Apoyar al Presidente?
Soledad Loaeza
La corrección política dicta que no hay que apoyar al Presidente, ni siquiera cuando el país está en una situación de emergencia, como ocurre en estos momentos. Así, la crítica personalizada a Felipe Calderón, que debería ser un efecto colateral de la discusión a propósito de la violencia que nos agobia y de las posibles alternativas de lucha contra el crimen organizado, se ha convertido en el tema preferido de comentaristas y miembros de la oposición. Esto es, en lugar de concentrar nuestra atención en buscar soluciones al desbordamiento del aparato de justicia, entender los dilemas y las implicaciones de la política del gobierno, la extensión de la violencia, lo ocurrido en Monterrey o la naturaleza de las organizaciones criminales, y los costos y las ventajas de vías alternas de combate, discutimos como en un seminario académico si el Presidente usó bien o mal el término terrorista”. Una diputada de oposición llegó a decir que Calderón utilizaba la tragedia de Monterrey para autopromocionarse (!).
Existe una corriente de opinión recalcitrante que considera que Felipe Calderón no es presidente legítimo, y que no está dispuesta a respaldar explícitamente ninguna de sus acciones, por ningún motivo y en ninguna circunstancia. No obstante, no me refiero a ellos, pues no es esta la postura de la mayor parte de los mexicanos, como lo demuestran las encuestas de opinión que indicaban a finales del mes de julio pasado que el Presidente tenía 53 por ciento de aprobación, y registraba un ligero repunte de 2 por ciento en relación con el trimestre anterior (Consulta Mitofsky, 31/08/2011). Aun así, una proporción alta de los comentaristas de noticias y de los líderes de opinión, al igual que la mayoría de los miembros de los partidos de oposición, se niegan a apoyarlo públicamente, y repudian en particular su estrategia de lucha contra el narco. El senador Manlio Fabio Beltrones es la excepción. Hagamos a un lado el desafortunado título cincuentero de “México, creo en ti”, del artículo que publicó en días pasados, y detengámonos en la siguiente declaración: “No comparto la política del actual gobierno…
Pero contra el crimen debemos apoyar sin regateos al presidente Calderón por una razón simple: el fracaso de un gobierno es el fracaso del país entero” (Reforma, 30/08/2011). El senador Beltrones apunta a que esta triste coyuntura convoca a la unidad. Tal vez sería mejor hablar de solidaridad, pero las fuerzas políticas no están dispuestas a fomentar ese sentimiento clave, no obstante la brutalidad de los ataques del crimen organizado contra el Estado y contra la sociedad. Creo que estas agresiones deben ser vistas en primer lugar en estos términos relativamente abstractos, antes que asociarlas a los defectos o a los errores personales del Presidente.
A diferencia de Beltrones, el ex presidente y correligionario de Calderón Vicente Fox, que también hace unos días rechazó la política presidencial, y buscó asumir el liderazgo de una alternativa: amnistía para los narcotraficantes y negociación con los cárteles de la droga, como si se tratara de actores políticos legítimos. Si la postura del senador Beltrones puede provocar irritación y polémica, la de Fox no merece mucho debate. Optar por la vía que propone significaría que el Estado se ha rendido ante un enemigo que no conoce más reglas que las suyas, y que no se detiene ante nada en la construcción de un poder que devoraría todas las áreas de la vida social.
Los terribles hechos de Monterrey ilustran la extensión de las actividades de las organizaciones criminales más allá del tráfico de drogas, a la extorsión. De escuchar a Fox todos pasaríamos a ser subalternos del crimen organizado. En entrevista en W Radio, Fernando Savater descartó esa posibilidad –en verdad escandalosa– con el argumento de que es preciso frenar el crecimiento de estas organizaciones que son esencialmente destructivas del tejido social y de las instituciones, pues sólo engendran violencia y de ella viven.
¿Apoyar al Presidente? Es muy difícil, si tenemos presente el número de muertos en lo que va de su gobierno; resulta cuesta arriba aplaudir una estrategia cuyos frutos han sido magros, y muy dolorosos para muchos mexicanos. Además, hasta ahora ha sido muy divisiva, pues mientras unos exigen el regreso del Ejército a los cuarteles, no son pocos los que aplauden su participación en el combate. No obstante, la fragmentación política viene de antes, del gobierno de Fox, que tampoco supo concitar la solidaridad que haría mucho más efectiva la lucha contra el crimen organizado. ¿Apoyar al Presidente es apoyar a Felipe Calderón o al Estado mexicano? Me parece obvia la respuesta: los criminales no atacan a Calderón, sino al Estado; a éste es al que hay que defender.
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