martes, 4 de octubre de 2011

Chile. Lejos de todo.

Patricio Fernández


Chile está lejos, pero ya nada está tan lejos. Bueno, la pobreza sí está lejos de la riqueza, y verdaderamente lejos de todo. Nosotros, los que podemos navegar por este mundo común, desprovisto de geografías, tenemos al menos un lugar de encuentro. He pensado mucho cómo enfrentar este blog.

Supongo que haré las veces de corresponsal mundano e imaginario de todos ustedes en este país, y la tarea me complace. La historia está movida en Chile. Hay algo que está terminando, y algo que comienza al mismo tiempo. Muy a grosso modo, diría que del temor con que se reconstruyó la democracia, estamos pasando a exigirle un funcionamiento más pleno. Desde los tiempos de Pinochet que no se veían movilizaciones ciudadanas de las dimensiones que estamos teniendo hoy día.

No se trata exactamente de manifestaciones en contra del actual gobierno de derecha encabezado por Sebastián Piñera, aunque la mayor parte de las veces lo sean, sino de reacción ante una deuda acumulada o, si se prefiere, por demandas que ayer hubieran parecido excesivas y que hoy resultan bastante sensatas. El nuestro es un país que al terminar la dictadura, vaya uno a saber si como forma de no vivir tanto el dolor acumulado, se abocó a ganar dinero mientras, como dijo el presidente Aylwin -el primero de la era concertacionista-, "se buscaba la justicia en la medida de lo posible". Esta frase provocó todo tipo de discusiones a comienzos de los noventa, y podría decirse que acabó siendo el lema del período que se cierra.

Durante esos años, en todo caso, Chile disminuyó impresionantemente su pobreza. De un cuarenta y tantos por ciento de pobres se ha llegado a cerca del quince. En gran medida, este nuevo reclamo proviene de aquellos que saltaron la valla, y muy especialmente de sus hijos. Los herederos de la Transición ya no gritan, como sus padres, "¡pan, trabajo, justicia y libertad!".

En todos lados resuena la demanda por una sociedad más cohesionada. Somos uno de los países más desiguales y segregados del planeta. Los estudiantes quieren educación pública, los homosexuales un trato igualitario, y quienes se oponen a la construcción de la gran central hidroeléctrica de Hidroaysén en la Patagonia, reclaman que la fuerza del dinero rápido no ciegue frente a otras riquezas.

¿Es tarde por allá? ¿O tempranísimo? Si no yerro en los mecanismos de funcionamiento de esta tecnología, a continuación les contaré de las marchas que están aconteciendo, y hasta subiré fotos, si doy con la manera.
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