Resulta sorpresivo que la XXI Cumbre Anual Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que tuvo lugar hace unos días en Asunción, Paraguay, haya recibido tan pocos reflectores de los medios de comunicación, al menos en México. Fue la excepción porque en otros países recibió el despliegue merecido, ya que la cumbre, por necesidad, estaba llamada a cubrir algunos de los temas más polémicos de nuestro tiempo, y en primer lugar el de un desarrollo de los pueblos que sea además efectivamente equilibrado y democrático.
Es verdad que esta Cumbre tuvo más ausencias otras en el pasado. Hay un factor principal que sobre todo determinó ese ausentismo, según diversos comentaristas: desde luego, la posición general latinoamericana frente a la crisis, que comienza a ser mayoritaria, y que es coincidente con las críticas que ya mundialmente recibe el neoliberalismo, raíz y causa profunda del desastre que se vive en todas partes. Obviamente los neoliberales del mundo no están muy dispuestos a seguir escuchando las críticas que se efectúan a un capitalismo salvaje que lleva a todos los continentes a una de sus crisis más profundas.
El otro factor, vinculado con el anterior, tendría que ver con la crisis sistémica que vive el capitalismo europeo, que lo sitúa en los bordes de la banca rota. Evidentemente estos factores, combinados, han opacado la centralidad de las cumbres latinoamericanas, cuando precisamente debieran ser atendidas más que nunca ya que la crisis europea no desmerece en su gravedad.
Es una Cumbre que se dio en la ausencia de Raúl Castro, de Hugo Chávez, de Cristina Fernández, entre otros, en cambio estuvieron presentes, Evo Morales, Rafael Correa, es decir, una asistencia vario pinta del ala izquierda y del ala derecha de los mandatarios iberoamericanos, lo que no deja de ser muy significativo en la composición de estas cumbres. Varios indicadores señalan que no todos los mandatarios latinoamericanos estas dispuestos a encontrarse fácilmente con sus colegas. Todo indica que hay distancias ideológicas que están aún lejos de superarse, y no es difícil pensar que algunos dignatarios de la región dejaron de asistir precisamente por no toparse con sus “pares” del otro bando.
Al final de cuentas, el tema central de la cumbre fue el de la necesaria democratización del estado y, por tanto, el de sus imprescindibles cambios (democráticos), de suerte que sea capaz de frenar al mercado y de imponerle los límites que decida el Estado para lograr una economía que evite el imperio salvaje del propio mercado, al mismo tiempo, que sea capaz de llevar a cabo las transformaciones políticas que requiera un Estado cada vez más próximo a la sociedad y a la población en general, es decir, la transformación del Estado hacia una democracia más efectiva. Que le permita conservar su capacidad de imponer límites deseables al mercado, lo cual significa cuidar estrictamente dos aspectos de la economía real: evitar las brutales concentraciones de capital que se han impuesto en la gran mayoría de países del mundo, y esforzarse por impulsar un desarrollo equilibrado, es decir, sobre todo en beneficio de los más necesitados.
Lo anterior significa, esencialmente, que el Estado actual oligárquico e inclusive plutocrático ha de convertirse en un genuino Estado democrático, es decir que debe desmontar sus estructuras de poder concentrado, en lo político y económico, y transformarse en un Estado político y económico capaz de redistribuir radicalmente sus poderes de decisión en todos los aspectos, y lograr una efectiva desconcentración de los poderes que hasta ahora ha ido acumulando.
Por supuesto que una visión democrática del Estado como la referida, implica una serie de transformaciones revolucionarias que exigen antes que nada la unidad política de todos aquellos que, en cada Estado, están dispuestos a lograr tales transformaciones. Que el atrevimiento es exitoso en la mayoría de las ocasiones lo prueba la historia última de la región, que indica sin lugar a dudas que el progreso real de nuestras sociedades exige transformaciones profundas y dejar atrás las estructuras oligárquicas envejecidas que durante tanto tiempo nos han dominado.
Debe decirse que el otro aspecto extraordinariamente importante de esta cumbre fue la variedad de consensos que se lograron sobre las Malvinas, Cuba, seguridad, migración, ecología, y sobre otros aspectos de importancia mundial en nuestros días, como la la seguridad ciudadana, los flujos migratorios, la seguridad, la emigración y el medio ambiente.
Las naciones iberoamericanas, la seguridad ciudadana, los flujos migratorios, la emigración y el medio ambiente se trataron también en Asunción como puntos clave de las relaciones internacionales hoy, y se proclamó la dificultad de llegar en el corto plazo a soluciones satisfactorias en ese campo.
Helms-Burton y exhortaron al Gobierno de Estados Unidos a que ponga fin al embargo a Cuba.
En otro comunicado acordaron establecer políticas públicas en materia de seguridad ciudadana, un aspecto que se considerara necesario fortalecer. También reafirmaron su preocupación del grupo ante las situaciones en las que "los derechos humanos de las personas migrantes puedan ser vulnerados" y denunciaron la falta de protección de este sector de la población.
Se incluyeron además temas como el fin del bloqueo de Estados Unidos a Cuba, la disputa entre Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas y un proyecto ambiental ecuatoriano para dejar sin explotar parte de su petróleo a cambio de una compensación internacional.
Sin duda alguna estuvo presente en esos días en Asunción una voluntad clara de avanzar en las relaciones internacionales iberoamericanas en un sentido democrático.
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