboral de impedir la arbitrariedad del empresario en caso de despido por causas injustificadas o improcedentes. En este contexto, la reforma desplaza el derecho laboral a un ámbito testimonial, al existir el despido objetivo y procedente.
Asistimos a una realidad dantesca. No queda rastro de las leyes de protección al trabajador. Con el pretexto de crear empleo y cumplir con las exigencias del Banco Central Europeo se degradan las condiciones salariales y de trabajo, y se desregula el mercado laboral. De esta manera se propone la moderación salarial al tiempo que se facilitan las exenciones fiscales a los empresarios para seguir aumentando su patrimonio. De acuerdo con las nuevas normativas, el empleador ve rebajado el pago de indemnización por despido, desde la entrada en vigor de la reforma en 60 por ciento. La indemnización por despido improcedente consideraba 45 días por año trabajado hasta un total de 42 mensualidades y el objetivo procedente contempla 20 por años trabajados y tiene un límite máximo de 12 mensualidades. Igualmente, en el sector público la administración puede despedir a los funcionarios bajo el pretexto de cese de función. En otras palabras, si un ministerio decide eliminar una prestación, los funcionarios adscritos a tal servicio no serán reubicados, sino serán eliminados de la plantilla. Puede ser el caso en sanidad, educación, etcétera. El resultado: deterioro en la calidad de los servicios públicos y adelgazamiento de la administración, que facilita la privatización y externalización de servicios hasta ahora en manos del Estado.
La convocatoria a huelga general ha sido criminalizada por el Partido Popular señalando que es injusta, innecesaria y poco solidaria con los 5 millones de parados; basta afirmar que son los mismos adjetivos utilizados por el PSOE en 2010. (Véase mi artículo en La Jornada “La criminalización de la huelga general”). El argumento en favor de la reforma consiste en señalar que cuenta con el aval de los mercados, las empresas trasnacionales, la patronal, los organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, y la mayoría del Parlamento Europeo. La reforma laboral viene para quedarse, salvo debacle o un estado de insurrección pacífica que paralice el país y les haga sentir miedo, situación deseable pero poco probable. Por el momento el gobierno sólo atina a descalificar a sus convocantes, los sindicatos, tildarlos de anticuados, parásitos de las ayudas estatales y vagos que no dan palo al agua. Los mandamases del Partido Popular y sus socios en los medios de comunicación social utilizan toda la artillería para desacreditarla. La violencia verbal y psicológica se une al desprestigio de dirigentes y líderes sindicales. Por otro lado, la patronal y los empresarios presionan a los trabajadores para que no secunden la convocatoria; son conscientes de que pueden hacerlo sin coste adicional alguno. Hoy cuentan con una ley que les otorga privilegios ad infinitum. Les permite tomar represalias en forma de traslado forzoso o acudir al despido procedente acreditando una disminución de beneficios en el medio plazo. Nada como jugar con las cartas marcadas. Sabedores de su actual protagonismo, deciden lanzar un órdago a la grande y solicitar del gobierno que restringa al máximo el uso del derecho de huelga, decretando servicios mínimos abusivos que hagan ineficaz la convocatoria, cambiando su articulado. Sin duda, lo que se dirime en la convocatoria de huelga general no es sólo el contenido reaccionario de una reforma laboral, sino un sistema social excluyente, generador de mayores desigualdades, paro en el que se entrega todo el poder a los empresarios. El retorno de la esclavitud está a la vuelta de la esquina. Es cosa de esperar.
Marcos Roitman Rosenmann/II
Un trabajador limpia una tienda en Barcelona, un día después del paro general en EspañaFoto Ap
Empresarios, partidos mayoritarios, PP y PSOE con sus aliados nacionalistas, Convergencia y Unión en Cataluña y Partido Nacionalista Vasco en Euskadi y minorías coyunturales decidieron dar a la patronal todo el poder para someter a la fuerza de trabajo a su campo de condiciones sin ninguna cortapisa legal. El primer punto para lograrlo ha sido ir contra la estabilidad laboral y promover el despido libre a la par que introducir el despido en la administración pública. Como lo señala la actual memoria justificativa y económica de la Reforma del Mercado Laboral: “...la estabilidad –en el empleo– puede tener también un lado negativo cuando, al ser el riesgo de despido muy reducido, se desincentiva el esfuerzo y se genera una excesiva resistencia a la adaptación a las nuevas necesidades. Este tipo de estabilidad tiene bastante que ver con el coste y margen de decisión empresarial en el despido, que en España es relativamente más caro y limitado que en países de nuestro entorno...”. Por consiguiente, un gobierno responsable debe revertir las resistencias de las clases trabajadoras a un mercado laboral desregulado y convencerlas de los beneficios que conlleva implantar la total flexibilidad en los tipos de contratación y, sobre todo, de las maravillas que se obtienen al abaratar el despido.
La actual reforma laboral tiene en estos antecedentes su articulado. Ajustar para crecer y salir de la crisis es su lema. Bajo el discurso de adecuar las relaciones sociolaborales a las nuevas circunstancias de la recesión abre la puerta a un conjunto de medidas de carácter estructural, cuyo sentido es hacerlas perdurar en el tiempo. La reforma laboral del gobierno de Rajoy es continuidad de la aprobada por el gobierno de Zapatero y el PSOE en 2010. No existe ruptura entre las medidas aplicadas por el Partido Popular, en el gobierno, y las desarrolladas por el PSOE, hoy en la oposición, por mucho que Rubalcaba y sus dirigentes se empeñen en mostrar diferencias. Seguramente si el PSOE hubiese ganado las elecciones generales habría hecho lo mismo. Se trata de una reforma estructural que afecta todos los aspectos del mundo del trabajo. Modifica la ley de contratos, el despido, las condiciones de trabajo, la conciliación laboral, el régimen de la seguridad social y el Estatuto de los Trabajadores. Igualmente, reforma las leyes de empleo, de formación profesional y consolida el despido objetivo cerrando los flecos de anteriores reformas, ajustes y recortes. El Real Decreto Ley 3/2012 es consistente. No hay vuelta atrás, por mucho que los sindicatos convoquen a la novena huelga general. El partido popular no cambiará ni un punto ni una coma del articulado. La justificación del gobierno para no modificar la redacción pasa por tachar la reforma de necesaria, justa, equilibrada y eficiente. 1. Necesaria, dicen, porque adecua el mercado laboral a las exigencias de la Unión Europea y cumple con los requerimientos de estabilidad presupuestaria para contener el gasto público. Por consiguiente, ambas exigencias, emanadas del Banco Central Europeo, bajo la tutela de Merkel y Sarkozy, son el eje de la actual reforma laboral. Continuidad en el argumento, basta recordar que el PSOE, con apoyo del PP, modificó la Constitución para limitar el gasto público. 2. Justa, pues elimina el proteccionismo, que favorece al trabajador en caso de despido. El empresario ya puede despedir de manera más expedita a través del llamado despido exprés, eludiendo de esta forma los salarios de tramitación, sin coste adicional y más barato. 3. Eficiente, apuntan, al fundarse en criterios de racionalidad económica y ser ajustada a las leyes del mercado, lo cual garantiza salir de la crisis mejorando las condiciones para la contratación y la creación de empleo en el medio y largo plazos. 4. Equilibrada, de acuerdo con los representantes del Partido Popular. La noción de equilibrio consiste en aligerar el peso en uno de los dos platillos de la balanza, el que protege al trabajador, considerando el derecho laboral como obstáculo para el empresario cuando se fijan las condiciones contractuales. Esta percepción acaba con el espíritu del derecho laboral de impedir la arbitrariedad del empresario en caso de despido por causas injustificadas o improcedentes. En este contexto, la reforma desplaza el derecho laboral a un ámbito testimonial, al existir el despido objetivo y procedente.
Asistimos a una realidad dantesca. No queda rastro de las leyes de protección al trabajador. Con el pretexto de crear empleo y cumplir con las exigencias del Banco Central Europeo se degradan las condiciones salariales y de trabajo, y se desregula el mercado laboral. De esta manera se propone la moderación salarial al tiempo que se facilitan las exenciones fiscales a los empresarios para seguir aumentando su patrimonio. De acuerdo con las nuevas normativas, el empleador ve rebajado el pago de indemnización por despido, desde la entrada en vigor de la reforma en 60 por ciento. La indemnización por despido improcedente consideraba 45 días por año trabajado hasta un total de 42 mensualidades y el objetivo procedente contempla 20 por años trabajados y tiene un límite máximo de 12 mensualidades. Igualmente, en el sector público la administración puede despedir a los funcionarios bajo el pretexto de cese de función. En otras palabras, si un ministerio decide eliminar una prestación, los funcionarios adscritos a tal servicio no serán reubicados, sino serán eliminados de la plantilla. Puede ser el caso en sanidad, educación, etcétera. El resultado: deterioro en la calidad de los servicios públicos y adelgazamiento de la administración, que facilita la privatización y externalización de servicios hasta ahora en manos del Estado.
La convocatoria a huelga general ha sido criminalizada por el Partido Popular señalando que es injusta, innecesaria y poco solidaria con los 5 millones de parados; basta afirmar que son los mismos adjetivos utilizados por el PSOE en 2010. (Véase mi artículo en La Jornada “La criminalización de la huelga general”). El argumento en favor de la reforma consiste en señalar que cuenta con el aval de los mercados, las empresas trasnacionales, la patronal, los organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, y la mayoría del Parlamento Europeo. La reforma laboral viene para quedarse, salvo debacle o un estado de insurrección pacífica que paralice el país y les haga sentir miedo, situación deseable pero poco probable. Por el momento el gobierno sólo atina a descalificar a sus convocantes, los sindicatos, tildarlos de anticuados, parásitos de las ayudas estatales y vagos que no dan palo al agua. Los mandamases del Partido Popular y sus socios en los medios de comunicación social utilizan toda la artillería para desacreditarla. La violencia verbal y psicológica se une al desprestigio de dirigentes y líderes sindicales. Por otro lado, la patronal y los empresarios presionan a los trabajadores para que no secunden la convocatoria; son conscientes de que pueden hacerlo sin coste adicional alguno. Hoy cuentan con una ley que les otorga privilegios ad infinitum. Les permite tomar represalias en forma de traslado forzoso o acudir al despido procedente acreditando una disminución de beneficios en el medio plazo. Nada como jugar con las cartas marcadas. Sabedores de su actual protagonismo, deciden lanzar un órdago a la grande y solicitar del gobierno que restringa al máximo el uso del derecho de huelga, decretando servicios mínimos abusivos que hagan ineficaz la convocatoria, cambiando su articulado. Sin duda, lo que se dirime en la convocatoria de huelga general no es sólo el contenido reaccionario de una reforma laboral, sino un sistema social excluyente, generador de mayores desigualdades, paro en el que se entrega todo el poder a los empresarios. El retorno de la esclavitud está a la vuelta de la esquina. Es cosa de esperar.
Allí no más, al otro lado.
Allí no más, al otro lado
Sergio Ramírez
Estuve en San Salvador hace unos días por razones de mi oficio literario, pero con los muchos amigos con quienes me encontré, fue imposible dejar de hablar de la situación política, todo un hervidero de opiniones en un ambiente y un tono muy centroamericano. Cada quien conoce la verdadera versión, sabe los secretos mejor guardados, maneja a su propio sabor los chismes que se incuban en los mentideros y tiene a mano el análisis correcto.
Los distintos criterios bullen de manera más animada porque recién han pasado las elecciones legislativas y municipales, y he podido pulsar en vivo lo que piensan de ellas tirios y troyanos. Para mi sorpresa nicaragüense, todos aceptan que se trató de unas elecciones libres, limpias y honestas, en las que los votos fueron contados a cabalidad y de manera transparente. Sin sombra de dudas.
El Tribunal Supremo Electoral está compuesto por representantes de los partidos políticos, como en Nicaragua, y su presidente actual es miembro del FMLN, antigua fuerza guerrillera, igual que el FSLN en mi país, ambas ahora en el poder. Pero ese hecho no ha quitado credibilidad a las elecciones. Allá nadie, me dicen mis amigos con unanimidad de criterio, se atrevería a meter papeletas marcadas en una urna antes de que se abran las votaciones, a falsificar el acta de una mesa, a manipular el sistema de transmisión de datos. ¿Y negar cédulas a los ciudadanos?, pregunto yo. Tampoco.
Callo, maravillado. Al partido en el poder, el de los guerrilleros, le fue mal en estas elecciones. Perdió más de cien mil votos, varios asientos en la Asamblea Nacional, con lo que queda en minoría, y muchas alcaldías importantes, empezando por la de la capital, a pesar de que su candidato, Jorge Shafik Handal, lleva el mismo nombre de su padre ya difunto, una de las figuras emblemáticas del FMLN. Pero sus dirigentes no tardaron en reconocer el triunfo de Arena, su viejo adversario de la derecha; y tras el mea culpa, prometieron que trabajarían para recuperar la confianza del electorado. Ya ven. Las reglas de la democracia, uno de cuyos supuestos esenciales es la alternabilidad, cumplidas al pie de la letra.
Y también las condiciones de la campaña electoral fueron justas. El partido en el poder no usó los recursos del Estado para hacer propaganda, ni buscó comprar la voluntad de los votantes con prebendas y regalías, ni los empleados públicos fueron obligados a concurrir a las manifestaciones. Y como en las carreteras y avenidas aún se pueden ver las vallas de publicidad electoral, se nota que se hallan repartidas de manera equitativa. El FMLN no abruma a los demás partidos imponiendo sus colores ni los rostros de sus candidatos. Y yo sigo maravillado.
Hay una razón esencial en todo esto, me dicen. Un fraude, de cualquier tamaño o magnitud, sería intolerable porque, en primer lugar, rompería el equilibrio del que depende el funcionamiento del sistema democrático. Este equilibrio fue conseguido a raíz de la firma de los acuerdos de paz de comienzos de la década de los 90, que pusieron fin a la larga guerra que asoló a El Salvador, los guerrilleros del FMLN enfrentados al ejército, igual que en la misma década el Ejército Popular Sandinista se enfrentó a los guerrilleros de la contra, guerra que también terminó con unos acuerdos de paz.
Hoy día, tanto el FMLN como Arena son partidos sólidos y bien organizados, con estructuras de base y respaldo popular, y por dos décadas se han mantenido en sosegado equilibrio. El equilibrio vital para la democracia salvadoreña de que hablan mis amigos. Arena ganó sucesivamente cuatro elecciones presidenciales, hasta que el FMLN logró vencer los miedos que le impedían conquistar una mayoría, presentando a un candidato potable, el periodista Mauricio Funes.
De todos modos hubo alarma. Los izquierdistas, los comunistas, los viejos guerrilleros, tomaban por primera vez el poder y se temían políticas económicas interventoras, alteración de la economía de mercado, confiscaciones. Nada de eso ocurrió, y los años de gobierno de Funes han sido de tranquilidad institucional, perturbados por el enfrentamiento contra las pandillas de los Maras, y el enfrentamiento de los Maras entre sí, hasta que ahora, por mediación de la jerarquía de la Iglesia católica parece haberse iniciado un diálogo entre el gobierno y los pandilleros, que ha disminuido notablemente la violencia y ha llevado a estos últimos a anunciar el cese de esta segunda guerra irregular, tan costosa en víctimas.
Pero hay aún otra novedad, y es que, desde el principio, Funes tomó distancia de la dirigencia del FMLN, de discurso más duro, y lo primero que hizo fue proclamarse alineado con la visión de izquierda democrática del presidente Lula, de Brasil, y no con la del presidente Chávez, de Venezuela. La distancia se mantiene, y la cúpula del FMLN proclama públicamente que el gobierno de Funes no es el suyo propio, sino su aliado. Una situación un tanto surrealista, pero que a la postre ha resultado constructiva, y abre un tercer polo de equilibrio.
Durante las pasadas elecciones el presidente Funes no dio la cara por el FMLN en la contienda electoral, lo que quiere decir que personalmente no perdió esas elecciones, ya que su nivel de aceptación popular se mantiene en 60 por ciento; más bien se le señala de haber respaldado por debajo del agua al nuevo partido Gana, ligado al ex presidente Elías Antonio Saca, alejado ahora de Arena, que obtuvo 11 asientos en la Asamblea Nacional. Pero también se dice que la maniobra de respaldar a Gana fue compartida entre el presidente Funes y la alta dirigencia del FMLN, con la mira de restarle votos a Arena. Si fuera así, el tiro les salió por la culata, pues al que Gana quitó electores fue al propio FMLN.
De todas maneras, si uno mira desde Nicaragua a través de las aguas del golfo de Fonseca, la democracia en El Salvador está funcionando como debe ser. Nadie teme que de las filas del FMLN vaya a salir un caudillo que quiera quedarse en el poder para siempre; al final de su periodo, Funes se irá para su casa, y las probabilidades de que la derecha gane las próximas elecciones presidenciales están abiertas.
Asunto de maravillarse.
Sergio Ramírez
Estuve en San Salvador hace unos días por razones de mi oficio literario, pero con los muchos amigos con quienes me encontré, fue imposible dejar de hablar de la situación política, todo un hervidero de opiniones en un ambiente y un tono muy centroamericano. Cada quien conoce la verdadera versión, sabe los secretos mejor guardados, maneja a su propio sabor los chismes que se incuban en los mentideros y tiene a mano el análisis correcto.
Los distintos criterios bullen de manera más animada porque recién han pasado las elecciones legislativas y municipales, y he podido pulsar en vivo lo que piensan de ellas tirios y troyanos. Para mi sorpresa nicaragüense, todos aceptan que se trató de unas elecciones libres, limpias y honestas, en las que los votos fueron contados a cabalidad y de manera transparente. Sin sombra de dudas.
El Tribunal Supremo Electoral está compuesto por representantes de los partidos políticos, como en Nicaragua, y su presidente actual es miembro del FMLN, antigua fuerza guerrillera, igual que el FSLN en mi país, ambas ahora en el poder. Pero ese hecho no ha quitado credibilidad a las elecciones. Allá nadie, me dicen mis amigos con unanimidad de criterio, se atrevería a meter papeletas marcadas en una urna antes de que se abran las votaciones, a falsificar el acta de una mesa, a manipular el sistema de transmisión de datos. ¿Y negar cédulas a los ciudadanos?, pregunto yo. Tampoco.
Callo, maravillado. Al partido en el poder, el de los guerrilleros, le fue mal en estas elecciones. Perdió más de cien mil votos, varios asientos en la Asamblea Nacional, con lo que queda en minoría, y muchas alcaldías importantes, empezando por la de la capital, a pesar de que su candidato, Jorge Shafik Handal, lleva el mismo nombre de su padre ya difunto, una de las figuras emblemáticas del FMLN. Pero sus dirigentes no tardaron en reconocer el triunfo de Arena, su viejo adversario de la derecha; y tras el mea culpa, prometieron que trabajarían para recuperar la confianza del electorado. Ya ven. Las reglas de la democracia, uno de cuyos supuestos esenciales es la alternabilidad, cumplidas al pie de la letra.
