Los enfermeros uruguayos asesinaban a pacientes para aliviar su carga de trabajo
Los investigadores creen que pudieron cometer más de 200 asesinatos
Durante 2011 los decesos en la Unidad del acusado superaron el 12% del total
Hace cuatro días que Ariel Acevedo se encuentra confinado a una celda de paredes acolchadas, para evitar que en su desesperación azote la cabeza contra la dura superficie. Después de un prolongado interrogatorio, el enfermero de 46 años se quebró y dijo al juez que le tomaba declaración: "Me creí Dios... Me equivoqué y estoy arrepentido".
Junto a su colega Marcelo Pereira, Acevedo ha sido procesado por la muerte de 16 pacientes, en los centros de tratamiento intensivo de dos hospitales de Montevideo. No obstante, la Policía sospecha que los 'ángeles de la muerte', como los apoda la prensa, pudieron cometer más de 200 asesinatos.
Las primeras denuncias acerca de "muertes inexplicables" llegaron al Departamento de Vigilancia de la Dirección del Crimen Organizado, a comienzos de enero de 2012. Los familiares de una paciente que estuvo internada en la Unidad de Cuidados Cardiológicos (UCC) del Hospital Maciel, alegaron que la mujer padecía de una arritmia diagnosticada como leve. Qué había ingresado a la unidad para someterse a unos exámenes rutinarios y que al cabo de 12 horas falleció de forma repentina. Marcelo Pereira, de 39 años, estaba de turno cuando a la paciente se le practicó el primero de los estudios: un simple electrocardiograma.
Notificado de esa denuncia, el director del establecimiento, Raúl Gabus, ordenó cursar una investigación interna. El resultado fue escalofriante: de los pacientes en custodia. En los años anteriores la mortalidad no superaba el 4%. Fue a raíz de esa investigación y de otras denuncias que llegaron a la dirección del Hospital Maciel que la policía uruguaya y funcionarios de la Interpol tomaron cartas en el asunto. Los investigadores revisaron las fichas médicas de los pacientes y cruzaron esa información con el horario de trabajo del personal. Las pistas apuntaban a una sola dirección; al taciturno Marcelo Pereira.
Por una extraña causalidad, que según se ha comprobado no tenía nada de casual, en el sanatorio de la Asociación Española ocurrieron hechos idénticos a los del otro hospital. Las pesquisas condujeron a Ariel Acevedo, quien trabajaba allí y de forma esporádica en el Hospital Maciel.
Liquidar enfermos para aliviar la carga de trabajo
En los careos con el juez Vomero, los enfermeros admitieron que inyectaban aire, altas dosis de morfina y de benzodiacepina a sus víctimas. Pese a que el método era el mismo, los acusados aseguraron que sólo se conocían de vista. Pero ayer Inés Masotti, la abogada de Pereira, reconoció que su cliente y Acevedo eran íntimos amigos. "Se conocían de hace tiempo y mi cliente era padrino de la hija del otro implicado", afirmó la abogada.
En esta etapa también se descartó que los acusados actuaran movidos por la compasión. En primer lugar, la mayoría de las víctimas confirmadas -11 en el caso de Acevedo, 5 en el de Pereira- eran pacientes con enfermedades crónicas pero no mortales.
La hipótesis que baraja la Justicia es que los amigos se pusieron de acuerdo para aliviar la carga de trabajo, liquidando a los enfermos.
La conmoción del personal de ambos hospitales es tal, que el Maciel decidió bloquear el ingreso de nuevos pacientes ala UCC. "El estado emocional de los empleados puede representar un riesgo si son muchas las personas que deben atender", señaló uno de los directivos. Por el mismo motivo, la incautación de las historias clínicas y de las actas de defunción, a pedido de la Justicia, se llevó a cabo bajo la máxima discreción. "Estamos desconcertados y llenos de indignación por lo que significan esos crímenes para nuestra profesión. Jamás imaginamos que un colega pudiera cometer semejantes crímenes", declaró uno de los enfermeros.
Mientras que los enfermeros continúan en prisión preventiva, la Policía no para de recibir denuncias de muertes sospechosas. Al punto que hubo que habilitar una línea telefónica especial para atender esas llamadas. "Son decenas de llamadas; algunas de esos sujetos infames que nunca faltan. Otras de personas muy asustadas. Llevará tiempo determinar qué casos son reales y cuales son producto del pánico", señalo María Luz Giatti, una de las operadoras.
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