Ripstein pide perdón al festival de San Sebastián por su mal perder: 'Habló la ira'
El director mexicano llamó al festival 'subnormal' e insultó al jurado
'La profunda emoción del triunfo no se compara con la agonía de la derrota'
Se confiesa irascible y lo vincula a ser pasional, como sus películas
Del 'Yo acuso' vía entrevista en 'Gara' al 'Mea culpa' en una carta pública. El cineasta mexicano Arturo Ripstein, que la semana pasada se desquitó de la ira por marcharse de vacío de San Sebastián tachando al festival de "subnormal" y con ataques personales a cada miembro del jurado, reflexiona ahora en un escrito sobre las razones que le llevaron a tales declaraciones y, posteriormente, al arrepentimiento.
"Hago mías las palabras de Jorge Luis Borges cuando escribió: 'No es que tenga razón, es que así soy...'"Ripstein -poseedor en su currículum de dos Conchas de Oro- criticó por ejemplo a Álex de la Iglesia ("Le había ganado una Concha de Oro en un festival y eso no se olvida") y a la presidenta del jurado, Frances McDormand ("una actriz que no ha salido nunca de Pensilvania") para justificar el hecho de no haber logrado reconocimiento alguno con 'Las razones del corazón'.
Sus razones, las de las disculpas, las explica Ripstein (Ciudad de México, 1943) en un ejercicio de autocrítica sobre las verdades del sentimiento de perdedor: "La profunda emoción del triunfo no se compara ni poco con la agonía de la derrota". Se confiesa irascible y lo vincula a ser pasional y, por ello, hacer las películas que hace. "Dije lo que dije, me arrepiento una vez más. Y mucho. Con esta nota quisiera dar por terminado un penoso asunto, que de no ser yo un colérico nunca habría ocurrido", afirma.
La organización del festival se mostró indulgente con sus declaraciones para no aumentar la polémica. Su director, José Antonio Rebordinos se limitó a declarar que aquellas declaraciones hablaban por sí solas y que Ripstein no dejaba por ello de ser "uno de los mejores cineasta contemporáneos".
He aquí la carta íntegra de Ripstein:
En mi carrera he tenido la fortuna de haber ganado muchos premios y la desdicha de haber perdido galardones muchísimas más veces.
La profunda emoción del triunfo no se compara ni poco con la agonía de la derrota.
De mi carrera puedo decir que la han arropado la buena suerte y la contumacia. Confieso que me arrepiento de algunas de las películas que he perpetrado pero me arrepiento muchísimo más de las entrevistas que he dado. Siempre que las he leído, parecen dichas por otra persona, un poco más imbécil que yo. Y eso me da mucha vergüenza.
Para hablar de mí el adjetivo "irascible" es el frecuente. Y es cierto. Soy pasional. Así son mis películas. O al menos eso quisiera pensar yo.
Si fuera una persona reflexiva y equilibrada, hubiera trabajado en la alta pedagogía o en algo que requiriera de delicadeza, diplomacia y buenos modales. Pero no lo soy. Quizás por eso me dedico a lo que me dedico.
Hablé hace unos días sobre el festival de cine de San Sebastián y sus entretelones.
Habló la ira. Esa furia agónica de la derrota. Y la ira es como una borrachera. No la pude controlar.
Cuando yo era muy chico y soltaba algún improperio, mi nana Rosa decía que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
Eso es francamente cuestionable, además cuando hablé hace unos días, ni estaba borracho ni soy un niño. Y como era una entrevista donde dije lo que dije, me arrepiento una vez más. Y mucho.
Con esta nota quisiera dar por terminado un penoso asunto, que de no ser yo un colérico nunca habría ocurrido.
Hago mías las palabras de Jorge Luis Borges cuando escribió "no es que tenga razón, es que así soy..."
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