Y también las condiciones de la campaña electoral fueron justas. El partido en el poder no usó los recursos del Estado para hacer propaganda, ni buscó comprar la voluntad de los votantes con prebendas y regalías, ni los empleados públicos fueron obligados a concurrir a las manifestaciones. Y como en las carreteras y avenidas aún se pueden ver las vallas de publicidad electoral, se nota que se hallan repartidas de manera equitativa. El FMLN no abruma a los demás partidos imponiendo sus colores ni los rostros de sus candidatos. Y yo sigo maravillado.
Hay una razón esencial en todo esto, me dicen. Un fraude, de cualquier tamaño o magnitud, sería intolerable porque, en primer lugar, rompería el equilibrio del que depende el funcionamiento del sistema democrático. Este equilibrio fue conseguido a raíz de la firma de los acuerdos de paz de comienzos de la década de los 90, que pusieron fin a la larga guerra que asoló a El Salvador, los guerrilleros del FMLN enfrentados al ejército, igual que en la misma década el Ejército Popular Sandinista se enfrentó a los guerrilleros de la contra, guerra que también terminó con unos acuerdos de paz.
Hoy día, tanto el FMLN como Arena son partidos sólidos y bien organizados, con estructuras de base y respaldo popular, y por dos décadas se han mantenido en sosegado equilibrio. El equilibrio vital para la democracia salvadoreña de que hablan mis amigos. Arena ganó sucesivamente cuatro elecciones presidenciales, hasta que el FMLN logró vencer los miedos que le impedían conquistar una mayoría, presentando a un candidato potable, el periodista Mauricio Funes.
De todos modos hubo alarma. Los izquierdistas, los comunistas, los viejos guerrilleros, tomaban por primera vez el poder y se temían políticas económicas interventoras, alteración de la economía de mercado, confiscaciones. Nada de eso ocurrió, y los años de gobierno de Funes han sido de tranquilidad institucional, perturbados por el enfrentamiento contra las pandillas de los Maras, y el enfrentamiento de los Maras entre sí, hasta que ahora, por mediación de la jerarquía de la Iglesia católica parece haberse iniciado un diálogo entre el gobierno y los pandilleros, que ha disminuido notablemente la violencia y ha llevado a estos últimos a anunciar el cese de esta segunda guerra irregular, tan costosa en víctimas.
Pero hay aún otra novedad, y es que, desde el principio, Funes tomó distancia de la dirigencia del FMLN, de discurso más duro, y lo primero que hizo fue proclamarse alineado con la visión de izquierda democrática del presidente Lula, de Brasil, y no con la del presidente Chávez, de Venezuela. La distancia se mantiene, y la cúpula del FMLN proclama públicamente que el gobierno de Funes no es el suyo propio, sino su aliado. Una situación un tanto surrealista, pero que a la postre ha resultado constructiva, y abre un tercer polo de equilibrio.
Durante las pasadas elecciones el presidente Funes no dio la cara por el FMLN en la contienda electoral, lo que quiere decir que personalmente no perdió esas elecciones, ya que su nivel de aceptación popular se mantiene en 60 por ciento; más bien se le señala de haber respaldado por debajo del agua al nuevo partido Gana, ligado al ex presidente Elías Antonio Saca, alejado ahora de Arena, que obtuvo 11 asientos en la Asamblea Nacional. Pero también se dice que la maniobra de respaldar a Gana fue compartida entre el presidente Funes y la alta dirigencia del FMLN, con la mira de restarle votos a Arena. Si fuera así, el tiro les salió por la culata, pues al que Gana quitó electores fue al propio FMLN.
De todas maneras, si uno mira desde Nicaragua a través de las aguas del golfo de Fonseca, la democracia en El Salvador está funcionando como debe ser. Nadie teme que de las filas del FMLN vaya a salir un caudillo que quiera quedarse en el poder para siempre; al final de su periodo, Funes se irá para su casa, y las probabilidades de que la derecha gane las próximas elecciones presidenciales están abiertas.
Asunto de maravillarse.
viernes, 30 de marzo de 2012
Brasil: mujeres que han salido del infierno.
Mujeres salidas del infierno ayudan a los otros a dejarlo.
Por: Juan Arias
.No todo en el submundo del crimen y de la droga está perdido. Hay personas, y en este caso de hoy, mujeres, que después de haber bajado ellas mismas al infierno del que muchos nunca consiguen salir, han sabido no sólo rescatarse, sino que están ayudando o otros condenados a él, abandonarlo.
Me refiero a ese ejército de 1.250 mujeres curtidas en las favelas de la ciudad de Rio que han decidido dedicarse a arrancar del terrible mundo del crac, a los jóvenes que se han dejado arrastrar por esa droga que afecta ya a 600.000 jóvenes brasileños.
Es en las favelas y en las grandes urbes, donde les es más fáciles a esos jóvenes vivir con impunidad tanto el consumo como la venta de crac. Y es allí donde estas mujeres van a tentar redimirles para que no sacrifiquen al dios de la droga su juventud aún en flor.
Son mujeres, como explica Clarissa Thomé en el diario O Estado de São Paulo que ellas mismas han pasado ya por todo. “Son historias de abandono, hambre, malos tratos y abusos sexuales. Algunas ya usaron drogas, vivieron en la calle, dejaron a sus hijos”, afirma Thomé.
Las llaman ahora “mujeres de paz”. Han sido reclutadas dentro de las favelas en las que han vivido y siguen viviendo, y actuarán allí mismo, con los hijos de los que un día fueron sus compañeros en los caminos del vicio o de la violencia.
El programa es concreto, sin flecos técnicos ni jurídicos y sin catecismos en la mano. Cada una de ellas se encargará de tentar rescatar a dos adolescentes en situación de riesgo. Como ha afirmado, Rodrigo Bethlem , secretario municipal de Asistencia Social, nadie mejor que ellas que estuvieron involucradas en esos infiernos de la droga, para saber cómo abordar, hablar y convencer a los adolescentes de pararse al borde del precipicio, sin caer en el pozo del que nunca saldrían solos.
Ellas saben que necesitan mucha paciencia para poder abordar a esos jóvenes, para poder convencerles, incluso con su propia experiencia personal, de que es mejor para ellos seguir el ejemplo de ellas que supieran salir del infierno sin morirse dentro de él.
La historia de una de las mujeres de ese ejército de “Mujeres de paz”, que dicen que lo que pretenden es “prestar su hombro” para ayudar a sus hermanos, es ejemplar para entender la fuerza que pueden tener estas mujeres que consiguieron superarse y hoy quieren ayudar a hacerlo a sus semejantes.
Se llama Anara Coutinho Macedo. Tiene 42 años y actúa en la comunidad carente de Vila Kenndey. Su vida no fue fácil. Violentada por su padre con nueve años, su madre acabó vendiendo su cuerpo a los clientes de turno. Vivió en la calle, donde dormía. De los 13 a los 15 años, a cambio de comida trabajó como criada en la casa del famoso narcotraficante Paulo Roberto de Moura, que murió en una caida de helicóptero huyendo de una cárcel de máxima seguridad.
Tras haber sido estuprada por dos de los hombres de Moura, y obligada a tener una hija, fue expulsada de la favela. Abandonó la ciudad de Rio y se fue a vivir durante diez años al Estado de Espíritu Santo donde tuvo otras dos hijas. De vuelta a Rio consiguió dar de comer a sus hijas haciendo trabajos domésticos saltuarios.
“Mi madre me decía que nunca sería feliz porque yo había sido lo peor que le había pasado en la vida”. Y sin embargo, confiesa que hoy es feliz con su nuevo trabajo de rescatar a los jóvenes de la droga. Y curiosamente su primer trabajo ha sido convencer a la hija adolescente de una de sus colegas de “Mujeres de paz”, a dejar de usar el crac.
A veces nos acusan a los periodistas de no dar noticias “buenas”. Lo que ocurre es que el mundo está demasiado lleno de las otras noticias, las negras, y no suele haber lugar para las blancas, las de superación. Ésta es una de ellas: mujeres que consiguieron salir de la noche de la desesperación y de las vejaciones para intentar que otros más jóvenes que ellas puedan ahorrarse el dolor que ellas llevan gravadas a fuego en su carne.
DEDICADO A LAS MUJERE DE PAZ DE RIO
Es mejor tentar y fallar
que ver la vida pasar,
es mejor tentar, aunque en vano,
que sentarse sin hacer nada hasta el final.
Yo prefiero caminar en la lluvia,
que esconderme en casa en los tardes frías,
prefiero ser feliz, aunque loco,
que vivir conformado
(Martin Luther King)
Aprendemos a volar como los pájaros
y a nadar como los peces
pero no a preendemos
a convivir con los hermanos.
( Luther King)
..
Por: Juan Arias
.No todo en el submundo del crimen y de la droga está perdido. Hay personas, y en este caso de hoy, mujeres, que después de haber bajado ellas mismas al infierno del que muchos nunca consiguen salir, han sabido no sólo rescatarse, sino que están ayudando o otros condenados a él, abandonarlo.
Me refiero a ese ejército de 1.250 mujeres curtidas en las favelas de la ciudad de Rio que han decidido dedicarse a arrancar del terrible mundo del crac, a los jóvenes que se han dejado arrastrar por esa droga que afecta ya a 600.000 jóvenes brasileños.
Es en las favelas y en las grandes urbes, donde les es más fáciles a esos jóvenes vivir con impunidad tanto el consumo como la venta de crac. Y es allí donde estas mujeres van a tentar redimirles para que no sacrifiquen al dios de la droga su juventud aún en flor.
Son mujeres, como explica Clarissa Thomé en el diario O Estado de São Paulo que ellas mismas han pasado ya por todo. “Son historias de abandono, hambre, malos tratos y abusos sexuales. Algunas ya usaron drogas, vivieron en la calle, dejaron a sus hijos”, afirma Thomé.
