Elogio a la discreción
La vida privada del presidente alemán, Joaquim Gauck, nunca ha sido objeto del chismorreo mediático
EVA VÁZQUEZ
Aunque su mujer no tenga la proyección mediática de otras primeras
damas, el presidente alemán Joachim Gauck está también casado. Hace 53
años llevó al altar a Hansi, que no había cumplido aún los 20 y que
procedía de Rostock, que entonces formaba parte de la República
Democrática de Alemania. Se conocieron cuando tenían 14 años, compartían
la pasión por la literatura y pronto quedaron abrasados por la llama
del “gran amor romántico” (así se ha expresado el presidente en sus
memorias). Hace 21 años se separaron y, hace 12, Gauck conoció a Daniela
Schadt, una mujer 20 años más joven que él y con la que vive ahora en
Berlín. Con estos elementos podría armarse un auténtico cóctel explosivo
para entretener a los voraces consumidores de cotilleos. No ha ocurrido
tal cosa en la Alemania del presidente Gauck y de Angela Merkel
(¿conocen a su marido, saben del color de su corbata, tiene una cuenta
en Twitter?).
Hace poco Hansi Gauck concedió una entrevista a la revista femenina Bunte. Sigue llevando el anillo de casada y se refiere al presidente como “mi marido”, y conoce a la dama que convive con él. Tuvieron cuatro hijos, tienen 10 nietos (y otro de camino), así que mantienen el contacto, aunque no hablen muy a menudo.
Por lejos que haya llegado Joachim Gauck, alguna vez fue un joven aficionado a los libros que sedujo a una compañera de colegio, se embarcaron en una historia común, luego se separaron. Tampoco hace falta saber más, la vida privada de los políticos debería estar en la sombra, salvo que haya razones públicas de verdadera relevancia.
No piensan así muchos mandatarios, como Nicolas Sarkozy, que dio brillo a su presidencia con sus peripecias sentimentales. Ni la compañera actual de su sucesor, que decidió conquistar los escaparates mediáticos gracias al tuit con el que procuró hundir a la madre de los hijos de François Hollande. Tanto espectáculo debió producir envidia en España. Y por eso se le reprochó a Elvira Fernández, la esposa de Mariano Rajoy, que no saliera de La Moncloa: para convertir en noticia que lo acompañara en su viaje a México. ¿Se imaginan el partido que algunos habrían sacado aquí a una historia como la de los Gauck?
Hace poco Hansi Gauck concedió una entrevista a la revista femenina Bunte. Sigue llevando el anillo de casada y se refiere al presidente como “mi marido”, y conoce a la dama que convive con él. Tuvieron cuatro hijos, tienen 10 nietos (y otro de camino), así que mantienen el contacto, aunque no hablen muy a menudo.
Por lejos que haya llegado Joachim Gauck, alguna vez fue un joven aficionado a los libros que sedujo a una compañera de colegio, se embarcaron en una historia común, luego se separaron. Tampoco hace falta saber más, la vida privada de los políticos debería estar en la sombra, salvo que haya razones públicas de verdadera relevancia.
No piensan así muchos mandatarios, como Nicolas Sarkozy, que dio brillo a su presidencia con sus peripecias sentimentales. Ni la compañera actual de su sucesor, que decidió conquistar los escaparates mediáticos gracias al tuit con el que procuró hundir a la madre de los hijos de François Hollande. Tanto espectáculo debió producir envidia en España. Y por eso se le reprochó a Elvira Fernández, la esposa de Mariano Rajoy, que no saliera de La Moncloa: para convertir en noticia que lo acompañara en su viaje a México. ¿Se imaginan el partido que algunos habrían sacado aquí a una historia como la de los Gauck?
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