Los estertores prebélicos en el mundo
Gonzalo Martínez Corbalá
Aquello de que suenan los tambores de guerra” o que “ya se escuchan las orugas de los tanques de guerra”, en la actualidad no tiene mucho sentido para describir el ambiente de tensiones políticas entre los jefes de Estado de diversos países, entre los cuales figuran, como es natural, en primerísima línea, Estados Unidos (EU) y Rusia. Por lo que se refiere a las mayores potencias europeas, en estos momentos, tan complicados, no se perciben los estertores que hemos calificado de prebélicos, porque todo lo que se sabe de ellos está más bien referido a los otros estertores igualmente ensordecedores que éstos, los de la crisis económica sumamente grave por la que pasan, ciertamente con grandes dificultades, por supuesto Grecia, que según parece ha sido el mecanismo disparador de la crisis más grande y más profunda de los últimos tiempos, sin paralelo en la historia del continente europeo, de Francia, Gran Bretaña, España y Alemania, especialmente.
Tal parece que estas naciones miembros de la Unión Europea (UE), la cual parece ser liderada en estos momentos por Alemania, o por lo menos así lo fue, hasta antes de que el presidente de la nación germana tuviera que ser desplazado, dejando a la señora Angela Merkel en difícil situación, que vino a sumarse a la ya de suyo grave respecto a los esfuerzos que venía haciendo la canciller por mantener unida a la UE y al euro con la fuerza que hasta poco antes venía mostrando, pero que se llegó incluso a temer por la disgregación de la organización, tan estable como una pirámide hasta que Grecia puso a prueba su sólida estructura, aparentemente irrebatible.
Luego se mezcló con las noticias alarmantes de la crisis económica, el conflicto con Irán, cuyo presidente Majmud Ajmadineyad, se ha mostrado inflexible en cuanto a su programa de producción de uranio y de plantas nucleares, y el propio presidente Barack Obama, de EU, llegó al punto de advertir, con carácter amenazante, la intervención de la gran potencia, cuya hegemonía unipolar ha venido a retar Vladimir Putin, quien en su campaña para asumir nuevamente la presidencia de Rusia habló en un gigantesco mitin en el estadio Luzhniki de Moscú, donde proclamó: “somos un pueblo vencedor, lo llevamos en los genes”, y afirmó: “no permitiremos que se inmiscuyan en nuestros asuntos internos; no permitiremos que nos impongan su voluntad”.
No dijo el primer ministro, aspirante a ocupar la presidencia durante otros seis años, explícitamente a quién iba dirigido su discurso, pero es claro que lo dijo para que se escuchara en EU, donde el presidente Obama está igualmente en campaña para relegirse, compitiendo, no solamente con los otros aspirantes, sino también, como líder de la gran potencia, con la Rusia de ahora, estableciéndose, de lograr Putin el triunfo para el mismo cargo en su país, una vez más en la historia, la guerra fría entre las dos potencias mayores del planeta, en una situación muy semejante a la que prevaleció con la Unión Soviética. Así, se configuraría nuevamente una hegemonía bipolar, en un panorama global que no sería esta vez de carácter únicamente ideológico, como en los años de la posguerra hasta la caída del muro de Berlín, sino que ahora se disputaría el dominio geopolítico, con un fondo que iría hasta el subsuelo de Rusia y sus aliados, es decir, hasta los yacimientos de petróleo y de gas, donde Rusia lleva una ventaja visible, que deriva de la imperiosa necesidad de EU de importar 10 millones de barriles del energético diariamente, en números redondos, para satisfacer la demanda creciente de su desarrollo industrial y de su ciudadanía.
Además de Medio Oriente y el conflicto en marcha Irán-Israel, y otros países del Islam que seguramente se verían igualmente involucrados, está en juego ya ahora mismo la guerra civil que se ha desatado con rapidez asombrosa en Siria. En la inteligencia de que su vecindad con Israel en el norte, en la frontera que se integra con los enormes acantilados que bordean el mar de Kineret por el oriente, y las colinas que se denominaron durante la Guerra de los Seis Días contra Egipto, de Al-Magore, que quiere decir, sin miedo en el corazón, donde se dio una de las batallas más importantes contra las fuerzas sirias, que mostraron mucho más capacidad y combatividad que los egipcios.
En estos días se desplegó la violencia sin límites dentro de Siria misma y creo que es muy difícil prever los alcances que esta guerra civil tendrá muy rápidamente, a juzgar por la gran velocidad con que se ha desarrollado. La muerte del periodista Anthony Shadid, de The New York Times, The Washington Post, The Boston Globe y de Associated Press –quien cubrió por dos décadas del conflicto en Medio Oriente, que fue asesinado a los 43 años, ganador en dos ocasiones del Premio Pulitzer– es muestra de ello.
En EU, dos senadores republicanos, considerados senior, John McCain –Arizona– y Lindsey Graham –Carolina del Sur–, ambos del Comité de Servicios Armados, afirmaron en ruta al Medio Oriente que el gobierno estadunidense debiera apoyar incluso con armamento a los rebeldes que combaten al gobierno sirio, presidido por Bashar Assad, ya que de esta manera, en la opinión de los senadores mencionados, se podría debilitar también al gobierno de Irán, afirmando asimismo que también Rusia, está proporcionando armas al gobierno de Assad. Las armas podrían proporcionarse, dijeron los senadores, mediante la Liga Árabe y de “países del tercer mundo” (Alissa Rubin, NYT).
De última hora, el NYT (Steven Berlanger, París) anunció la suspensión de embarques de petróleo de Irán, a Gran Bretaña y Francia, lo que sería considerado una respuesta inicial de Irán a la decisión de la Unión Europea de recortar los embarques de importación del energético, provenientes de Irán, así como la de congelar los fondos en el banco central, empezando en julio. Todo lo cual habrá de complicar las cosas y también alejará las posibilidades de una salida negociada con Majmud Ajmadineyad.
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