Las llaman ahora “mujeres de paz”. Han sido reclutadas dentro de las favelas en las que han vivido y siguen viviendo, y actuarán allí mismo, con los hijos de los que un día fueron sus compañeros en los caminos del vicio o de la violencia.
El programa es concreto, sin flecos técnicos ni jurídicos y sin catecismos en la mano. Cada una de ellas se encargará de tentar rescatar a dos adolescentes en situación de riesgo. Como ha afirmado, Rodrigo Bethlem , secretario municipal de Asistencia Social, nadie mejor que ellas que estuvieron involucradas en esos infiernos de la droga, para saber cómo abordar, hablar y convencer a los adolescentes de pararse al borde del precipicio, sin caer en el pozo del que nunca saldrían solos.
Ellas saben que necesitan mucha paciencia para poder abordar a esos jóvenes, para poder convencerles, incluso con su propia experiencia personal, de que es mejor para ellos seguir el ejemplo de ellas que supieran salir del infierno sin morirse dentro de él.
La historia de una de las mujeres de ese ejército de “Mujeres de paz”, que dicen que lo que pretenden es “prestar su hombro” para ayudar a sus hermanos, es ejemplar para entender la fuerza que pueden tener estas mujeres que consiguieron superarse y hoy quieren ayudar a hacerlo a sus semejantes.
Se llama Anara Coutinho Macedo. Tiene 42 años y actúa en la comunidad carente de Vila Kenndey. Su vida no fue fácil. Violentada por su padre con nueve años, su madre acabó vendiendo su cuerpo a los clientes de turno. Vivió en la calle, donde dormía. De los 13 a los 15 años, a cambio de comida trabajó como criada en la casa del famoso narcotraficante Paulo Roberto de Moura, que murió en una caida de helicóptero huyendo de una cárcel de máxima seguridad.
Tras haber sido estuprada por dos de los hombres de Moura, y obligada a tener una hija, fue expulsada de la favela. Abandonó la ciudad de Rio y se fue a vivir durante diez años al Estado de Espíritu Santo donde tuvo otras dos hijas. De vuelta a Rio consiguió dar de comer a sus hijas haciendo trabajos domésticos saltuarios.
“Mi madre me decía que nunca sería feliz porque yo había sido lo peor que le había pasado en la vida”. Y sin embargo, confiesa que hoy es feliz con su nuevo trabajo de rescatar a los jóvenes de la droga. Y curiosamente su primer trabajo ha sido convencer a la hija adolescente de una de sus colegas de “Mujeres de paz”, a dejar de usar el crac.
A veces nos acusan a los periodistas de no dar noticias “buenas”. Lo que ocurre es que el mundo está demasiado lleno de las otras noticias, las negras, y no suele haber lugar para las blancas, las de superación. Ésta es una de ellas: mujeres que consiguieron salir de la noche de la desesperación y de las vejaciones para intentar que otros más jóvenes que ellas puedan ahorrarse el dolor que ellas llevan gravadas a fuego en su carne.
DEDICADO A LAS MUJERE DE PAZ DE RIO
Es mejor tentar y fallar
que ver la vida pasar,
es mejor tentar, aunque en vano,
que sentarse sin hacer nada hasta el final.
Yo prefiero caminar en la lluvia,
que esconderme en casa en los tardes frías,
prefiero ser feliz, aunque loco,
que vivir conformado
(Martin Luther King)
Aprendemos a volar como los pájaros
y a nadar como los peces
pero no a preendemos
a convivir con los hermanos.
( Luther King)
..
Mujeres: ¡¡ a lavar los platos !!
Cómo mandar a las mujeres a lavar platos
Por: María O'Donnell
. Quiero suponer que, en estos tiempos, los productos de limpieza suponen un desafío particular para las agencias de publicidad. ¿Cómo promocionar un detergente sin caer en el estereotipo machista de la mujer que lava la vajilla?
Todavía, al menos aquí en Argentina, ninguna marca de productos del hogar se animó a proponer a un hombre como protagonista de un comercial. Pero no es un problema de falta de coraje: es reflejo de una realidad, porque pese al protagonismo creciente de la mujer en el mundo del trabajo, los asuntos domésticos aún son del orden de lo femenino (en términos generales).
De todas maneras, la imagen de la mujer que suelen transmitir esos avisos atrasa, creo que sin exagerar, unos cincuenta años. Disculpen, pero yo no encuentro grandes diferencias entre la publicidad de detergente Magistral que salió hace algunos días a toda página en diarios nacionales y los manuales de la buena esposa de los años 50.
Este aviso debe ser, supongo, considerado moderno por sus creadores, ya que incorpora un concepto más hedonista de la mujer. Salió publicado en el diario La Nación hace algunos días.
Ya no sólo se preocupa por la vajilla, a esta mujer también le importa preservar sus manos suaves, y entonces nos venden un producto que se ocupa de nosotras tanto como de nuestros platos.
Tal vez me encontraba yo demasiado sensible cuando me crucé con este aviso, y todo este texto sea un exceso, y entonces sabrán ustedes disculpar, pero la asociación entre lavar platos y el spa me sacudió.
¿Hay algo del orden de lo placentero para la mujer en esta tarea?
No es lo peor que te puede ocurrir en la vida ni mucho menos, y hay muchos hombres, millones, que a diario también acometen con esta tarea, pero de ahí a asociar la limpieza con una sesión de puro placer, me parece un gesto de subestimación de las mujeres, que en este mundo tenemos muchas otras ocupaciones en la vida que no pasan ni por lavar platos ni por una sesión de masajes.
Según el último censo, realizado en el año 2010, el 44 por ciento de los hogares argentinos (algo más de cuatro millones de hogares) está a cargo de mujeres, y si bien la mayoría son solteras o viudas, un 20 por ciento de este grupo está integrado por mujeres casadas que aportan el ingreso principal al hogar. El creciente protagonismo de la mujer en el mercado laboral, sin embargo, no se ha visto acompañado en la misma medida con una mayor participación del hombre en las tareas del hogar.
Hace algunos años, la diputada Marcela Rodríguez propuso modificar el código civil, en el capítulo que refiere a los derechos y obligaciones de los cónyuges, para establecer que los esposos deben, entre otras cosas, "compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de sus hijos". Si bien la diputada fue blanco de muchas burlas, y el proyecto nunca prosperó, no era un asunto menor.No se trataba de obligar por ley a los hombres a lavar platos, sino de establecer que la falta de cooperación en el hogar, cuando ambos cónyuges trabajan, podía llegar a ser invocada por la mujer como causal de divorcio.
Ahora que lo pienso bien, lo que más molesta del aviso de Magistral debe ser la asociación entre la felicidad (al menos momentánea) y el lavar platos, como si fuese una tarea para la que estamos predestinadas, y que puede ser fuente de placer personal, al igual que una sesión de spa.
Entiendo que es un mensaje común en casi todos los avisos dirigidos a la ama de casa -la mujer de las propagandas se encuentra plena si los pisos brillan, si la ropa de sus hijos luce un blanco reluciente o la comida que lleva a la mesa familiar es sabrosa- pero el estereotipo del hombre machista, al menos el nuestro, cuando no aguanta que una mujer ocupe un lugar determinado, ¿qué hace?: ¡La manda a lavar los platos!.
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Por: María O'Donnell
. Quiero suponer que, en estos tiempos, los productos de limpieza suponen un desafío particular para las agencias de publicidad. ¿Cómo promocionar un detergente sin caer en el estereotipo machista de la mujer que lava la vajilla?
Todavía, al menos aquí en Argentina, ninguna marca de productos del hogar se animó a proponer a un hombre como protagonista de un comercial. Pero no es un problema de falta de coraje: es reflejo de una realidad, porque pese al protagonismo creciente de la mujer en el mundo del trabajo, los asuntos domésticos aún son del orden de lo femenino (en términos generales).
De todas maneras, la imagen de la mujer que suelen transmitir esos avisos atrasa, creo que sin exagerar, unos cincuenta años. Disculpen, pero yo no encuentro grandes diferencias entre la publicidad de detergente Magistral que salió hace algunos días a toda página en diarios nacionales y los manuales de la buena esposa de los años 50.
Este aviso debe ser, supongo, considerado moderno por sus creadores, ya que incorpora un concepto más hedonista de la mujer. Salió publicado en el diario La Nación hace algunos días.
Ya no sólo se preocupa por la vajilla, a esta mujer también le importa preservar sus manos suaves, y entonces nos venden un producto que se ocupa de nosotras tanto como de nuestros platos.
Tal vez me encontraba yo demasiado sensible cuando me crucé con este aviso, y todo este texto sea un exceso, y entonces sabrán ustedes disculpar, pero la asociación entre lavar platos y el spa me sacudió.
¿Hay algo del orden de lo placentero para la mujer en esta tarea?
No es lo peor que te puede ocurrir en la vida ni mucho menos, y hay muchos hombres, millones, que a diario también acometen con esta tarea, pero de ahí a asociar la limpieza con una sesión de puro placer, me parece un gesto de subestimación de las mujeres, que en este mundo tenemos muchas otras ocupaciones en la vida que no pasan ni por lavar platos ni por una sesión de masajes.
Según el último censo, realizado en el año 2010, el 44 por ciento de los hogares argentinos (algo más de cuatro millones de hogares) está a cargo de mujeres, y si bien la mayoría son solteras o viudas, un 20 por ciento de este grupo está integrado por mujeres casadas que aportan el ingreso principal al hogar. El creciente protagonismo de la mujer en el mercado laboral, sin embargo, no se ha visto acompañado en la misma medida con una mayor participación del hombre en las tareas del hogar.
Hace algunos años, la diputada Marcela Rodríguez propuso modificar el código civil, en el capítulo que refiere a los derechos y obligaciones de los cónyuges, para establecer que los esposos deben, entre otras cosas, "compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de sus hijos". Si bien la diputada fue blanco de muchas burlas, y el proyecto nunca prosperó, no era un asunto menor.No se trataba de obligar por ley a los hombres a lavar platos, sino de establecer que la falta de cooperación en el hogar, cuando ambos cónyuges trabajan, podía llegar a ser invocada por la mujer como causal de divorcio.
Ahora que lo pienso bien, lo que más molesta del aviso de Magistral debe ser la asociación entre la felicidad (al menos momentánea) y el lavar platos, como si fuese una tarea para la que estamos predestinadas, y que puede ser fuente de placer personal, al igual que una sesión de spa.
Entiendo que es un mensaje común en casi todos los avisos dirigidos a la ama de casa -la mujer de las propagandas se encuentra plena si los pisos brillan, si la ropa de sus hijos luce un blanco reluciente o la comida que lleva a la mesa familiar es sabrosa- pero el estereotipo del hombre machista, al menos el nuestro, cuando no aguanta que una mujer ocupe un lugar determinado, ¿qué hace?: ¡La manda a lavar los platos!.
..
Los Tuareg toman una ciudad en Mali, pero son nómadas.
Los tuaregs toman por primera vez una capital de región
Los rebeldes controlan la ciudad de Kidal, la principal del territorio que reclaman
Los rebeldes tuaregs controlan por primera vez una ciudad importante desde el comienzo de su ofensiva contra el Ejército de Malíel 17 de enero. Al grito de ¡Alá es grande!, los nómadas del grupo salafista Ansar al Din entraron en la ciudad de Kidal, capital de la región homónima. Testigos de la toma de la ciudad relatan que los rebeldes van casa por casa para comprobar que no hay soldados escondidos, y están robando los coches estatales y públicos. Los rebeldes independentistas lanzaron a continuación una ofensiva contra al menos tres ciudades de la provincia de Gao (Bourem, Menaka y Asongo), en el noreste del país, según testigos y fuentes militares.
El jefe de la Junta Militar que tomó el poder el 22 de marzo, capitán Amadou Sanogo, ha reconocido en la televisión estatal la conquista de Kidal, que achacó a la superioridad militar de los insurgentes. "Tras Aguelhok, Tessalit y Tinzauten [localidades del noreste del país ya en poder de los sublevados], el caso de Kidal no era más que una consecuencia lógica (...) El enemigo está en una situación de superioridad", confesó Sanogo en la cadena ORTM.
más información
Malí y Senegal, dos vías contra la tentación de aferrarse al poder Los golpistas de Malí proclaman una nueva Constitución Los frentes de Bamako La guerra civil del desierto Desde el 26 de marzo, cuatro días después del golpe perpetrado por la Junta Militar en Bamako, los tuaregs habían intentado negociar la rendición de Kidal con el Ejército. La toma de esta ciudad es fundamental tanto para los rebeldes, que la consideran un símbolo del territorio de Azawad, como para moral de la población de Malí.
La desesperación de los soldados de Malí —que, escasos de armamento y provisiones, intentaban frenar las victorias de los tuaregs— alimentó el alzamiento de los militares el 22 de marzo. En palabras de la Junta, los militares tomaron el poder ante “la incapacidad de gestionar la crisis del norte” por parte del depuesto presidente, Amadou Toumani Touré.
El sentimiento patriótico de la mayor parte de la población de Malí se ha exacerbado estos días. Pese a la incertidumbre que se vive en el país desde el alzamiento militar, tanto la población a favor de los golpistas, como un número elevado de quienes se han manifestado contra el golpe, apelan a “un Malí unido”.
Sin embargo, los problemas del norte del país y la presión de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) podrían terminar con esta frágil cohesión. Después de cancelar una reunión con la Junta en Malí por motivos de inseguridad, la organización ha puesto un ultimátum de 72 horas a los golpistas: si no vuelven a instaurar el orden constitucional, a partir del lunes los miembros del grupo impondrán un embargo diplomático y financiero que aislaría totalmente al país. Esta medida asfixiaría la débil economía de Malí y supondría un cierre de las fronteras y la congelación de las cuentas nacionales en el Banco Central de África Occidental.
Ante las amenazas, el líder golpista Sanogo pidió ayer disculpas a los países vecinos por no poder garantizar su seguridad en Malí y solicitó su apoyo. “Los rebeldes siguen atacando nuestro país y aterrorizando a nuestra población (...). La situación es crítica y nuestro Ejército necesita el apoyo de los amigos de Malí para salvar la población civil y la integridad del territorio nacional”, aseguró ayer Sanogo en rueda de prensa.
La mayor parte de la población de Malí vive bajo el umbral de la pobreza —el 51% subsiste con menos de 1,25 dólares al día, según el Banco Mundial— y las sanciones empeorarían la precariedad del país. Cada vez son más las voces que consideran que si la CEDEAO lleva a la práctica el embargo, los que hoy respaldan a los golpistas acabarán rebelándose contra la Junta.
Esto no impide que personas como Oussmane Sy, secretario de Adema-PASJ —el principal partido de Malí, integrante de la plataforma a favor de la democracia— apoyen la intervención de la CEDEAO: “Malí tenía un compromiso con la CEDEAO y hay que cumplirlo. Además, Malí envió tropas a Sierra Leona para restablecer la democracia. Creo que la CEDEAO tiene toda la razón: el golpe va contra el pueblo y los militares han aprovechado que tienen armas para imponer sus normas”.
Adema-PASJ es el primer partido político de Malí y uno de los 36 que conforman la Alianza para la Democracia y el Progreso, creada tras el golpe de Estado para denunciarlo y posicionarse a favor del restablecimiento de las instituciones constitucionales.
No está claro si en la toma de Kidal participaron solo los tuaregs salafistas (Ansar al Din), que pretenden introducir la sharía o, como afirman otras fuentes, también participó la facción laica de los tuaregs. Moussa Ag Assarid, portavoz de estos últimos en París, asegura: “Tenemos un enemigo común, así que tomamos Kidal juntos. Más adelante, cuando tengamos nuestro país, nos ocuparemos de los islamistas, los traficantes y los terroristas de Al Qaeda. Ahora nos centramos en recuperar nuestro territorio”.
Los rebeldes controlan la ciudad de Kidal, la principal del territorio que reclaman
Los rebeldes tuaregs controlan por primera vez una ciudad importante desde el comienzo de su ofensiva contra el Ejército de Malíel 17 de enero. Al grito de ¡Alá es grande!, los nómadas del grupo salafista Ansar al Din entraron en la ciudad de Kidal, capital de la región homónima. Testigos de la toma de la ciudad relatan que los rebeldes van casa por casa para comprobar que no hay soldados escondidos, y están robando los coches estatales y públicos. Los rebeldes independentistas lanzaron a continuación una ofensiva contra al menos tres ciudades de la provincia de Gao (Bourem, Menaka y Asongo), en el noreste del país, según testigos y fuentes militares.
El jefe de la Junta Militar que tomó el poder el 22 de marzo, capitán Amadou Sanogo, ha reconocido en la televisión estatal la conquista de Kidal, que achacó a la superioridad militar de los insurgentes. "Tras Aguelhok, Tessalit y Tinzauten [localidades del noreste del país ya en poder de los sublevados], el caso de Kidal no era más que una consecuencia lógica (...) El enemigo está en una situación de superioridad", confesó Sanogo en la cadena ORTM.
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Malí y Senegal, dos vías contra la tentación de aferrarse al poder Los golpistas de Malí proclaman una nueva Constitución Los frentes de Bamako La guerra civil del desierto Desde el 26 de marzo, cuatro días después del golpe perpetrado por la Junta Militar en Bamako, los tuaregs habían intentado negociar la rendición de Kidal con el Ejército. La toma de esta ciudad es fundamental tanto para los rebeldes, que la consideran un símbolo del territorio de Azawad, como para moral de la población de Malí.
La desesperación de los soldados de Malí —que, escasos de armamento y provisiones, intentaban frenar las victorias de los tuaregs— alimentó el alzamiento de los militares el 22 de marzo. En palabras de la Junta, los militares tomaron el poder ante “la incapacidad de gestionar la crisis del norte” por parte del depuesto presidente, Amadou Toumani Touré.
El sentimiento patriótico de la mayor parte de la población de Malí se ha exacerbado estos días. Pese a la incertidumbre que se vive en el país desde el alzamiento militar, tanto la población a favor de los golpistas, como un número elevado de quienes se han manifestado contra el golpe, apelan a “un Malí unido”.
Sin embargo, los problemas del norte del país y la presión de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) podrían terminar con esta frágil cohesión. Después de cancelar una reunión con la Junta en Malí por motivos de inseguridad, la organización ha puesto un ultimátum de 72 horas a los golpistas: si no vuelven a instaurar el orden constitucional, a partir del lunes los miembros del grupo impondrán un embargo diplomático y financiero que aislaría totalmente al país. Esta medida asfixiaría la débil economía de Malí y supondría un cierre de las fronteras y la congelación de las cuentas nacionales en el Banco Central de África Occidental.
Ante las amenazas, el líder golpista Sanogo pidió ayer disculpas a los países vecinos por no poder garantizar su seguridad en Malí y solicitó su apoyo. “Los rebeldes siguen atacando nuestro país y aterrorizando a nuestra población (...). La situación es crítica y nuestro Ejército necesita el apoyo de los amigos de Malí para salvar la población civil y la integridad del territorio nacional”, aseguró ayer Sanogo en rueda de prensa.
