Aprender a morir
Colapso poblacional
Hernán González G.
El pequeño dato que ignoraron cuantos asalariados se rompieron el lomo para tener un retiro y una vejez dignos es que no contaban con el entusiasmo ineficaz de los políticos, gobernantes y funcionarios que vendrían después. Gurús sexenales, soñadores de gloria y descubridores de hilos negros en torno, todos, a la presidencia-gerencia de sucursal del imperio vecino, tan utilitarista como imprevisor.
Por eso ahora el Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los principales instrumentos financieros de ese imperio, advierte, como preparando terreno, que en nuestro país los “gastos relacionados con el envejecimiento” demandan recursos adicionales por unos 400 mil millones de pesos. En todo caso, no se puede saquear sistemáticamente un país y que todavía alcance para pensiones y servicios de salud.
Fascinado el capitalismo con sus irreflexivos avances científico-tecnológicos, en los que la meta no es servir sino vender, celebró temerario haber prolongado con miles de artefactos y fórmulas, es decir, artificialmente, la duración de la vida humana, aunque sin tomar en cuenta el costo económico, cultural y social de violentar el tiempo biológico natural de nuestra especie.
“Esta adolescencia tecnológica, aunada a la disminución de la mortalidad y al incremento de nacimientos debido a los avances médicos y a manipuladores criterios político-religiosos, provocan el crecimiento exponencial de la población y el agotamiento de recursos, ya que simplemente no estamos preparados, a nivel mundial, para que sobrevivan 15 o 20 años quienes hoy tienen 60 años o más. El concepto ‘riesgo de longevidad’, acuñado por el FMI, no pasa de ser otro eufemismo”, observa el médico y bioeticista Othón Gayosso Cruz.
“En las carreras universitarias y técnicas –añade el también anestesiólogo e intensivista– no hay un curso serio de demografía. Tampoco se ha tenido una visión de Estado, sino empresarial y electorera; los gobernantes de todos los colores abdican al poder otorgado por la sociedad y se vuelven ávidos gestores de trasnacionales. Urge entonces entender el concepto demografía para entender el ciclo vida-muerte, pues la bomba demográfica impide todo crecimiento sustentado. Y es forzoso que los candidatos aborden, sin lugares comunes, el tema de la explosión demográfica como una de las principales causas del caos social. Hoy, el canto colectivo a la longevidad raya en la obscenidad”, señala el doctor Othón Gayosso.
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