El esquema actual de la sexualidad se caracteriza por un anhelo de fusión completa a través de una ilusión de unión.
En el siglo XX, el sexo y su función era preponderantemente reproductiva, hasta que se inventó la pildora anticonceptiva en los años sesentas. Ahí empezo el descubrimiento del placer sexual, desligado de la función de engendrar un hijo. Este ha sido el mejor aporte a la liberación femenina en el mundo occidental.
Los hombres y las mujeres de la era posmoderna buscan exactamente lo mismo: la unión, para escapar de la soledad que sienten o temen sentir. La ilusión se genera necesariamente entre un hombre y una mujer, ya que la unión alcanzada durante el breve instante del orgasmo deja a la pareja tan alejados como lo estaban antes, de tal manera que sienten su extrañamiento aún más profundamente que antes.
El orgasmo, llamado también como: "la muerte chiquita", es un placer intenso pero efímero, que no acerca sino que separa a los amantes, y eso da angustia por la posibilidad de la pérdida del otro. Al cumplir ese rol, el orgasmo sexual cumple una función no demasiado diferente del alcoholismo o la adicción a las drogas. Como esas adicciones, el orgasmo es algo intenso pero transitorio y brevísimo.
La unión es ilusoria y la experiencia está condenada finalmente a la frustración, porque esa unión está desligada del amor.
Hoy el sexo es el epítome mismo, y quizá el arquetipo secreto y silencioso, de la relación pura, se ha convertido en el modelo predominante, en la meta ideal de las relaciones humanas. Actualmente se espera que el sexo sea autosuficiente y autónomo, que se sostenga sobre sus propios pies.
El orgasmo es de quien se lo trabaja, nadie le produce un orgasmo al otro, cada quien procura alcanzar el suyo, a costa del otro o a pesar del otro.
No es raro, entonces, que su capacidad para generar frustración y para exacerbar esa misma sensación de extrañamiento que supuestamente debía sanar hayan crecido enormemente. La victoria del sexo en la gran guerra de la independencia ha sido, a lo sumo, una pobre vistoria.
El sexo esa pócima maravillosa parece que está produciendo más dolores que placeres prometidos.
El sexo en la era de la posmodernidad es el eje de los problemas emocionales de millones de seres humanos, que buscan desesperadamente una "medicina milagrosa" que corrija sus defectos sexuales: impotencia, eyaculación precoz, frigidez, etcétera. Pues ya se inventó accidentalmente EL VIAGRA, esa famosa pastillita azul que ayuda a levantar penes flaccidos.
A todo problema humano, se le puede encontrar un medicamento milagroso, salvador.
Hoy los jóvenes son los principales consumidores de viagra, desplazando a los varones viejos e impotentes, que si lo necesitan con urgencia.
Este es el mundo moderno que nos ofrece panaceas a todo problema emocional o físico.
Ya se está investigando la producción de un !!VIAGRA FEMENINO¡¡
Esto es el colmo de la medicalización de la sociedad posmoderna.
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