jueves, 26 de abril de 2012
Mi lucha otra vez
MARCOS BALFAGÓN
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Fue el libro que el Estado, el Tercer Reich, regaló a los novios que se casaron entre 1936 y 1945. Probablemente muchos ni lo leyeron, pues es una literatura nada atractiva, y menos para enamorados por muy hitlerianos que se sintieran. Quienes seguramente no le prestaron la atención debida al libro que el excabo frustrado escribió en la cárcel tras su intento de putsch en Múnich en 1924, pero debían haberlo hecho, son los europeos que luego tuvieron que tratar con y combatir contra él. Sus ideas eran claras. En Mein Kampf, por ejemplo, estaba el antisemitismo que llevaría al Holocausto, pues se afirmaba que “el judío se ha constituido actualmente en el más grande instigador de la devastación alemana”. O se subrayaba la relevancia del lebensraum, el “espacio vital” que le condujo a expandir a Alemania hacia el Este. Todo envuelto en fuentes falsas e ideas enloquecidas, pero que llevaron a Europa a la guerra.
Ahora el Gobierno del land de Baviera ha anunciado que va a publicar una edición anotada antes de perder, en 2015, los derechos que posee sobre este libro.
Es la primera vez desde 1945 que se va a publicar oficialmente en Alemania. No es que no se haya editado en alemán; ha aparecido por millones desde entonces en ese idioma y en muchos otros, sin que nadie reclamara los derechos de autor que, formalmente, quedan libres a los 70 años de la muerte de su autor. Cualquiera lo puede encontrar en Internet.
El libro se vendió relativamente poco al principio, pero se convirtió en el bestseller en Alemania a partir de la toma del poder por los nazis en 1933, e convirtió a Adolf Hitler en el autor mejor pagado de su época.
No parece sin embargo que las intenciones del Gobierno bávaro sean comerciales, sino que su objetivo declarado es “desmitificar” Mi lucha, que no solo leen los historiadores. También los grupos neonazis. No es una decisión acertada, pues puede dar alas a una extrema derecha que bajo otras formas, a veces poco dismuladas, está creciendo en esta Europa que en algunos aspectos inquietantes puede empezar a coger tintes de la de los años 30. Conviene recordar el pasado, y no repetirlo. No, mejor nada de Mein Kampf.
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