Costa Rica: la primera frontera de la droga
El paso de Peñas Blancas, entre Costa Rica y Nicaragua, es un punto clave en la ruta terrestre de la droga hacia EEUU
Largas filas de autobuses y de camiones con carga serpentean, de sur a norte, en el estratégico puesto de Peñas Blancas, ubicado al oeste de la frontera que separa Costa Rica y Nicaragua. Este punto está catalogado como la primera (o última) frontera que existe entre Colombia y Estados Unidos. Es decir, un punto clave en la ruta terrestre del narcotráfico. El Gobierno costarricense, que solo en un mes ha decomisado cien kilos de cocaína en Peñas Blancas, ha dado la voz de alarma a EE UU y a sus vecinos centroamericanos, y se ha propuesto blindar ese paso.
A diferencia de las otras fronteras que hay desde Colombia a Estados Unidos, que poseen múltiples rutas para el paso de vehículos, entre Costa Rica y Nicaragua solo hay un acceso por tierra: Peñas Blancas. Es el único punto por donde puede pasar el transporte terrestre, el único punto que comunica a ambas naciones. El resto de la frontera la forman el río San Juan y áreas intransitables para el tráfico rodado.
Para cruzar este cuello de botella, los carteles del narcotráfico camuflan a droga en cilindros, falsos y dobles forros, tanques de combustible o neumáticos principalmente en vehículos de carga pesada, donde se encubren los estupefacientes con mercancías legales transportadas hacia Centroamérica, México y Estados Unidos.
“La importancia estratégica de Peñas Blancas es que es la última frontera entre el norte y el sur de América. De sur a norte hay tráfico de drogas y de norte a sur hay tráfico de armas”, explica a EL PAÍS la viceministra costarricense de Gobernación, Marcela Chacón. "La idea es blindar la frontera norte, con tecnología".
Sólo en este mes, las autoridades de Costa Rica se han incautado de cien kilos de cocaína en ese paso fronterizo
“Hay una especial atención a esa zona. Hemos avisado a todos los países que somos la última frontera y que hay que fortalecer ese paso si queremos parar a las drogas. Peñas Blancas es una posición clave”, precisa Chacón, que añade que España, la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá están ayudando a Costa Rica a reforzar su policía de fronteras.
“Solo en este mes se han decomisado más de 100 kilos de cocaína en Peñas Blancas en furgones que intentan cruzar toda Centroamérica”, explica Allan Obando, jefe de la policía de Costa Rica en el puesto limítrofe. Antes de llegar a Peñas Blancas, la droga, llegada desde Colombia por mar o por tierra, se guarda en bodegas en la zona metropolitana de la región central de Costa Rica.
Cruzada por más de 600.000 personas al año y por un promedio de 300 furgones cada día, Peñas Blancas es solo un pequeño punto en el enorme mapa de los carteles mexicanos y colombianos, que envían droga desde América del Sur a Estados Unidos y Europa.
Una región particularmente frágil en el narcotráfico es la costa caribeña de Nicaragua. Roberto Orozco, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas de Nicaragua (no estatal), asegura que ha nacido “un crimen organizado autóctono nicaragüense”, como plataforma de apoyo para narcotraficantes mexicanos y colombianos en el Caribe, con 450 kilómetros de litoral, y en el Pacífico, con 305.
Según el Instituto, al menos ocho fuertes grupos de narcotraficantes, en especial vinculados a Colombia, operan en el Caribe nicaragüense, mientras que los emisarios de los carteles mexicanos están en el Pacífico, donde funcionan unas 17 bandas de respaldo al narcotráfico.
Aunque antes pagaban con dinero en efectivo, los carteles ahora entregan paquetes de cocaína como pago a las redes autóctonas que prestan servicios de seguridad, casas, combustible, lanchas, vehículos, bodegas y la logística general para eludir las operaciones de vigilancia y de combate a las mafias. Las cadenas "criollas" deben crear sus estructuras para procesar y vender la cocaína en mercados locales, recuperar sus inversiones y generar ganancias.
En un reciente acto de ascensos castrenses, el contra-almirante Róger González, jefe del Distrito Naval del Atlántico del Ejército de Nicaragua, advirtió que “la costa (del) Caribe no será el santuario del crimen organizado ni la plaza del tráfico internacional, y no daremos tregua a quienes amenazan e invaden nuestras fronteras marítimas en el mar Caribe”.
Orozco alertó que la “semilla” del narcotráfico ya “germinó” en Nicaragua y que solo en el Caribe hay 23 comunidades en riesgo, porque la presencia estatal es débil, los pobladores viven en la pobreza y el área se halla lejos de los focos de desarrollo, que se concentran en el Pacífico.
Según datos oficiales de la policía de Nicaragua, los decomisos en ese país de enero de 2000 a diciembre 2010 sumaron 68,8 toneladas de cocaína. Este año se incautaron 6,9 toneladas, una baja frente a las 8,1 toneladas de 2009 y 10,4 de 2010. El total de decomisos de 2011 de la policía antidroga de Costa Rica sumó 7,2 toneladas de cocaína.
A principios de diciembre, la policía de Nicaragua interceptó 719 kilos de cocaína a un grupo formado por una veintena de narcotraficantes. La red, localizada en el sureño departamento de Granada, invertía sus ganancias en bienes muebles e inmuebles, creó sociedades anónimas y compró acciones de empresas hoteleras, hospedajes, fincas agropecuarias y transporte terrestre.
En total, la policía les confiscó 34 automóviles, microbuses, autobuses, camiones, camionetas y motocicletas y 14 casas, 4 fincas, 8 hoteles, una tienda y 596 cabezas de ganado.
La droga era llevada por tierra desde la frontera con Costa Rica y luego en lancha a un islote del lago de Nicaragua. Ahí se almacenaba y se ocultaba en autobuses, furgones y otros vehículos que la pasaban por “puntos ciegos” del límite con Honduras y luego a Guatemala, México y Estados Unidos.
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