sábado, 1 de octubre de 2011

Un recorte 'salvaje'.

Estoy desorientada... han truncado mi carrera profesional”
Los ajustes dejan sin beca ni tesis doctoral a Beatriz Pérez


Beatriz Pérez, de 28 años, es licenciada en química, en bioquímica y máster en biología molecular, celular y genética. Después de dos años de beca en el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia (con un salario de 13.200 euros anuales) y justo cuando la institución estaba obligada a contratarla, se ha quedado en la calle sin indemnización ni derecho a paro y con la tesis doctoral a medias.

“Me encontré con una carta de recursos humanos con la baja el 29 de julio. Me dijeron que no podían asumir mi contrato cuando se iba a despedir a mucha más gente en breve”. La joven investigadora no sale de su asombro. “Es gravísimo, no conozco ningún caso con una beca predoctoral como la mía que se haya interrumpido dejando colgada la tesis y sin opción de acabarla”.

Beatriz accedió al CIPF a través de su programa de formación de investigadores, que, como establece el real decreto 63/2006, consiste obligatoriamente en dos años de beca y otros dos de contrato. “Estoy desorientada, desconcertada, sorprendida… han truncado mi carrera profesional”.

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“Operarme era urgente, pero ya han pasado seis meses” “No puedo garantizar los empleos” “El año pasado ya me habrían llamado para recolocarme” "Encadenar contratos es una salvajada" El centro Príncipe Felipe se inauguró en 2005 gracias a una inversión de 60 millones de euros que sufragaron en un 70% varios fondos europeos. Fue la gran apuesta en biomedicina de la Generalitat, que contribuyó generosamente. Sin embargo, el entusiasmo por la investigación le duró poco al Gobierno valenciano, que en 2009 comenzó a meter la tijera. De una partida de 9,7 millones de euros en 2009 se ha pasado a 4,6 en 2011. Esta reducción tan radical ha sumido en una grave crisis al CIPF. Hace un mes dimitió en bloque su dirección científica y hace una semana la gerencia presentó un radical programa de despidos que afectará a 104 de los 250 empleados y que ya se ha llevado por delante a Beatriz.

A la investigadora —que, paradojas de la vida, en breve publicará en una revista de alto índice de impacto un artículo como investigadora principal— le dieron tres días para retirar sus objetos personales del centro. Desde entonces, junto con sus tutores, ocupa su tiempo en pensar cómo puede “salvar la tesis”, que aborda el papel de una proteína en el desarrollo de linfomas, un tipo de tumor. Y en la denuncia que presentará para salvar su contrato y su trabajo.

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