miércoles, 5 de octubre de 2011

Una tristeza muy grande/cuento corto.

Una tristeza muy grande


Juan José Lara.


Ranieri estaba triste y no sabía porqué. Sentía como si la casa donde vivía con su mujer y sus dos hijas, se había empequeñecido.

Al experimentar esas emociones de desolación, padecía una especie de síndrome de Gulliver, donde él crecía y, atrozmente asfixiante, su entorno quedaba disminuido.

Sufría una excitación negra en su interior, que tampoco era dolorosa. Ignoraba que la melancolía es la felicidad de estar triste, como dijera Víctor Hugo.


Debido a que la alegría siempre es compartida, y la tristeza se sufre solo, lo aquejaba un estado de ensimismamiento que su familia notaba.


-¿Ranieri qué tienes?- le decía su mujer.
Como realmente no podía responder, porque no era como decir me duele tal o cual parte, mejor callaba o simplemente respondía:
-Estoy triste y no se porqué.


Siempre que se sedimentaban esos sentimientos en su interior, alguna cosa mala pasaba.


La última vez que ocurrió, en la mañana cuando lo vieron taciturno, tampoco pudo explicar la desazón a su familia. A mediodía cuando retornaba de sus actividades en la granja, sintió que la tierra se estremeció bajo sus pies. Lo aterrorizó un zumbido como si pasara un tren debajo. La naturaleza se desdibujó al tiempo que se sacudía todo, semejante al estallido de una cólera viva encarnada en todo lo que le rodeaba. Cuando el sismo amainó todavía con la maldita réplica en sus entrañas, corrió hasta su casa. Al encontrarse frente a su hogar se quedó petrificado, al contemplar en su lugar una masa informe de adobe en el suelo.

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