miércoles, 11 de abril de 2012

De promesas y adioses/ cuento corto

Por Juan José Lara.


De promesas y adioses.


Mario sin ser supersticioso, poseía la maldita sensación que siempre en las mismas fechas se definía el curso de su vida. En el matiz sentimental, cada viernes santo podía ser una de ellas.

Desconcertado recordaba cuando su pareja anterior, se fue a la iglesia un viernes santo. A la mañana siguiente, ella con los ojos llorosos pero con la decisión enconada de una mula le pidió, que terminaran la relación.

Pero otra ocasión no menos atroz, fue cuando recientemente una sucesión de incidentes aciagos, exasperantes y mortificantes, que culminaron otro viernes santo, lo llevaron a colegir que la unión con su mujer estaba llegando a su fin.

Al expresar su inquietud, inspirada por los últimos traspiés en las relaciones familiares, el silencio y la mirada de soslayo de su compañera, le hizo intuir la catástrofe. La atmósfera se volvía irrespirable con los traumas del pasado.

Otra vez tuvo la certeza que siempre había sido un intruso en la vida de su mujer. Parecía un marinero que, al llegar a puerto seguro, solo se encuentra con gente ajena y sin una nave que gobernar.

Como si fuera poco en ese lapso, ¿otra casualidad?, leyendo una entretenida novela de Irving Yalom para relajarse por aquellos sinsabores, tropezó con un párrafo que decía textualmente:

“Tu mujer es una de esas personas particularmente incapaces de vivir con el presente, porque lleva una carga tan enorme del pasado. Es un barco que se hunde; se está ahogando. Mi consejo es que saltes del barco y empieces a nadar. Cuando ella termine de hundirse producirá una enorme ola, por lo cual creo que debes alejarte nadando a la mayor velocidad.”

Maldijo y con los ojos húmedos dijo como Machado: “Señor, ya estamos solos, mi corazón y el mar.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario