miércoles, 17 de marzo de 2010

En el amor hay dos, sin certezas.

El lenguaje está condicionado por el tiempo y nutrido por él. El lenguaje no sabe anticipadamente dónde va a terminar. Depende de otros, De hecho vive gracias a la vida de otro. En la conversación real algo ocurre. Quién es ese "otro" de cuya vida vive el lenguaje para que algo ocurra en la conversación: ese "otro" es siempre un alguien definido que no sólo tiene oídos , como todo el mundo, sino también una boca.

Y eso es exactamente lo que hace el amor: arrancar a otro entre la multitud , y por medio de ese acto convierte al otro en un alguien "bien definido", alguien con una boca a la que escuchar, alguien con quien conversar para que algo pueda ocurrir.

¿Y qué es ese algo? El amor implica dejar en suspenso la respuesta, o abstenerse de formular la pregunta. Convertir a otro en "alguien definido" significa convertir en indefinido el futuro. Aceptar vivir una vida, desde la concepción hasta la muerte, en el único sitioasignado a los humanos: el vacío que se extiende entre la finitud de sus acciones y la infinitud de sus propósitos y consecuencias de sus actos.

Al principio fue el verbo, dice la Biblia. Siempre la palabra se encuentra presente en toda relación, siempre y cuando esos oídos escuchen y esas dos bocas expresen lo que piensan y sienten.

Las relaciones de pareja en la actualidad, están definidas por la brevedad y la falta de compromiso de largo plazo entre ellas. Una relación así es agradable y breve. Podemos suponer que es agradable porque es breve. Una relación así es la encarnación de lo instantáneo y de lo descartable.

Pero su relación no adquirirá esas maravillosas cualidades si no se han cumplido previamente ciertas condiciones. Nótese que es usted quien debe satisfacer esas condiciones, y ése es indudablemente otro punto a favor de la relación desechable, ya que su éxito depende de usted y sólo de usted; por lo tanto, es sólo usted quien ejerce el control y seguirá ejerciendo el control a lo largo de la corta vida de la relación desechable.

Primera condición: debe embarcarse en la relación con total conciencia y claridad. Recuerde, nada "de amor a primera vista". Nada de "enamorarse". Nada de esas súbitas oleadas de emoción que lo dejan a uno sin aliento: nada de emociones que denominamos "amor" ni de esas otras a las que sobriamente llamamos "deseo".

Usted no debe permitir que ninguna emoción lo embargue ni conmueva, y sobre todo, no debe permitir que nadie le arrebate la calculadora de la mano. Y no se deje confundir con respecto a la relación en la que usted está a punto de embarcarse, en cuanto a lo que no es y nunca será. La conveniencia es lo único que cuenta y la conveniencia debe calcularse con la cabeza fría.

Segunda condición: mantenga las cosas en ese estado, recuerde que la conveniencia necesita poco tiempo para convertirse en su opuesto. Así que no permita que la relación se escape de de la estricta supervisión de su cabeza, ni que desarrolle su propia lógica. Esté alerta, no baje la guardia nunca. Hay que cuidarse de "esas peligrosas corrientes emocionales" que atacan a los desprevenidos.

Ni siquiera en estas relaciones desechables puede haber certeza posible, aunque muchos lo intentan con mucha energía, sin éxito.

El amor es así: impredecible, sin certezas, sin futuro seguro, con un "contrato" de corto plazo, que se puede intentar alargarlo lo más posible.

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