Las tres sombras para México / Víctor Flores Olea
Víctor Flores Olea
El gobernador de Texas y precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, con la gracia de los elefantes que son el distintivo de su partido,enfatizó como uno de los puntos centrales de su eventual gobierno, la presencia de tropas de su país en territorio mexicano parara “ayudar” a nuestro país en la guerra “antinarco”; claro, mencionando como antecedente la experiencia colombiana tan relevante en sus frutos que ha disminuido significativamente la presencia del narco en ese país y al mismo tiempo su capacidad soberana para decidir sobre aspectos fundamentales de su propio destino: en buena medida su soberanía está ahora en manos estadunidenses, no ya en las colombianas, fuertemente debilitadas por la ocupación territorial extranjera.
Se concretan las amenazas más o menos indirectas de altos funcionarios de ese país que han sugerido que en México subsiste no una situación de guerra “antinarco”, sino una condición de insurgencia solapada que sería el verdadero objeto del Plan Mérida. En el fondo un estado de rebelión antiinstitucional que sería la real preocupación de los dos lados de las fronteras. Más allá de discutirse a fondo esta tesis, lo importante es que parece ya altamente introyectada por el gobierno de Estados Unidos, y es en esta realidad que hemos de fijar nuestra atención. Desde el punto de vista económico los Estados Unidos han avanzado extraordinariamente en esa dirección, y ahora procuran hacerlo, por medio del ejército, en el aspecto territorial y de control político, una verdader ocupacion .
Otra cuestión, que se ha discutido intensamente en México en estos últimos días, es la de la reelección indefinida de diputados y senadores, En el imaginario popular este tema ha aparecido, sobretodo para las corrientes liberales y progresistas como un paso más hacia la concentración de los poderes. Los partidarios de ese camino han argumentado que la reelección traería mayor ymejor conocimiento de la agenda legislativa, sensibilidad mayor de las preferencias electorales, en efecto los países “más avanzados” en materia electoral parecen haberse acogido hace tiempo a la reelección legislativa, con resultados que califican de más que aceptables.
En México el control “político” en esta dirección parecía ser conducido por Enrique Peña Nieto, con su legión de diputados incondicionales; sin embargo, a última hora el propio Peña Nieto expresó su rechazo a la plurielección de senadores y diputados al mismo puesto. Por mi parte, debo admitir que tal opinión es certera, porque entre otras virtudes ha tenido en todas partes el lastre liquidador de democracias concentradas y repetitivas que consisten al final de cuentas en democracias de grupos amafiados y de interés que se “apoderan” por largo tiempo de ciertos temas legislativos no
con el fin de profundizar la democracia sino de imponer sobre ella criterios más bien de corte clerical, ultra conservador y hasta mafioso. Sorpresivo pero dejó conbuen sabor de boca la reconducción de criterio que se operó en este campo.
Todavía la otra cuestión abrumadoramente discutida en México es la que se refiere la penalización o no del aborto que, también, esta etrechamente a posiciones doctrinarias y de fe, lo cual convierte la discusión en un fenomenal embrollo en que lo único que cuenta es la pasión religiosa y no
las verdades también religiosas explicadas exhaustivamente desde ese ángulo.
En México la cuestión llegó al punto del escándalo a atribuirse una llamada telefónica casi perdida a un obispo casi perdido de Mexicali. Estaaudaz pantomima mal fabricada, pronto quedó a descubierto y fue motivo de denuncias de la alta jerarquía eclesiástica mexicana y hasta del propio Vaticano. El incidente muestra una vez más la manera en que en México se exhiben las pequeñas trampas eclesiásticas y doctrinarias, y ponen en cuestión la pertinencia de haber dado pasos atrás en materia política respecto a los sectores de la extrema derecha clerical.
El conjunto de los incidentes no deja de ser significativo: La política mexicana actual no escapa al menos a tres referentes básicos: primero, tal ve la principal punta del Icberg cuyo piso está constituido por la influencia abrumadora de Estados Unidos. Hoy es de dominio dentro de la llamada globalización, en otros momentos a sido de conquista territorial, sus formas son muchas, los objetivos precisos: esanchar mercados y expandir finanzas. El hecho es que en el supuesto mundo unipolar hoy en día el poder está concentra do en los países y coorporaciones gigantes de ese mundo. Con una superinfluncia.
Por supuesto, el punto de apoyo decisivo en el mundo del poderío norteamericano es el militar, tal ha sido siempre y es útima ratio del poder imperial. Peo eneste tiempo de la revolución informática masiva, tal revolución resulta también uno de los asientos fundamentales. Sin información no has revolución pero sin un cambio profundo de las relaciones de producción tampoco hay lugar para la revolución.
Algo que ha sido incógnita, hasta cierto punto, en estos seis meses de campañas electorales, ha sido la posición del PRI: ¿Peña Nieto, con toda su carga de ortodoxia, está llamado también a ser un neoliberal a toda prueba? Así lo indicaría su actual equipo eeonómico. El desastre sería, sin embargo, que no solamente se acogería a un doctrina ya superada en muchos sentidos y dejada atrá teóricamente: en ese sentido el neoliberalismo de Peña Nieto exhibiría una regresión moral y vergorgonzosa de nuestro país.
Tales son las tres principales sombras en el próximo futuro de México.
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