Sucede muy a menudo que un hombre, viudo o divorciado, que supera los cincuenta años de edad, quiera pretender el conseguir una mujer o compañera joven. Caso contrario sucede con las mujeres que rebasan el medio siglo, ellas no se quieren involucrar con varón alguno, y mucho menos con un joven o adolescente. Los varones y las mujeres actuan de modo diferente a lo largo de la vida, en relación con la pareja y el amor.
Los hombres maduros que desean tener como compañera de vida a una jovencita, puede provocar variadas emociones en ellas. Pero generalmente los hombres viejos: o dan dinero, o dan lástima, o dan asco. Existen mujeres jóvenes que se unen a hombres viejos por razones estrictamente económicas, aunque no debe descartarse que se pudiera dar un enamoramiento o admiración intelectual.
En Europa, principalmente en España, se dan los casos patéticos de hombres mayores que solicitan a través del periódico o de la Red, mujeres jóvenes para contraer matrimonio, y obtienen respuestas positivas de mujeres provenientes de países de América latina y del Caribe, quienes así aseguran una vida más cómoda al trasladarse a radicar a España.
En muchos casos esas relaciones matrimoniales solamente sirven para regularizar a las mujeres extranjeras una situación migratoria que les permita trabajar y residir en Europa, y concluyen con un rápido divorcio o separación.
Lo interesante de este fenómeno, es que los hombres después de los cincuenta años, están dispuestos a experimentar nuevas relaciones afectivas, rompiendo con matrimonios de varios años, como queriéndose dar una segunda oportunidad amorosa en la vida, esto obedece a los cambios que implica una mayor esperanza de vida.
Estos hombres viejos son muy activos en los sitios de encuentro que existen por millares en La Red, y siempre obtienen respuestas efectivas de mujeres de condición económica precaria, ya sean nacionales o extranjeras.
A nivel global es notoria la precarización de las condiciones materiales de millones de mujeres, por esa razón la salida matrimonial puede constituir una alternativa real para modificar su condición socioeconómica.
Obviamente, las relaciones dispares entre hombres viejos y mujeres jóvenes, reproducen un esquema machista de dominación y subordinación de la mujer, por razones económicas, fundamentalmente.
Entonces el panorama actual reporta elevados índices de divorcios en una población que supera los cincuenta años de edad, pero almismo tiempo hay una tendencia a contraer nuevas núpcias entre ese sector de varones de la tercera edad.
La posibilidad de formar nuevas familias es muy alta, esas parejas aspiran a tener hijos, cuando su tiempo es de ser abuelos, al menos el tiempo del varón mayor.
Estos cambios demográficos se irán haciendo comunes en la medida que sigan aumentando los niveles de esperanza de vida, sobre todo en las ciudades de los países desarrollados y emergentes también.
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