Euroescéptica
"No sé si será por mala conciencia ante el cataclismo de la UE, o por no darle pistas a Merkel por si se le ocurre crear el 'Eurofisco', pero los jugadores de La Roja y sus parejas van de pobres por Polonia"
Ahora que han sacado a la fuerza a Dívar –del Supremo y del Consejo–, voy a salir de mi armario y a gritarle al mundo mi secreto. Me la suda la Eurocopa,
ya lo he dicho. Ya sé que estoy sola en la Tierra, que lo mío es
anatema en este gremio y que por menos de eso le han dado puerta a más
de una en casa y en el curro, pero me aburre que me mata lo que acontece
en el terreno de juego. Por no hablar de las previas, las porras y los
posteriores análisis de la jugada. Que si Villa es duda, que si Navas tiene molestias gástricas, que si precisamos un nueve clásico, qué tostonazo. Entre las epopeyas de Torres, las gestas de Iniesta y las alabanzas de las proezas de san Iker de Móstoles que cantan los juglares de la cosa, me dan ganas de invadir Polonia, que decía Woody Allen:
sin hipérboles que están mis colegas de deportes. Para la lírica no sé,
pero en el fútbol nunca son malos tiempos para la épica. Como que si el
Cid levantara la cabeza, te digo yo que volvía a palmarla y se caía a plomo de Babieca al ver de qué forma más tonta le están mojando la oreja los infantes de La Roja.
Por lo visto, esta noche tenemos una cita con
la Historia, así, con mayúsculas, con motivo del partido contra Francia.
Y yo con estas greñas, que otra vez se me han puesto las mechas verde
pistacho por el cloro barato de la balsa de la agarrada de mi suegra.
Eso me pasa por teñirme en casa para ahorrarme un euro como la baronesa Thyssen, esta crisis nos va a matar a todos, incluidos los chicos de Del Bosque. Ahí tienes al pobre Sergio Ramos,
sin ir más lejos. Todo un campeón del mundo rapándose la melenita rubia
de bote para quitarse de tanto problema de raíces y tanto gasto de
tinte. Y eso que creo que les han subido un 25% la prima por ganar
partidos, fíjate si seré lega en la materia que yo creía que eso les iba
en el sueldo. Pues no, resulta que ellos cobran su dineral
correspondiente por sudar la camiseta y elevar la moral de España, que
falta nos hace, y al final, si ganan, les dan un plus de 300.000 euros, y
si pierden, mala suerte.
El caso es que no sé si será por mala conciencia ante el cataclismo de la UE, o por no darle pistas a Merkel por si se le ocurre crear el Eurofisco, pero tanto los jugadores como sus parejas van de pobres por Polonia y Ucrania. Desde que Victoria Beckham no aparece por el estadio para atar corto a sir David
y perdonarnos la vida al resto de los mortales con sus modelitos y sus
bolsazos de superfirma, las cumbres futbolísticas no son lo que solían.
Vale que ahora tenemos a Shakira, a Irina Shayk y a Sara Carbonero para animar la grada,
la vista y la banda. Pero por muy bomba latina, muy supermodelo rusa y
muy periodista-estrella castellano-manchega que sean las susodichas
respectivamente, hasta hoy ninguna está dando la talla de diva
planetaria.
Entre la carita de náusea perpetua que se le ha puesto a la novia de Piqué con su presunto embarazo, la jeta de mala hostia postsoviética de la doña de Ronaldo y el hecho de que la chica de Casillas
no se quita el traje de faena ni atada porque está currando para
Telecinco, van las tres de trapillo en plan maruja de fin de semana. En
Marina d’Or hay muchísimo más glamour que en todo ese Campeonato. Te lo digo yo, que fui Miss Menopáusica Con Clase el año pasado.
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