jueves, 1 de marzo de 2012

Europa se obceca con la austeridad.

Europa se obceca con la austeridad
Merkel insiste en que hay que firmar el Tratado fiscal antes de poder generar crecimiento

Europa ha jugado este jueves a las grandes palabras en una cumbre que servirá para consagrar la austeridad en los tratados y que viene a ilegalizar el keynesianismo, con la imposición de prohibir los déficits en las constituciones. Hasta aquí los hechos. Todo lo demás es retórica: los mandatarios europeos se han empeñado en un cambio de tono para tratar de convencer a la ciudadanía –y puede que a los mercados—de que los recortes no son la única obsesión en una eurozona muy maltratada por la crisis fiscal, pero que también va de cabeza hacia una recaída en la recesión.

“Lo primero que hay que hacer es firmar el tratado fiscal. Lo segundo es ver cómo generar crecimiento”, ha dicho la canciller alemana, Angela Merkel. Ese es el orden. Y “lo segundo” queda para más adelante: el Eurogrupo previo a la reunión de jefes de Estado y de Gobierno ha pospuesto una vez más la entrega del dinero del rescate para Grecia y su crisis interminable, y apenas ha debatido el llamamiento de España a flexibilizar los objetivos de déficit para evitar que el exceso de tijera acabe en un descosido para algunos países.

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Las claves del tratado Berlín echa otro pulso económico a la UE Hollande insiste en renegociar el pacto fiscal para añadirle políticas de estímulo El BCE inyecta medio billón más a la banca para desatascar el crédito España es ahora una especie de clave de bóveda de lo que ocurre en la eurozona. Y prácticamente un caso de manual: ha aplicado duros, severos recortes y aun así en 2011 el déficit se fue hasta el 8,5% del PIB, muy lejos del objetivo marcado (del 6%), y eso provocará nuevos y dolorosos recortes. Con algunos agravantes: la economía española se encamina hacia la recesión, y el paro supera el 23% de la población activa, cifras sin comparación no solo en Europa sino en el mundo mal llamado desarrollado. Otros países están en situaciones fiscales parecidas, pero no se deciden a entrar en ese debate sobre la necesidad de dar algo más de margen para cumplir con las rebajas de déficit so pena de provocar una recesión severa y una peligrosa contestación social. España sí ha abierto ese melón.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha explicado ante sus homólogos el por qué del agujero fiscal español en 2011 (básicamente, el incumplimiento de las comunidades autónomas), pero no ha encontrado los apoyos que esperaba entre los ministros de la eurozona. Ha recibido la reprimenda del representante del Banco central Europeo (BCE) y del comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, que pide más explicaciones sobre el déficit y el detalle del presupuesto y del próximo tijeretazo antes de empezar a hablar de abrir la mano con el déficit. Y el silencio ha sido la respuesta de todos los demás ministros, pese a que esa cuestión afecta a muchos otros países: Francia no va a cumplir; países como Bélgica y Holanda van a tener serios problemas y muchos otros Gobiernos están en condiciones similares. “La flexibilización de las metas de déficit caerá como fruta madura. Pero para mayo, no con la velocidad que pretende España”, han indicado fuentes comunitarias.

Bruselas tiene sus tiempos y sus reglas. Y se agarra a esas reglas aunque se dé de bruces con la realidad: la economía europea entrará en recesión en 2012, con el PIB de algunos países en franco retroceso (Grecia y Portugal, pero también Italia y España) y una situación general mucho peor de lo que la propia Comisión Europea vaticinaba. El paro se ha anotado este jueves un nuevo máximo y roza ya el 11% para el conjunto del club del euro, aunque en algunos de sus socios esas cifras se duplican. La crisis fiscal y financiera amaina –al menos por el momento-- y eso justifica ese cambio de retórica a favor de incluir el crecimiento entre las prioridades.


Pero sin alardes: “La consolidación fiscal es esencial para un mayor crecimiento y empleo”, decía al cierre de esta edición un borrador de las conclusiones de la cumbre. Fuentes comunitarias han indicado que de esta cumbre “no saldrá la flexibilización que pide España, pero sí alguna declaración de principios sobre los países que estén bajo presiones de mercado”. Se esperaban cuchillos largos a lo largo de la cena de jefes de Estado y de Gobierno: España cuenta con algunos aliados, “pero Alemania y los grandes países se han embarcado en la cruzada por la austeridad y no parece sencillo que ahora faciliten una flexibilización del déficit, por mucho que algunas economías estén asfixiadas”, han explicado fuentes diplomáticas.

Al menos, el nivel de dramatismo ha bajado en relación con ocasiones anteriores. El diluvio de liquidez del BCE sobre la banca (un billón de euros desde diciembre a intereses bajos y a un plazo de tres años) ha calmado las aguas en los mercados. Y pese a una carta firmada por 12 jefes de Estado (con Reino Unido, Italia y España a la cabeza) a favor del crecimiento que se ha interpretado como una suerte de rebelión ante el directorio francoalemán, el plato más importante de la reunión está atado y bien atado: 25 de los 27 países de la UE firmarán mañana el tratado para imponer rigor y responsabilidad en las cuentas europeas. “Esa firma es un paso importante hacia una unión estable; hace posible una unión política”, ha explicado Merkel. Más lacónico, el premier británico, David Cameron, ha recordado que Europa “no se enfrenta solo a una crisis de deuda: es también una crisis de crecimiento”.

Reino Unido y República Checa, salvo sorpresas de última hora, serán las dos únicas firmas que faltarán este viernes, en la firma del tratado. Aun así, casi nada en Europa es lo que parece: sobre el futuro de esa norma que consagra la austeridad como principio rector de la política económica del continente siguen planeando incertidumbres. Irlanda ya ha anunciado que someterá el tratado a referéndum. Pero la piedra de toque de Europa en los próximos meses es Francia. Siempre Francia: el socialista François Hollande ya ha anunciado que si llega al Elíseo en mayo renegociará el acuerdo. Europa, aquella “utopía factible”, sigue en construcción.

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