Si eres un director primerizo con una única meta, sigue estas sencillas instrucciones y tendrás el éxito asegurado
1. Contrata a Meryl Streep. Como mínimo conseguirá una nominación. Si ves que la actriz sale cara, ofrécele algún papel en el que tenga que ensayar un nuevo acento o encarnar un personaje histórico. Esta mujer necesita retos, no dinero. Importante: no piques, no te conformes con Glenn Close, a quien alguien ha definido como mala leche como la marca blanca de la Streep. Te podría conseguir una candidatura, pero la mitad de los que votan no pueden con su careto. #Oscarfacts
2. Que tu película sea un homenaje al cine, a ser posible con referencias a la época de los pioneros. Ten en cuenta que muchos de los que votan vivieron aquellos tiempos y la nostalgia es traicionera. Este año, las dos favoritas utilizaban sin disimulo esta treta. Lo malo es que todo el mundo sabe esto y el año que viene podríamos ver tres o cuatro títulos así. Mientras sean buenos...
3. Intenta que la película la produzcan o distribuyan los hermanos Weinstein. Si hace falta, robarán, extorsionarán e incluso matarán por tu cinta. No debes preocuparte; parecerá un accidente. Su porcentaje de éxito frente a los grandes estudios es espectacular y aquí, como en casi todo, las casualidades no existen.
4. Llena tu película de actrices de color, a ser posible afroamericanas, que dicen en Hollywood. Las asiáticas les hacen gracia si se parecen a Lucy Liu, pero se fijarán más en otras cosas que en su talento. Ahora bien, no les des papeles modernos, de ejecutivas agresivas o mujeres urbanas de su tiempo. Cuanto más sufran, más probabilidades tienes de ganar uno o más Oscar.
5. Sé exótico. En Hollywood no te conocen, así que te puedes presentar bajo cualquier bandera o, como tuvo que hacer Danny Boyle, irte a rodar a la India. Para el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa los idiomas que mejor funcionan son el español, inglés, francés y alemán (y en tiempos, el italiano). Lo malo es que en estos países es más difícil que te seleccionen. Prueba con algún iberoamericano o con enemigos históricos de los Estados Unidos, cuanto más pobres, mejor. Es algo retorcido, pero la mala conciencia obra milagros, más entre ricos que votan al partido demócrata.
6. Afea a tus actrices. Las guapas están bien para la taquilla, pero si lo que buscas es la gloria dorada del muñeco calvo, lo que nunca falla es convertirlas en un adefesio, hasta que estén irreconocibles. A veces basta un retoque. Nicole Kidman ganó el Oscar a la mejor nariz. «Las horas» fue un ejemplo perfecto de lo que suele ocurrir. Julianne Moore y Ed Harris, que «dónde va a parar», se quedaron sin premio. Luego la Kidman le cogió el gustillo y quedó incapacitada para volver a interpretar de verdad, pero eso es ya su problema.
7. A los actores dales un papel con cualquier minusvalía, física o psíquica. Daniel Day Lewis en «Mi pie izquierdo», Dustin Hoffman en «Rain man», Harold Russell en «Los mejores años de nuestra vida», Jack Nicholson en «Alguien voló sobre el nido del cuco» y «Mejor... imposible» (aunque bien, pensado, este siempre hace de loco), Tom Hanks en «Forrest Gump» (en «Philadelphia» tenía sida, que también ayuda), Jane Wyman en «Belinda»... En fin, los ejemplos son incontables.
8. Mejor guión. No te engañes, escribir algo original es duro. Es mejor empezar adaptando alguna novela. Aquí tienes tres posibilidades: que esté basada en hechos conocidos, como «La red social», que sea una novela de época (con lo cual te aseguras también el Oscar al mejor vestuario) o, por último, que sea un autor moderno desconocido o al menos sin ínfulas de clásico. Lo de Cormac McCarthy ocurre cada veinte años. Ni se te ocurra adaptar a Auster, Coetzee o García Márquez. Corres el riesgo de que lo hayan leído y eso siempre es peor.
9. No hagas comedias, salvo que sean mudas y en blanco y negro. Es un género muy difícil, que requiere a los mejores actores y un guión que funcione como un mecanismo de relojería. Por lo general, los que votan viven muy por encima del umbral de la pobreza, por lo que no necesitan evadirse de sus miserias. Lo de ir al cine a reírse es de pobres o muy desgraciados, desengáñate.
10. Contrata a alguna vieja leyenda que la Academia tema dejar morir sin su merecida recompensa. A veces valen actores en su día menospreciados, por guapos o por mantas, pero las arrugas en dosis industriales, alguna enfermedad más o menos conocida (puedes difundir tú mismo el rumor) o cierto carácter indómito son mano de santo. Los académicos también van cumpliendo años y la empatía está asegurada.
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