Por Bolívar Hernández.
Cuento corto. (Para un domingo gris y frío). Hace muchos años, una alumna mía de psicología, una linda monja muy estudiosa, quería ayudarme a como diera lugar en un proceso de rehabilitación para volver a caminar y que soltara las muletas de una buena vez. Sor Carmen me esperaba en el patio de la universidad para pedirme que me dejara ayudar en eso que ella consideraba que podía hacer por mi: prov...ocar un milagro. Amorosamente, se paraba frente a mi y me conminaba a que diera pasos hacia ella, como lo haría un niño frente a su madre que le enseña a caminar. Dejaba a un lado las muletas, momentáneamente, e intentaba con todas mis fuerzas dar un paso y era imposible, la parálisis y el dolor me lo impedían para desconsuelo de la hermana religiosa. Naturalmente, que yo quería caminar sin ayuda de muletas y estaba cierto que el milagro no ocurriría en esos instantes tan ansiados por Sor Carmen.
Los últimos años he soñado repetidamente con la imagen de correr sin muletas, tal como lo hice por muchos años. Cuatro años después de aquel fallido intento de provocar un 'milagro' frente a la mirada de cientos de estudiantes, debo decirle a Sor Carmen que por fin el 'milagro' se produjo porque 'trabajé' mucho en la rehabilitación. Ayer corrí un poco, con dificultad, pero ya es un triunfo para un ser que necesita demostrarse que puede lograr lo que se propone.
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