viernes, 9 de marzo de 2012

Cariño, esta noche no.

Cariño, esta noche no...
Por: Tatiana Escobar Casares
.Todos sabemos que hay cansancios de cansancios y que se fingen tantas migrañas como orgasmos. Al viejo tópico del hombre dispuesto a todas horas Vs la mujer inapetente le ha salido al paso un serio competidor: el nuevo tópico de la mujer harta de esperar una insinuación Vs el hombre cansado y estresado a todas horas. ¿Quién dice ahora "Cariño, esta noche no"?




.Hace unos días nos visitó una mujer de treinta pocos años, casada y con dos hijos pequeños. Venía a La Juguetería en busca de afrodisíacos naturales masculinos. Después de preguntarme exhaustivamente los detalles sobre su composición, dosis, efectos y duración, se quedó callada unos segundos, mientras reunía el valor para hacerme una última pregunta: “¿Y tú crees que le hará efecto si se lo doy con la cena?”

Las dos sonreímos cómplices, y le conté que era preferible tomar las cápsulas voluntariamente y en ayunas o después de haber hecho la digestión, para que el aumento del riego sanguíneo se manifestara en el pene y no se dispersara en un estómago lleno. A lo que ella sentenció: “Con ensaladita y pescaíto a la plancha. Ligerito. Que te digo yo que no se entera”.

Al parecer, el marido llevaba meses enfrascado en una situación laboral que le hacía llegar a casa en un estado físico y mental deplorable, completamente ajeno al más mínimo llamado de la pasión o al más burocrático cumplimiento del deber. La mujer, harta de ser paciente y comprensiva, harta de desfilar modelitos y ensayar en vano iniciativas, había decidido tomar la justicia en su mano y darle, como quien dice, de comer aparte.




A cada quien, su cena. En casos semejantes, antes de responsabilizar a su pareja por no tener todos los orgasmos que le pide el cuerpo, y más aún si su pareja está agobiada por alguna circunstancia personal, laboral o física que le impida estar de humor para el amor, es conveniente sacar el tema en una conversación relajada, lejos de la cama, intentando evitar los reproches y ofreciendo comprensión a cambio de tolerancia.

Y si ya no está usted para más charlas, ¿Ha probado a masturbarse? ¿Qué tanto disfrutamos de esos polvos-por-cumplir, a sabiendas de que el otr@ está físicamente en mínimos y con la cabeza en Saturno? En el sexo, como en otras facetas de la vida, dejar en manos de otros lo que nuestras manos pueden hacer por nosotros mismos me resulta irresponsable con el propio bienestar y hasta inmaduro. Además, si su pareja se apunta de voyeur, es probable que algo en su interior haga “clic” y le sorprenda saltándole encima.




Si en cambio prefiere hacerlo a solas, más allá de la clásica masturbación "médica" (la que hacemos por salud y sin mayores aspavientos para aliviar los ánimos), nunca está de más aprovechar el momento para conocernos mejor, probar nuevas técnicas, escenarios, fantasías y argumentos que le permitan sorprender a su pareja en el próximo encuentro.

Por supuesto, estos consejos dejan impávidos a quienes tienen por pareja a víctimas de la fatiga crónica. La fatiga, en este caso, puede intercambiarse por migraña, angustia, estrés, adicción al trabajo o a la fiesta y a cualquier otra condición crónica que, además de no tratarse, se convierte en el causante o en la excusa para apagar el disco duro sexual.

Los llamados afrodisíacos naturales y otras recetas de herbolario que incrementan la resistencia física, el riego sanguíneo y la concentración pueden ser buenos aliados para combatir puntualmente las consecuencias de la fatiga masculina en el apetito sexual, pero siempre es recomendable tomarlos a conciencia y esporádicamente. Si su médico le ha recetado la dichosa píldora azul, pues a por ello. Pero sea cual sea su método de cabecera, también convendría trabajar la adicción al curro, la tendencia al estrés, las ganas de macharcarse y demás causas del síndrome de la cama muerta.




En el caso de la inapetencia femenina, la cosa se complica porque con el cerebro hemos topado. Y porque los procesos de excitación en la mujer son tan complejos que hemos llegado antes a la Luna que a resolver este primordial misterio de la ciencia. Ya quisieran las farmacéuticas, como la alemana Boehringer Ingelheim, que tuvo que suspender el proceso de regulación del Flibanserin ante unas pruebas que daban los mismos resultados con el fármaco que con placebo.





A pie de calle y entre mujeres, me da la impresión de que todas tenemos tres o cuatros respuestas para este gran misterio de la ciencia: ellas no es que no quieran hacerlo, así sin más, porque ya-te-dije-cariño-que-esta-noche-no (y la semana que viene tampoco). Es que no sienten deseo, es que no se excitan, es que ya no aman, es que están hartas, es que no se sienten respetadas, seguras o cortejadas, es que ya ven a sus parejas como a un hermano (o como al enemigo) o, por supuesto, es que hace años que lo hacen con otros... Y para estos menesteres, qué pena, aún no hay píldora que valga.

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