Por Bolivar Hernández.
Cuento corto. Como era obvio que yo era mayor que ella, ella tenía 20 años menos que yo, siempre parecía que era mi hija. En los restaurantes y en la calle la gente nos veía insistentemente por lo llamativo de la pareja. Seguro que muchos pensaban: 'Viejo rabo verde' y otros, 'inocente chiquilla'. La manera que imaginé para resolver el problema de la gran diferencia de edades entre mi amada y yo, fue algo sencillo: La disfracé de enfermera y todo el mundo nos sonreía con benevolencia y con miradas de gran ternura. En la intimidad nos reíamos tanto que siempre nos caiamos de la cama.
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