El llanto de los muertos
Juan José Lara.
Ni con el sonsonete de Neruda: “Voy a escribir los cuentos más tristes esta noche…” ni con el más conmovedor de los cuentos de la Antología del cuento triste, para mi gusto literario Adiós Cordera de Clarín, lloré tanto como con tu partida.
Descubrí que el llanto es un patrón de comunicación innato, que hay distintas clases de llanto; no es lo mismo llorar, nos escribe Umberto Eco, por el destino fatal de Ana Karenina que por la muerte de un ser querido. Del mismo modo pienso que el llanto de Werther el de la novela del gran Goethe tenía otra connotación.
Finalmente un día descubrí que llorar es un lujo emocional y dejé de llorar. Fue cuando conocí el caso de don Rupertico, a quien se le había muerto su pareja. Le había vendido la póliza del seguro, por tanto debía de contactarlo. Le notifiqué que podía cobrar los beneficios del seguro, a lo que me contestó sin inmutarse:
-No necesito nada porque estoy muerto.
Recurriendo a los argumentos archisabidos de la literatura barata, incluso a los pasajes más manidos de la biblia, probé motivarlo a superar los sentimientos de abatimiento, respondiéndome nuevamente:
-No necesito nada porque estoy muerto.
Omití visitarlo por varias semanas, pero al regresar lo encontré en un muladar. Sin esperar que le hablara dijo:
-No necesito nada porque estoy muerto.
Renuncié después de varios intentos infructuosos de cambiar su mentalidad negativa, supe por unos vecinos que, después de un llanto copioso al perder a su esposa, se sumergió en una depresión donde creía que se encontraba muerto.
La última vez que acudí a verlo llevé un revólver y un disco; primero le dije que para probarle que no estaba muerto le daba el arma, que si se daba un balazo de verdad iba a morirse. Permaneció callado como yo esperaba, luego puse el disco con la música melancólicamente marina de un tango. Desterró el “rolling eyes” o giro de los ojos que llevaba en el rostro y ya no dijo “No necesito nada porque estoy muerto.”
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