Después de haber vivido 45 años en México, en donde pude experimentar mil cosas bellas y pocas cosas feas, no tengo más que mi agradecimiento y amor a ese gran país, que también es mio.
El volver a Guatemala, mi otra patria, para dedicarme a la literatura de tiempo completo, como siempre lo soñé, implica un reencuentro con la patria de mi padre, y con el país de mi infancia y adolescencia. Esto no ha sido nada fácil y tampoco una ruta exenta de sorpresas. No acabo de entender mi nueva patria, me cuesta mucho racionalizar mi relación con Guatemala, cuando es una relación básicamente sentimental, afectiva.
Me siguen doliendo las injusticias y las desigualdades sociales que dejé en 1964, observo que hemos avanzado muy poco en términos de solidaridad social.
Me hiere la conciencia ver la pobreza extrema de mis compatriotas indígenas y campesinos.
Quiero contribuir en algo con mis conocimientos intelectuales, que estoy dispuesto a ponerlos al servicio de los demás, de los otros, de los condenados de la tierra.
Sigo con amoroso empeño el recorrido necesario para integrarme a la patria chapina, me llevará tiempo pero quiero experimentar esa felicidad de encontrarme nuevamente con mis paisanos.
!Vamos partria a caminar¡ dijo un querido compañero poeta de mi generación.
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