La mayor parte de la población de Malí vive bajo el umbral de la pobreza —el 51% subsiste con menos de 1,25 dólares al día, según el Banco Mundial— y las sanciones empeorarían la precariedad del país. Cada vez son más las voces que consideran que si la CEDEAO lleva a la práctica el embargo, los que hoy respaldan a los golpistas acabarán rebelándose contra la Junta.
Esto no impide que personas como Oussmane Sy, secretario de Adema-PASJ —el principal partido de Malí, integrante de la plataforma a favor de la democracia— apoyen la intervención de la CEDEAO: “Malí tenía un compromiso con la CEDEAO y hay que cumplirlo. Además, Malí envió tropas a Sierra Leona para restablecer la democracia. Creo que la CEDEAO tiene toda la razón: el golpe va contra el pueblo y los militares han aprovechado que tienen armas para imponer sus normas”.
Adema-PASJ es el primer partido político de Malí y uno de los 36 que conforman la Alianza para la Democracia y el Progreso, creada tras el golpe de Estado para denunciarlo y posicionarse a favor del restablecimiento de las instituciones constitucionales.
No está claro si en la toma de Kidal participaron solo los tuaregs salafistas (Ansar al Din), que pretenden introducir la sharía o, como afirman otras fuentes, también participó la facción laica de los tuaregs. Moussa Ag Assarid, portavoz de estos últimos en París, asegura: “Tenemos un enemigo común, así que tomamos Kidal juntos. Más adelante, cuando tengamos nuestro país, nos ocuparemos de los islamistas, los traficantes y los terroristas de Al Qaeda. Ahora nos centramos en recuperar nuestro territorio”.
Juan Villoro, escritor mexicano y su novela
Daños elegidos
En un extraño paraíso turístico, la diversión incluye experiencias de violencia en pequeñas dosis.
Juan Villoro, escritor de culto mexicano, crea en 'Arrecife', su nueva novela, un complejo relato sobre la amistad en la “tercera juventud”, con el narco de por medio
En el origen de los relatos de Juan Villoro (México, 1956) suele ocultarse una imagen o un sueño detenido. En Arrecife (Anagrama), el núcleo argumental básico se corresponde con una postal paradisiaca, en un hotel de descanso en el Caribe, como hay tantos en México, pero en el lateral, una situación, que no se identifica si es de juego o de violencia, altera el paisaje. Esa arista perturbadora tiene que ver con la búsqueda de emociones fuertes y el contexto de violencia en que se mueve México, con cuerpos que aparecen decapitados en lugares imprevistos, como Acapulco, antaño edén turístico. “Me gustó poner en tensión ambas cosas. El narco y los clientes de un resort ansiosos de peligros controlados”, cuenta Juan Villoro, en su piso del Eixample barcelonés, decorado en un estilo minimalista, con los muebles justos y espacio para moverse. El escritor, uno de los autores de culto de su país, acaba de regresar de México. Vive entre los dos continentes. Ha gestionado la entrevista por su cuenta, sin agentes ni editores de por medio. Sobre la mesa de la cocina reposa el ordenador encendido. Escribe por las mañanas, en lo que denomina un horario bancario, regado con café. En un rato, saldrá para la Universidad Pompeu Fabra, donde imparte clases de literatura.
Con los alumnos debatirá sobre la importancia del cuento en América Latina, pero esta mañana su interés se centra en la violencia de los narcos y cómo han convertido los asesinatos en mensajes, según las distintas maneras de matar; unos los envuelven en mantas y otros practican la llamada corbata colombiana (sacar la lengua por la garganta). A través de ese discurso de la violencia se identifica a los autores de manera que las víctimas se conviertan en mensajes del horror y así matan dos veces. La situación suena escalofriante. Hasta ahora, los mexicanos vivían en dos mundos diferenciados, el de la violencia y el de la vida común, pero el crimen organizado se ha convertido ya en otra normalidad. En algunas regiones del país funcionan escuelas para narcos, hospitales donde son atendidos, clubes deportivos donde están inscritos e iglesias para ellos. “La vida mexicana transita del apocalipsis al carnaval y en ocasiones mezcla las dos categorías”, como su nueva novela.
En el argumento de Arrecife, un músico retirado funda un resort en Kukulcán con extraños programas de entretenimiento: un paraíso que incluye ciertas dosis de crueldad. No es casual que la novela transcurra en el lugar de los antiguos mayas, una zona de esplendor religioso y gastronómico, donde solo quedan los mayas diminutos que sirven cócteles en los bares.
El fondo y la atmósfera de la novela tienen que ver con esa coreografía de la violencia, pero otra de las lecturas posibles de Arrecife se relaciona con la progresión de la contracultura. Frente a los que sostienen que todas las puertas que se abrieron en los sesenta encontraron una clausura apocalíptica o dramática en la realidad —la revolución sexual se truncó con el sida, la búsqueda de rebeldía acabó en la crisis de las ideologías, los paraísos artificiales de la droga en el narcotráfico—, Villoro defiende que los grandes anhelos de esos años no fracasaron del todo: “La contracultura ha encontrado formas de realizarse en otros ámbitos, como la realidad virtual y las nuevas tecnologías. Silicon Valley está lleno de hippies que pasaron del éxtasis del LSD al digital, encontraron visiones sustitutas”, cuenta. Quizás por eso, los protagonistas de su novela son precisamente dos músicos de esa generación, marcados por las secuelas de las drogas: “Pasé la primera parte de mi vida tratando de despertarme, la segunda tratando de dormir, me pregunto si habrá una tercera parte”, cuenta el narrador en el arranque de la novela. La obra transcurre justamente en ese tercer acto de la vida de las personas en el que, sin llegar a sentir la vejez, se enfrentan a los desafíos de las últimas oportunidades. Arrecife es también una novela sobre la amistad y el amor. “Es difícil encontrar temas más interesantes que la familia y los amigos. El gran enigma es la persona que está más cerca de ti”.
“Me gustó poner en tensión el narco y los clientes de un ‘resort’ ansiosos de peligros controlados”
Tony (Antonio Góngora), un trasunto con todas las consecuencias del bajista Jaco Pastorius —“heredó sus problemas pero no su talento”—, un adicto a la adicción, que sueña con medirse con su homólogo en la Weather Report, pone también la banda sonora. Ha perdido parte de la memoria, como consecuencia del abuso de estupefacientes, pero a lo largo del relato va recuperando recuerdos. Y su memoria llega de la mano de su íntimo amigo Mario Müller, cantante de Los Extraditables, el grupo de rock en el que ambos militaban y que fracasó. La amistad de ambos está hecha de afecto, pero también de heridas y deudas, relacionadas con la adolescencia, de lo que uno ha hecho por otro. “Una ayuda demasiado grande puede ser un motivo de irritación”, cuenta el autor.
Müller decide encarnar los sueños de transformación de la realidad en un proyecto turístico, una ciudadela de la redención donde juega a ser el alcalde mágico. “Müller se divierte con lo que siempre ha jugado el rock, la noción de peligro, esa frontera entre el placer y el daño. Por eso se le ocurren programas recreativos con una coreografía delictiva, como que te secuestre la guerrilla. Muchos europeos y norteamericanos buscan en el Tercer Mundo ese tipo de excesos. Vivir una revolución, pero por un fin de semana, o entrar en contacto con una emoción y luego volver a tu vida de bienestar”.
Villoro tiene un curioso tic. Necesita frotar su llavero para encauzar su mente. Inés, su hija pequeña, se lo robó en una ocasión y frotándolo entre sus manos gritó: “He heredado el negocio familiar”. Lo cuenta su padre divertido con el llavero entre sus dedos. “La novela nos puede procurar algo que solo provee la literatura y que nos ayuda a entender mejor el mundo; no se trata de una explicación cien por ciento racional, sino de la recreación de emociones que le dan sentido a una época y a una gente y esa manera de conocer emotivamente una realidad y una época solo la encontramos en la literatura”.
“La literatura es una forma del misterio, cuando uno escribe aclara el mundo a través de un libro”
Domina todos los géneros: columnista, cuentista, narrador y ensayista. Los temas sobre los que trabaja van surgiendo y los títulos llegan ahora a las librerías en avalancha. Junto a la novela, se reedita La casa pierde (Alfaguara), un libro de relatos con todas las bendiciones de la crítica; el cómic La calavera de cristal (Sexto Piso), que se convertirá en una serie arqueológica con diferentes personajes; y en México se ha editado también ¿Hay vida en la tierra? (Almadía), que reúne narraciones cotidianas que tratan de aprovechar la realidad, escritas hace 17 años y que ha ido colando en columnas periodísticas. Villoro bromea al escuchar la lista de trabajos que se juntan ahora. “Un síntoma de vejez, mi propio tercer acto de la vida”, remarca sonriente. “Soy un autor bastante disperso, me demoro mucho redactando —Arrecife ha tardado ocho años—, pero hago muchas otras cosas alimentarias como el periodismo o la crónica”. Tomó la decisión “precipitada” de dedicarse a la escritura y para sobrevivir se ve obligado a comportarse como un mayorista. “Se trata de una solución que me conviene, no soportaría estar en una oficina”. El periodismo, dice, le permite la posibilidad de salir de su casa. Si la tragedia de un hombre comienza cuando no puede estar solo en su habitación, ese es su drama. La situación de arresto domiciliario a que te condena la escritura de una novela le resulta una idea tediosa, especialmente para alguien que se define como fisgón y entrometido. “Me gusta averiguar cosas que solo puedes entender en el lugar de los hechos. Soy amigo del periodista Jon Lee Anderson, que en un año cruza el Atlántico veinte veces, pero yo no podría. Él lo que hace es cambiar de miedos cruzando fronteras, pero mi vocación de salir al mundo es limitada, mis odiseas acaban en 24 horas”.
