El político, torturado por la dictadura, emerge como figura en Colombia
A finales de 1985, Gustavo Petro fue detenido por el Ejército cuando iba disfrazado de mujer y con una pistola en el bolso, actuando como dirigente del M-19 en la localidad de Zipaquirá, próxima a Bogotá. El domingo fue elegido alcalde de la capital de Colombia, un cargo al que sólo supera el de presidente de la República.
Diez días lo tuvieron los militares del presidente Belisario Betancourt con una capucha en la cabeza, cuatro de ellos sin comer durante las sesiones tortura. Luego pasó dos años en la cárcel. A la salida se propuso integrar la tendencia del M-19 que propugnaba el abandono de las armas y la negociación con el Estado.
Creó el movimiento Progresistas justo antes del cierre de inscripciones
Petro inició entonces una trayectoria política que le ha llevado a fundar varios movimientos para la construcción de una izquierda democrática en Colombia al margen de las guerrillas y los partidos comunistas, tras su paso por Lovaina y Salamanca, y una vez laureado como economista.
Perteneció a Vía Alterna, Frente Social y Político, hasta llegar a integrarse como fundador del Polo Democrático, una unión de diferentes izquierdas que nunca llegó a cuajar y en la que Petro, después de presentarse sin éxito a la presidencia de la República, fundó su penúltima disidencia tras denunciar la corrupción que reina en Bogotá.
Algunas de las personalidades más importantes del Polo le siguieron sin un horizonte muy claro, hasta que, unas horas antes de cerrarse las inscripciones para los comicios recién celebrados, Petro registró el movimiento Progresistas, con el que acaba de alcanzar la alcaldía.
Los resultados de las regionales cambian el tablero político y derrotan a Uribe
El resultado de las elecciones ha dado la vuelta al tablero político en Colombia. Los partidos tradicionales desde hace 50 años, el conservador y el liberal, han sido laminados. El primero renunció a presentar candidato en Bogotá ante los pobres resultados que esperaba. Los liberales sumaron 93.000 votos frente a los 721.000 de Petro.
El uribismo, que se presentó con el Partido Verde, abandonado por su fundador Antanas Mockus, quedó en segunda posición en la capital con 559.000 votos. Todos los candidatos propuestos por el expresidente Álvaro Uribe para alcaldes y gobernadores fueron derrotados.
Nuevos actores
A escala estatal, aunque ganan las candidaturas liberales, lo más significativo ha sido, en el tradicional panorama de corrupción, compra de votos, amenazas y muertes 41 candidatos asesinados y los parapolíticos victoriosos en numerosas regiones la aparición de muchas listas formadas por movimientos autónomos de ciudadanos, que han conquistado cerca de cinco millones de votos y ocho gobernaciones.
El triunfo de Sergio Fajardo, elegido gobernador de la provincia de Antioquía, también puede ser un éxito de Petro, que intenta atraer ahora a sus filas a un candidato que se había presentado como independiente.
En su primer discurso, Petro animó a extender su movimiento de izquierda por todo el país. El nuevo alcalde de Bogotá quiere que Jaime García Márquez, el hermano del premio Nobel, se encargue de la vida cultural en una ciudad tan ingobernable que nadie sabe muy bien si tiene nueve o diez millones de habitantes y a la que llegan cada noche cientos de desplazados por la violencia.
Durante su etapa de senador, cuando Petro denunciaba incansable a los paras y a Uribe, el hoy alcalde de la megalópolis dormía con una especie de pijama antibalas, abrazado a una metralleta y aislado de su familia. El domingo afirmó que ha dejado de sentirse amenazado.
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