miércoles, 5 de octubre de 2011

El protestantismo en México.

Coloquio sobre protestantismo en el Palacio de la Inquisición
Carlos Martínez García


La historia tiene giros inesperados, sorprendentes. En un edificio colonial que fue sede del Santo Oficio, la Santa Inquisición en la Nueva España, tendrá lugar en los próximos días el coloquio internacional Historia, protestantismo e identidad en las Américas.

Del 6 al 8 de este mes van a reunirse estudiosos y especialistas sobre el tema al que convoca el coloquio. Diversas instituciones y organismos son los gestores del acto, entre ellas la UNAM, el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Van a ser tres días intensos, ya que están programadas 75 presentaciones en un amplio abanico histórico, porque hay ponencias que se ocupan del siglo XVI y otras de los movimientos religiosos protestantes/evangélicos más recientes.

Para el caso de la génesis del protestantismo en México existe un cúmulo de estudios y datos que ya han dejado atrás la idea, muy común, de que el asentamiento de esa creencia fue obra casi exclusiva de misioneros y misioneras que llegaron al país en el inicio del último tercio del siglo XX. Un estudio pionero sobre el carácter endógeno del protestantismo en nuestra tierras, en el que se expone fuerte evidencia documental, lo sintetiza bien en pocas líneas: “En los orígenes de los trabajos para intentar promover el protestantismo en general en México, dados a partir de la década de los cincuenta del siglo XIX, encontramos que casi todos ellos presentaban un marcado carácter individual; es decir, exento de una organización misional que los respaldara pero que en su momento las sociedades misionales aprovecharían en su favor. De tal suerte que, cuando éstas llegaron a México, se encontraron con un trabajo precedente que les evitó partir de cero” (Abraham Téllez, Proceso de introducción del protestantismo desde la Independencia hasta 1884, p. 157).

En lo que a mí respecta participo con la ponencia titulada Manuel Aguas: de sacerdote católico a precursor del protestantismo en México; la ruptura de 1871. Manuel Aguas nace en el norteño estado mexicano de Chihuahua, en 1830. Es hijo de un español, Francisco Aguas, llegado a México para sofocar la Independencia, y de Marcela N. La familia se traslada a la ciudad de México, donde Manuel hace sus estudios universitarios y musicales. A la edad de 20 años ingresa a la orden de los dominicos.

Desempeña varios puestos sacerdotales antes de trasladarse al curato en Azcapotzalco. Ahí sigue atrayendo buen número de feligreses gracias a sus dotes de excelente predicador. Mediante uno de sus congregantes, que le hace llegar folletería protestante para conocer su opinión, el padre Aguas se pone a estudiar el material con el fin de refutarlo. También decide leer a profundidad la Biblia, obra que desconocía más allá de algunas historias y pasajes.


Su ávida lectura bíblica lo lleva a conseguir bibliografía protestante. Estudia cuidadosamente Historia de la Reforma del siglo XVI, de Merle D’Aubigné (edición original en francés 1835-1853, cinco volúmenes). En los primeros meses de 1871 El Monitor Republicano desliza la posibilidad de que Manuel Aguas se hubiese convertido al protestantismo. El provincial de los dominicos, fray Nicolás Arias, dirige una carta a Manuel Aguas, quien ya había dejado de ejercer el sacerdocio católico meses atrás, el 12 de abril de 1871. En el escrito le pregunta directamente sobre las versiones que corren sobre su abandono de la Iglesia católica.

Cuatro días después, Aguas responde sin ambages que sí ha cambiado su fe. Antes hace una amplia descripción de su trayectoria como sacerdote católico, cómo comenzaron sus dudas, el tiempo que permaneció en silencio aquilatando las consecuencias de romper públicamente con la Iglesia católica y, finalmente, su decisión de afrontar las consecuencias que vinieren a causa de enrolarse en las filas protestantes.

Casi al final de su escrito, Aguas explica: “hermano mío, en vuestra carta me preguntáis si me he adherido a la secta protestante. Rechazo la palabra secta, a no ser que se entienda por ella seguidor de Cristo; creo que mejor se debe aplicar a vos esa expresión, mientras seáis romanista, porque seguís a Roma y no a Jesús. […] ¿He de negaros que soy protestante, es decir, cristiano, y discípulo de Jesús? Nunca, nunca quiero negar a mi Salvador”.

En publicaciones católicas se ataca acerbamente a Manuel Aguas. Él, por su parte, cumple lo anunciado y predica en el templo de San José de Gracia, en la ciudad de México (Mesones número 139), donde se reúne la Iglesia de Jesús. El 23 de junio de 1871, Aguas es excomulgado de la Iglesia católica; la sentencia expresa que se ha tomado la medida porque el personaje “ha propagado sus herejías” tanto por escrito como verbalmente y “es adicto a los errores del protestantismo”.

El activismo protestante de Aguas es intenso; de acuerdo con fuentes de la Iglesia de Jesús, él y un grupo que lo apoyaba establecen 72 congregaciones protestantes en distintos lugares del país. Muere el 18 de octubre de 1872, antes de poder ser consagrado como obispo evangélico.

En el marco del coloquio, el viernes a las 18 horas, en Gante número 5, será presentado un libro de mi autoría: La Biblia y la iconografía heterodoxa de Carlos Monsiváis. El acto es abierto y de libre acceso.

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