sábado, 28 de abril de 2012
Sarkozy a la baja.
El cambio desde Merkozy a Sarkopen no rinde de momento el menor fruto. Las últimas encuestas para las presidenciales francesas reflejan que la estrategia electoral de Nicolas Sarkozy -abandonar su idea original de hacer una campaña basada en la colaboración con la canciller alemana para acabar abrazando las tesis ultranacionalistas y de extrema derecha de Marine Le Pen- está resultando un fiasco en toda regla. François Hollande, el candidato socialista, no solo aguanta el tirón sino que parece consolidar su cómoda ventaja; los cuatro sondeos publicados el jueves y el viernes le dan ganador el 6 de mayo por una diferencia de entre ocho y diez puntos, y tres de ellos anotan un descenso en la intención de voto del presidente saliente.
La encuesta de BVA da una ventaja de nueve puntos a Hollande, que sube un punto y medio en cuatro días y se coloca en el 54,5%. El sondeo diario de IFOP del viernes mantiene intacta su ventaja de diez puntos, como el de Opinionway, donde el socialista sube dos puntos desde el primer turno. Solo CSA registra (el día 24) una ganancia de dos puntos de Sarkozy, que así y todo seguiría ocho por debajo.
En las presidenciales de 2007, los sondeos del 28 de abril clavaron (medio punto arriba o abajo) el resultado final. Esta vez el trasvase de votos de los perdedores es más complejo, porque Sarkozy necesita captar casi todo el apoyo de los votantes del Frente Nacional (18% en la primera vuelta) y del centrista François Bayrou (9,6%). Una media de los sondeos sugiere que el presidente recogería hoy el 48% de los votantes de Le Pen, y el 21% de los de Bayrou. Mientras que Hollande recibe menos de la derecha (uno de cada cinco) pero más del centro (un 31%).
Sarkozy confía en remontar con el debate televisado del miércoles próximo. El miedo a la crisis y al paro (4,3 millones de personas en marzo) acentúan la incerteza, y la cifra de indecisos sigue siendo alta (19%). Pero si en 2007 tanto Sarkozy como su rival, Ségolène Royal, eran aspirantes sin experiencia, hoy el líder de la derecha se presenta con su pasado a cuestas y un millón más de parados.
Tampoco el presente da muchas esperanzas a los suyos: su campaña estridente, populista y brutal, diseñada por su asesor Patrick Buisson, paladín de la unión de todas las derechas, ha fracturado a la UMP. Aunque Sarkozy ha impuesto la ‘omertà’, los moderados no ocultan su desolación ante un giro de tuerca que pone al gaullismo a los pies de Le Pen. Solo el primer ministro, François Fillon, ha tomado tímidamente distancia de este nuevo cruce llamado ‘Sarkopen’ al declarar que “hay ideas del Frente Nacional que no son compatibles con los valores de la República”.
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