El arte involuntario de las calles mexicanas
Una serie documental rescata el mundo gráfico de rótulos, etiquetas de cosméticos, anuncios de espectáculos y carteles de lucha libre
Pasear por las abigarradas y caóticas calles mexicanas con su profusión de rótulos, carteles y anuncios en vallas, postes y comercios voceando colores, sabores y sonidos es recorrer una improvisada galería de arte al aire libre que explica como pocas otras cosas la aventura que es vivir en este país. En esa grafía espontánea y diseños imperfectos de autores anónimos se recogen con genial desparpajo el humor, las fantasías, incluso los secretos de las clases populares mexicanas. Desde la etiqueta del jabón “Amansa guapos” hasta el combate de “El Hijo de Aníbal contra la Bestia Maligna” pasando por el prometedor streaptease de Velma Collins, todo ese arte sin querer llega ahora a las pantallas de televisión.
La cadena pública Canal Once emitirá a partir del jueves 1 de marzo una serie documental de seis capítulos de 30 minutos cada uno en el que se rescata como dice Déborah Holtz, una de las impulsoras del proyecto, “un mundo gráfico en peligro de extinción” ante el avance incontenible de la estandarización del diseño corporativo de las multinacionales.
La serie es fruto de un largo proyecto iniciado a mediados de los años noventa cuando Juan Carlos Mena y Déborah Holtz, directores de Trilce Ediciones, con la colaboración de Óscar Reyes, comenzaron una investigación sobre este fascinante paisaje visual nunca antes reconocido. Varios fotógrafos recorrieron México hasta acumular más de 5.000 imágenes. Se seleccionaron mil que dio como resultado en 2001 el libro Sensacional de diseño mexicano prologado, entre otros, por Steven Heller, director de arte del New York Times Review of Books, y David Byrne, el fundador de los Talking Heads, y que va ya por su quinta edición.
En sus textos, ambos autores dan la clave de la intención de la obra. “En el mar de Starbucks, McDonald’s, Walmarts y Levi´’s y todas las demás marcas internacionales”, escribe Heller, “cualquier cosa que parezca hecha por un ser humano descuella”. Y Byrne arremete contra la autenticidad prefabricada y la “asepsia del mundo globalizado” para defender un diseño que no está al alcance de un click del ratón de ordenador y cuyos autores “nunca en su vida han tenido acceso –o siquiera soñado con tenerlo- a programas como Photoshop, Illustrator, Quark o ProTools”.
El éxito del libro dio lugar a una exposición itinerante que ha visitado en estos años ciudades como Pasadena, Nueva York, Boston, Bogotá, Glasgow, Alejandría y Zaragoza. Pero no ha sido un camino de rosas, explica Holtz: “Pasamos cinco años mendigando el apoyo del Estado y no llegó hasta que la exposición triunfó en EE UU. En México no existe empresa cultural como tal por lo que todos dependemos de los fondos del Estado”.
Ediciones Trilce produce sus propios contenidos después de años de investigación. Así surgieron dos obras pioneras, que convirtieron como dice Holtz, la “escoria en estilo”: una sobre la lucha libre, que dignificaba un espectáculo sagrado para muchos mexicanos con fotografías de Lourdes Grobet , y otro sobre el colectivo de música electrónica de Tijuana Nortec . La editorial prepara el lanzamiento en los próximos meses de otros dos libros: La fábrica de box de Tijuana, una ciudad cuna de muchos boxeadores mexicanos, escrito por el periodista Omar Millán y La Tacopedia, una enciclopedia de la popular comida mexicana.
La serie de televisión, que está dirigida por Alejandro Strauss, se centra en los carteles de lucha y del género burlesque –“Véngase hoy al festival de Quebradita con Las Nachas, exuberantes, excitantes, muy moviditas”-, los anuncios sonideros -la versión mexicana del dj- con los que se convocan en postes y vallas los bailes populares de las bandas musicales, la pequeña industria de cosméticos milagrosos de los chamanes de Sonora con perfumes y jabones con nombres tan sugerentes como “Con nadie más podrás” o “Doblegado a mis pies”, el mundo de la historieta romántica y del cómic mexicano así como los rótulos con el que se anuncian pollerías, marisquerías y toda clase de tiendas en los barrios.
En cada uno de los documentales se saca del anonimato a uno de estos artistas callejeros que con ingenio y sin recursos han logrado crear una cultura visual que plasma las emociones y los sacrificios de la vida cotidiana mexicana.
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