Hace muchos años ya que se reconcilió intelectualmente con su padre, el filósofo Luis Villoro. Con él ha mantenido una relación ambivalente de estímulo y prevención. Cuando era niño, si le pedía que le contara un cuento, le narraba la Odisea, que era lo que tenía más a mano, pero con algunas variantes: Ulises no quería ir a Ítaca sino a Barcelona (su padre nació allí). Pero también estaba la otra parte. “Para un niño es difícil explicar que tu padre sea filósofo; él me comentaba que se dedicaba a buscar el sentido de la vida, y cómo explicas eso en el patio del colegio”. Villoro creció en una casa llena de libros y enseguida se relacionó con la lectura, pero hubo momentos en que pensó que la literatura no era para niños; había en esa biblioteca una condición de los libros como objetos habituales y, al mismo tiempo, ajenos. La relación que ha tenido con la lectura ha pasado por esos momentos. “Mi padre escribió un libro, La significación del silencio, lo que se comunica sin palabras, y a mí lo que me gustaba era el rock, que es lo contrario al silencio, el estruendo. De una forma impulsiva e infantil, cuando empecé a leer por mi cuenta me afilié a cosas que refutaran esto, la contracultura, el rock, la literatura. Mi padre detesta los chismes y las anécdotas personales, la gente que no produce ideas”.
Porque le gustaba o por llevar la contraria, Villoro conducía un programa de radio muy talibán, nacido con vocación fundamentalista por el rock progresivo, el heavy y el rock sinfónico, y detestaba cualquier traición a estos géneros. Pero una de las paradojas de la vida es que lo que te pareció profundamente ridículo en un momento puede regresar en forma nostálgica. El otro día escuchó en el metro Capri c’est fini y la sintió como una canción maravillosa y cargada de emociones. “Me regresaba a momentos de mi vida en los que nunca quise oír esa canción. Lo que repudias como presente suele ser el soundtrack perfecto de la nostalgia”. También quiso estudiar medicina, la carrera elegida ahora por su hijo mayor, pero se decantó por la sociología, y con el tiempo algún poso queda de ese trasfondo en sus libros. “La literatura es una forma del misterio, cuando uno escribe aclara el mundo a través de un libro, pero la gran paradoja de una narrativa es que lo aclara de una manera que no es unívoca, mantiene varias lecturas y hay un fondo de secreto. Me preocuparía que el marco sociológico fuera muy invasivo”.
Superado el rito de paso de la adolescencia y la segunda juventud, la relación padre-hijo fue invirtiéndose. “Es alguien profundamente ético, a quien no le hemos oído decir una mentira, con un compromiso social extraordinario, tiene 89 años y mantiene una correspondencia sobre ética y política con el subcomandante Marcos. Aquellos libros que a mí me parecían ajenos ahora son muy importantes”. Ahora lee sobre todo ensayo, libros de historia, biografías de autores, reflexiones sobre ética, divulgación científica… Define el ensayo, el género que más le gusta, como “un pensamiento que acompaña y ayuda a pensar”. Le gustan, claro está también, las novelas y la poesía. En la prosa ha encontrado distintos formatos, pero sería incapaz de escribir poesía, se le escapa esa capacidad de condensación.
Villoro pertenece a esa clase de narradores muy vinculados y en un sentido muy amplio a su país. Admira mucho a escritores como Graham Greene, que viajan por Vietnam o Cuba y escriben novelas convincentes de esos países, pero sus obras poseen un anclaje básico en sus circunstancias. “Si pensamos en Philip Roth, su literatura tiene que ver con Nueva Inglaterra y la comunidad judía; Dostoievski estaba anclado en Rusia, lo interesante es que en estos autores tenemos el extraño milagro de la universalización de la experiencia, lo que le ocurre a un chico judío de Nueva Jersey se convierte en nuestro problema”, añade.
Acaba de aterrizar en una Europa ahogada por la crisis y en una Barcelona cercada por los recortes y las manifestaciones, pero se muestra feliz de poder disfrutar de la libertad de pasear tranquilamente por la calle y a cualquier hora. “Los mexicanos estamos acostumbrados a las crisis, pasamos del país de la revolución institucional al país de la crisis institucional, las devaluaciones y asombros de la realidad son algo que damos por sentado, estamos acostumbrados a estas sorpresas”. Entiende que la gente se sienta abatida, pero, comparado con lo que sucede en otros rincones del mundo, los problemas de Europa suenan ciertamente menores. “Van a tardar en renovarse las expectativas más de lo que tardarían en países acostumbrados a la improvisación y en países donde la inseguridad es una norma de vida. El bienestar produce conciencia crítica y exigencia de que las cosas menores se cumplan, cuando prescindes de algunas cosas, que tal vez son superfluas o no son tan necesarias, te parece una pérdida mayúscula”, vaticina. Como narrador, se siente preso de una gran contradicción. “Uno de los problemas del bienestar es que resulta tedioso y narrativamente tiene una materia neutra”, por eso defiende que ahí donde surge el conflicto comienza la posibilidad de tener una historia. Personalmente, preferiría que México tuviera una sociedad de seguridad y democracia, aunque escasearan las historias. “Por el momento nos quedan las historias, como los ejércitos heroicos caemos, pero no sin frases celebres”.
Arrecife. Juan Villoro. Anagrama. Barcelona, 2012. 239 páginas. 17,90 euros. La calavera de cristal. J. Villoro y Nicolás Echevarría. Ilustraciones de Bef (Bernardo Fernández). Sexto Piso. Madrid, 2012. 72 páginas, 17 euros. La casa pierde. J. Villoro. Alfaguara. Madrid, 2012. 18,50 euros. ¿Hay vida en la tierra? J. Villoro. Almadía. México, 2012. 432 páginas.
En un extraño paraíso turístico, la diversión incluye experiencias de violencia en pequeñas dosis.
Juan Villoro, escritor de culto mexicano, crea en 'Arrecife', su nueva novela, un complejo relato sobre la amistad en la “tercera juventud”, con el narco de por medio
En el origen de los relatos de Juan Villoro (México, 1956) suele ocultarse una imagen o un sueño detenido. En Arrecife (Anagrama), el núcleo argumental básico se corresponde con una postal paradisiaca, en un hotel de descanso en el Caribe, como hay tantos en México, pero en el lateral, una situación, que no se identifica si es de juego o de violencia, altera el paisaje. Esa arista perturbadora tiene que ver con la búsqueda de emociones fuertes y el contexto de violencia en que se mueve México, con cuerpos que aparecen decapitados en lugares imprevistos, como Acapulco, antaño edén turístico. “Me gustó poner en tensión ambas cosas. El narco y los clientes de un resort ansiosos de peligros controlados”, cuenta Juan Villoro, en su piso del Eixample barcelonés, decorado en un estilo minimalista, con los muebles justos y espacio para moverse. El escritor, uno de los autores de culto de su país, acaba de regresar de México. Vive entre los dos continentes. Ha gestionado la entrevista por su cuenta, sin agentes ni editores de por medio. Sobre la mesa de la cocina reposa el ordenador encendido. Escribe por las mañanas, en lo que denomina un horario bancario, regado con café. En un rato, saldrá para la Universidad Pompeu Fabra, donde imparte clases de literatura.
Con los alumnos debatirá sobre la importancia del cuento en América Latina, pero esta mañana su interés se centra en la violencia de los narcos y cómo han convertido los asesinatos en mensajes, según las distintas maneras de matar; unos los envuelven en mantas y otros practican la llamada corbata colombiana (sacar la lengua por la garganta). A través de ese discurso de la violencia se identifica a los autores de manera que las víctimas se conviertan en mensajes del horror y así matan dos veces. La situación suena escalofriante. Hasta ahora, los mexicanos vivían en dos mundos diferenciados, el de la violencia y el de la vida común, pero el crimen organizado se ha convertido ya en otra normalidad. En algunas regiones del país funcionan escuelas para narcos, hospitales donde son atendidos, clubes deportivos donde están inscritos e iglesias para ellos. “La vida mexicana transita del apocalipsis al carnaval y en ocasiones mezcla las dos categorías”, como su nueva novela.
En el argumento de Arrecife, un músico retirado funda un resort en Kukulcán con extraños programas de entretenimiento: un paraíso que incluye ciertas dosis de crueldad. No es casual que la novela transcurra en el lugar de los antiguos mayas, una zona de esplendor religioso y gastronómico, donde solo quedan los mayas diminutos que sirven cócteles en los bares.
El fondo y la atmósfera de la novela tienen que ver con esa coreografía de la violencia, pero otra de las lecturas posibles de Arrecife se relaciona con la progresión de la contracultura. Frente a los que sostienen que todas las puertas que se abrieron en los sesenta encontraron una clausura apocalíptica o dramática en la realidad —la revolución sexual se truncó con el sida, la búsqueda de rebeldía acabó en la crisis de las ideologías, los paraísos artificiales de la droga en el narcotráfico—, Villoro defiende que los grandes anhelos de esos años no fracasaron del todo: “La contracultura ha encontrado formas de realizarse en otros ámbitos, como la realidad virtual y las nuevas tecnologías. Silicon Valley está lleno de hippies que pasaron del éxtasis del LSD al digital, encontraron visiones sustitutas”, cuenta. Quizás por eso, los protagonistas de su novela son precisamente dos músicos de esa generación, marcados por las secuelas de las drogas: “Pasé la primera parte de mi vida tratando de despertarme, la segunda tratando de dormir, me pregunto si habrá una tercera parte”, cuenta el narrador en el arranque de la novela. La obra transcurre justamente en ese tercer acto de la vida de las personas en el que, sin llegar a sentir la vejez, se enfrentan a los desafíos de las últimas oportunidades. Arrecife es también una novela sobre la amistad y el amor. “Es difícil encontrar temas más interesantes que la familia y los amigos. El gran enigma es la persona que está más cerca de ti”.
