Cuando una pareja de desconocidos se encuentran, basta una mirada de deseo para que se vayan a la cama de inmediato. El deseo de compartir la cama por una noche, brotó de la nada. Siendo personas obsesionadas por las medidas extremas de seguridad, las puertas del deseo no tienen cerraduras, se abren con suma facilidad. A veces, es suficiente que la pareja se pregunte: ¿cúal es tu signo zodiacal?. Y si hay compatibilidad, pués a la cama directamente.
El deseo necesita de mucho tiempo para germinar, crecer y madurar. Pero en esta sociedad posmoderna, el largo plazo se hace cada vez más corto. Todos tienen prisa por conseguir la satisfacción instantánea que promete el deseo por el Otro.
Los grandes centros comerciales actuales están diseñados estratégicamente para que los compradores actúen como autómatas en el momento de la compra, sin pensar demasiado. Todos los motivos necesarios para que los compradores compren deben surgir de inmediato, mientras caminan por los pasillos del mall. Y también deben morir de inmediato, una vez que han cumplido su cometido.
En Guatemala, pude observar un enorme anuncio a la entrada de uno de esos relucientes centros comerciales modernos, que decía: "Cumple tu mayor deseo en la vida: COMPRAR". Que estimula "las ganas" del consumidor, es decir ordenan que uno "se deje llevar por ese impulso inconsciente de darse "gusto".
Las ganas y los deseos corren por carriles diferentes, el primero surge espontáneamente y el segundo hay que cultivarlo. Como los actos nacidos de las ganas ya han sido profundamente implantados por los poderes del mercado de consumo, seguir un deseo parece conducirnos, de manera incómoda, lenta y perturbadora, hacia el compromiso amoroso.
El deseo necesita mucha atención y preparativos, ya que involucra grandes cuidados, complejas negociaciones sin resolución definitiva, algunas elecciones difíciles y algunos compromisos penosos, pero peor aún, implica también una demora en la obtención de la satisfacción, que es sin duda el sacrificio más odiado en nuestro mundo entregado a la velocidad de los actos.
Cuando la relación está inspirada por las simples ganas, sigue la pauta del consumo y sólo requiere la destreza de un consumidor habitual. Al igual que otros productos, la relación es para consumo inmediato y para su uso único. Si la relación resulta defectuosa o no plenamente satisfactoria, los productos pueden cambiarse por otros, que se suponen más satisfactorias.
Las relaciones de pareja inician con muchas promesas de compromisos a largo plazo, cuestión que de inmediato muestran su imposibilidad de cumplimiento:"Te amaré toda la vida", "Siempre te seré fiel", etcétera.
Las promesas de compromiso, no significan nada a largo plazo: Hay que desbaratar los decretos que atan una relación con cuestiones imposibles de cumplir, que se dijeron en un momento de mucha pasión o locura.
Hay un dilema que no tiene solución. Y peor aún, parece plantearnos una paradoja absolutamente injusta: la relación no sólo no cumple en satisfacer una necesidad, tal como se se esperaba de ella, sino que además convierte esa necesidad en algo aún más irritante y enloquecedor.
Usted buscó esa relación con la esperanza de mitigar la incertidumbre e inseguridad que lo acosaba en la soledad, pero la realidad le agrava la inseguridad e incertidumbre. No hay salida. Toda relación es como una moneda tirada al aire.
Una relación siempre es insegura y está condenada a seguir siéndolo, aunque uno desee otra cosa: es un dolor de cabeza y no un remedio.
Si no existe una buena solución para un dilema, si ninguna de las actitudes sensatas y efectivas nos acercan a la solución, las personas tienden a comportarse irracionalmente, haciendo más complejo el problema y tornando su resolución imposible.
Cuando los amantes se sienten inseguros, tienden a comportarse de manera poco constructiva, tratando de complacer o de controlar, e incluso con agresiones físicas: todas ellas actitudes que alejan aún más a la pareja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario