En un jardín de fábula
La lengua catalana es hermana de la castellana y prima de la alemana o la polaca
Algunas ciudad lucen en su topónimo un sufijo que indica la categoría urbana. Es el caso de -burgo, por ejemplo (Johannesburgo, Hamburgo, Estrasburgo...) o -grado (Leningrado o Petrogrado –hoy San Petersburgo–, Belgrado, Volgogrado...). El primero lo emplean las lenguas germánicas y el segundo las eslavas. El caso es que el miércoles pasado descubrí, gracias a Rodamots (el documentado servicio que gestiona Jordi Palou y que nos regala, vía correo electrónico, la palabra del día), que grado y garten –jardín en alemán– tienen un mismo origen, estirpe que comparten con el inglés yard y con el francés jardin (que el castellano y el catalán tomaron prestado). La forma primigenia era ghortó, de donde descienden todas las mencionadas y también, curiosamente, huerto. ¿Pero quién decía ghortó?
No lo sabemos a ciencia cierta, pero la lingüística comparada llegó a la conclusión de que nuestros antepasados lingüísticos, unos cinco mil años atrás, eran los indoeuropeos. No tenemos constancia directa, no hay documentos, no hay vestigios, pero sabemos que se comunicaban con una lengua que vendría a ser como la abuela de las que hablamos hoy.
Así como los genetistas o los geólogos estudian el pasado a partir de lo que pueden investigar en el presente, hasta el punto de que llegan a formular teorías consistentes, la lingüística comparada hizo más o menos lo mismo para establecer el tronco común de donde salen la mayoría de las lenguas que se hablan hoy en Europa. El eslabón intermedio –las hijas de la abuela o las madres de las nietas, como lo prefieran– lo constituyen el latín, el eslavo, el griego o el germano que se hablaban hace dos o tres mil años.
Así pues, como pasa en todas las familias, las hijas del latín son hermanas entre ellas: portugués, castellano, catalán, francés... son hermanas, y los expertos dicen que en el caso del catalán y el occitano, hermanas gemelas. Con las germánicas, como el alemán, o las eslavas, como el polaco, son primas. En medio, tenemos el vasco, el magiar o el finés, lenguas consideradas no indoeuropeas porque el origen no está determinado, se adentra en la noche de los tiempos.
La indoeuropea, sin embargo, no era la única lengua abuela. También hay un tronco común para las sinotibetanas, las caucásicas, las indochinas, las americanas precolombinas o las nigercongoleñas y cordofanas, por poner unos ejemplos. Son otros linajes. Es decir, el castellano y el catalán son lenguas hermanas, el catalán y el mandinga (o mandé) –nieta del tronco nigercongoleño–, no.
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