Prohibido importar libros en Argentina
Primero fueron las piezas de recambio para los automóviles, luego los medicamentos y ahora los libros. Desde esta mañana, está prohibido importar libros, a menos que se trate de pequeñas partidas, aprobadas por el Ministerio de Comercio Interior. La insólita medida fue tomada bajo la excusa de proteger la salud de los argentinos. Las autoridades sanitarias –no se dice cuales- comprobaron que la tinta de muchos de los textos que llegan del extranjero, tiene un alto contenido de plomo. Juan Carlos Sacco, tercer vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), señaló con sarcasmo que "esta es una medida seria. Si uno pone el dedito en la lengua para cambiar de página, se puede envenenar".
Los empresarios del sector coinciden en que la prohibición de traer libros no tiene nada que ver con la salud de los lectores. Más bien se enmarca en las trabas que el Gobierno impone a las importaciones de cualquier tipo, en su afán por frenar la salida de divisas de un país que apenas recibe inversiones del extranjero.
En la tarde del miércoles, los socios de la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) recibieron un email notificando que la Aduana había bloqueado la salida de mercadería (libros) ya fuera de los depósitos fiscales o de las terminales portuarias. "Suponemos que se trata de verificar si lo que hay dentro de los contenedores se ajusta a las declaraciones juradas", dijo Héctor Di Marco, presidente de la CAP, refiriéndose a los formularios que deben remitir los importadores, no importa de qué, al Ministerio de Comercio.
Las protestas de los vecinos
Luego hay que verificar que las cantidades aprobadas no excedan a las que figuran en el permiso. En el caso que nos ocupa, los funcionarios aduaneros deben revisar cada contenedor para cerciorarse de que no trae más libros de los han sido autorizados por Guillermo Moreno, titular de esa cartera, cuyo celo por mantener las reservas en moneda extranjera del Banco Central, lo ha convertido en la bestia negra de los importadores. Y en el blanco de las protestas de países vecinos como Uruguay, cuyos exportadores comparan las barreras que ha levantado Argentina, con el bloqueo comercial que ejerce Estados Unidos sobre Cuba.
El objetivo no declarado del Gobierno, es que las grandes editoriales extranjeras, principalmente las de España, Colombia y Uruguay comiencen a imprimir sus textos en el país, donde se distribuyen entre 75 y 78 millones de publicaciones al año. La otra opción es que las editoriales que importan libros a su vez los exporten, para mantener el equilibrio entre la salida y la entrada de divisas.
En las últimas semanas se ha hecho notoria la falta de libros de texto, como tratados de Anatomía y de Medicina General, escritos en inglés. "Todavía me quedan algunos, pero antes de Semana Santa se habrá agotado el stock. No vamos por buen camino, me parece", dijo a la prensa el dueño de una librería especializada.
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