“Me gustó poner en tensión el narco y los clientes de un ‘resort’ ansiosos de peligros controlados”
Tony (Antonio Góngora), un trasunto con todas las consecuencias del bajista Jaco Pastorius —“heredó sus problemas pero no su talento”—, un adicto a la adicción, que sueña con medirse con su homólogo en la Weather Report, pone también la banda sonora. Ha perdido parte de la memoria, como consecuencia del abuso de estupefacientes, pero a lo largo del relato va recuperando recuerdos. Y su memoria llega de la mano de su íntimo amigo Mario Müller, cantante de Los Extraditables, el grupo de rock en el que ambos militaban y que fracasó. La amistad de ambos está hecha de afecto, pero también de heridas y deudas, relacionadas con la adolescencia, de lo que uno ha hecho por otro. “Una ayuda demasiado grande puede ser un motivo de irritación”, cuenta el autor.
Müller decide encarnar los sueños de transformación de la realidad en un proyecto turístico, una ciudadela de la redención donde juega a ser el alcalde mágico. “Müller se divierte con lo que siempre ha jugado el rock, la noción de peligro, esa frontera entre el placer y el daño. Por eso se le ocurren programas recreativos con una coreografía delictiva, como que te secuestre la guerrilla. Muchos europeos y norteamericanos buscan en el Tercer Mundo ese tipo de excesos. Vivir una revolución, pero por un fin de semana, o entrar en contacto con una emoción y luego volver a tu vida de bienestar”.
Villoro tiene un curioso tic. Necesita frotar su llavero para encauzar su mente. Inés, su hija pequeña, se lo robó en una ocasión y frotándolo entre sus manos gritó: “He heredado el negocio familiar”. Lo cuenta su padre divertido con el llavero entre sus dedos. “La novela nos puede procurar algo que solo provee la literatura y que nos ayuda a entender mejor el mundo; no se trata de una explicación cien por ciento racional, sino de la recreación de emociones que le dan sentido a una época y a una gente y esa manera de conocer emotivamente una realidad y una época solo la encontramos en la literatura”.
“La literatura es una forma del misterio, cuando uno escribe aclara el mundo a través de un libro”
Domina todos los géneros: columnista, cuentista, narrador y ensayista. Los temas sobre los que trabaja van surgiendo y los títulos llegan ahora a las librerías en avalancha. Junto a la novela, se reedita La casa pierde (Alfaguara), un libro de relatos con todas las bendiciones de la crítica; el cómic La calavera de cristal (Sexto Piso), que se convertirá en una serie arqueológica con diferentes personajes; y en México se ha editado también ¿Hay vida en la tierra? (Almadía), que reúne narraciones cotidianas que tratan de aprovechar la realidad, escritas hace 17 años y que ha ido colando en columnas periodísticas. Villoro bromea al escuchar la lista de trabajos que se juntan ahora. “Un síntoma de vejez, mi propio tercer acto de la vida”, remarca sonriente. “Soy un autor bastante disperso, me demoro mucho redactando —Arrecife ha tardado ocho años—, pero hago muchas otras cosas alimentarias como el periodismo o la crónica”. Tomó la decisión “precipitada” de dedicarse a la escritura y para sobrevivir se ve obligado a comportarse como un mayorista. “Se trata de una solución que me conviene, no soportaría estar en una oficina”. El periodismo, dice, le permite la posibilidad de salir de su casa. Si la tragedia de un hombre comienza cuando no puede estar solo en su habitación, ese es su drama. La situación de arresto domiciliario a que te condena la escritura de una novela le resulta una idea tediosa, especialmente para alguien que se define como fisgón y entrometido. “Me gusta averiguar cosas que solo puedes entender en el lugar de los hechos. Soy amigo del periodista Jon Lee Anderson, que en un año cruza el Atlántico veinte veces, pero yo no podría. Él lo que hace es cambiar de miedos cruzando fronteras, pero mi vocación de salir al mundo es limitada, mis odiseas acaban en 24 horas”.
Hace muchos años ya que se reconcilió intelectualmente con su padre, el filósofo Luis Villoro. Con él ha mantenido una relación ambivalente de estímulo y prevención. Cuando era niño, si le pedía que le contara un cuento, le narraba la Odisea, que era lo que tenía más a mano, pero con algunas variantes: Ulises no quería ir a Ítaca sino a Barcelona (su padre nació allí). Pero también estaba la otra parte. “Para un niño es difícil explicar que tu padre sea filósofo; él me comentaba que se dedicaba a buscar el sentido de la vida, y cómo explicas eso en el patio del colegio”. Villoro creció en una casa llena de libros y enseguida se relacionó con la lectura, pero hubo momentos en que pensó que la literatura no era para niños; había en esa biblioteca una condición de los libros como objetos habituales y, al mismo tiempo, ajenos. La relación que ha tenido con la lectura ha pasado por esos momentos. “Mi padre escribió un libro, La significación del silencio, lo que se comunica sin palabras, y a mí lo que me gustaba era el rock, que es lo contrario al silencio, el estruendo. De una forma impulsiva e infantil, cuando empecé a leer por mi cuenta me afilié a cosas que refutaran esto, la contracultura, el rock, la literatura. Mi padre detesta los chismes y las anécdotas personales, la gente que no produce ideas”.
Porque le gustaba o por llevar la contraria, Villoro conducía un programa de radio muy talibán, nacido con vocación fundamentalista por el rock progresivo, el heavy y el rock sinfónico, y detestaba cualquier traición a estos géneros. Pero una de las paradojas de la vida es que lo que te pareció profundamente ridículo en un momento puede regresar en forma nostálgica. El otro día escuchó en el metro Capri c’est fini y la sintió como una canción maravillosa y cargada de emociones. “Me regresaba a momentos de mi vida en los que nunca quise oír esa canción. Lo que repudias como presente suele ser el soundtrack perfecto de la nostalgia”. También quiso estudiar medicina, la carrera elegida ahora por su hijo mayor, pero se decantó por la sociología, y con el tiempo algún poso queda de ese trasfondo en sus libros. “La literatura es una forma del misterio, cuando uno escribe aclara el mundo a través de un libro, pero la gran paradoja de una narrativa es que lo aclara de una manera que no es unívoca, mantiene varias lecturas y hay un fondo de secreto. Me preocuparía que el marco sociológico fuera muy invasivo”.
Superado el rito de paso de la adolescencia y la segunda juventud, la relación padre-hijo fue invirtiéndose. “Es alguien profundamente ético, a quien no le hemos oído decir una mentira, con un compromiso social extraordinario, tiene 89 años y mantiene una correspondencia sobre ética y política con el subcomandante Marcos. Aquellos libros que a mí me parecían ajenos ahora son muy importantes”. Ahora lee sobre todo ensayo, libros de historia, biografías de autores, reflexiones sobre ética, divulgación científica… Define el ensayo, el género que más le gusta, como “un pensamiento que acompaña y ayuda a pensar”. Le gustan, claro está también, las novelas y la poesía. En la prosa ha encontrado distintos formatos, pero sería incapaz de escribir poesía, se le escapa esa capacidad de condensación.
Villoro pertenece a esa clase de narradores muy vinculados y en un sentido muy amplio a su país. Admira mucho a escritores como Graham Greene, que viajan por Vietnam o Cuba y escriben novelas convincentes de esos países, pero sus obras poseen un anclaje básico en sus circunstancias. “Si pensamos en Philip Roth, su literatura tiene que ver con Nueva Inglaterra y la comunidad judía; Dostoievski estaba anclado en Rusia, lo interesante es que en estos autores tenemos el extraño milagro de la universalización de la experiencia, lo que le ocurre a un chico judío de Nueva Jersey se convierte en nuestro problema”, añade.
Acaba de aterrizar en una Europa ahogada por la crisis y en una Barcelona cercada por los recortes y las manifestaciones, pero se muestra feliz de poder disfrutar de la libertad de pasear tranquilamente por la calle y a cualquier hora. “Los mexicanos estamos acostumbrados a las crisis, pasamos del país de la revolución institucional al país de la crisis institucional, las devaluaciones y asombros de la realidad son algo que damos por sentado, estamos acostumbrados a estas sorpresas”. Entiende que la gente se sienta abatida, pero, comparado con lo que sucede en otros rincones del mundo, los problemas de Europa suenan ciertamente menores. “Van a tardar en renovarse las expectativas más de lo que tardarían en países acostumbrados a la improvisación y en países donde la inseguridad es una norma de vida. El bienestar produce conciencia crítica y exigencia de que las cosas menores se cumplan, cuando prescindes de algunas cosas, que tal vez son superfluas o no son tan necesarias, te parece una pérdida mayúscula”, vaticina. Como narrador, se siente preso de una gran contradicción. “Uno de los problemas del bienestar es que resulta tedioso y narrativamente tiene una materia neutra”, por eso defiende que ahí donde surge el conflicto comienza la posibilidad de tener una historia. Personalmente, preferiría que México tuviera una sociedad de seguridad y democracia, aunque escasearan las historias. “Por el momento nos quedan las historias, como los ejércitos heroicos caemos, pero no sin frases celebres”.
Arrecife. Juan Villoro. Anagrama. Barcelona, 2012. 239 páginas. 17,90 euros. La calavera de cristal. J. Villoro y Nicolás Echevarría. Ilustraciones de Bef (Bernardo Fernández). Sexto Piso. Madrid, 2012. 72 páginas, 17 euros. La casa pierde. J. Villoro. Alfaguara. Madrid, 2012. 18,50 euros. ¿Hay vida en la tierra? J. Villoro. Almadía. México, 2012. 432 páginas.
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