Me gusta contar historias de terror de gran belleza"
ROCÍO AYUSO
Hace tres años que Guillermo del Toro no toca una cámara como director y sin embargo las manos de este realizador mexicano se dejan sentir por todos lados. Del Toro, de 46 años, bromea que su "promiscuidad creativa" es puramente imaginaria, fruto de un Internet febril. Pero una docena de proyectos se apilan en la mesa de este productor y guionista, escritor de novelas y de cómics y, sobre todo, mecenas de nuevos talentos. "Algunas de mis mejores relaciones son con primeros directores", reconoce socarrón. Le funcionó con J. A. Bayona y El orfanato; o con Los ojos de Julia, de Guillem Morales, y ahora con No tengas miedo a la oscuridad, de Troy Nixey, estrenada el viernes en España. "Estoy bastante acostumbrado a producir primeras películas. Lo hice en México, en España o aquí".
El padre de Hellboy se enamoró de No tengas miedo a la oscuridad en 1973, cuando vio en televisión la historia original y se meó de miedo. "Ahora no me asusta la oscuridad. Me da más miedo la economía y la política". En 1997 compró los derechos de su historia de terror preferida. Tuvo que esperar una década para rodarla, y ha intentado no molestar mucho al director: "Esa es mi política aunque en esta ocasión mi presencia fue más destacada porque con más de 300 planos digitales, el rodaje fue maratoniano", recuerda de una filmación que tuvo lugar en 2009 en un plató en Melbourne.
Del Toro tuvo tiempo para asistir en este rodaje porque al hombre de los múltiples proyectos no le acababa de cuajar ninguno. El hobbit dejó de ser suyo tras dos años volcado en su preproducción en Nueva Zelanda. "Fueron dos de los años más felices de toda mi familia", concede educado sin entrar en sus posibles desavenencias con Peter Jackson, el actual director de este legado de J. R. R. Tolkien. Y este año los estudios Universal decidieron pasar de su visión de En las montañas de la locura, de Lovecraft por lo costosa que era a pesar de que contaba con el apoyo del Midas de Hollywood, James Cameron.
Cuando habla del cine de género se puede escuchar la pasión de alguien convencido de que las historias de terror están en la base de cualquier cultura, esa atracción y repulsión que el ser humano siente por sus demonios. "A mí lo que me gusta es contar historias de terror con gran belleza", describe de un género que tiene a sus hijas, Mariana y Marisa, enamoradas. "Es cierto que han crecido en una casa llena de monstruos, donde, por ejemplo, cenaron con Ron Perlman maquillado como Hellboy", añade. Está seguro de que la pequeña está enamorada de este demonio que combate las fuerzas del mal mientras que la mayor prefiere los vampiros de Blade y los monstruos de Mimic como compañeros paternos para sus noches oscuras.
Mientras Del Toro se ha echado un nuevo juguete, y con él ha vuelto a coger una cámara como director: es Pacific Rim, una historia de ciencia ficción donde los alienígenas se hacen con el control de la Tierra. Y ganas no le faltan. "La lección terrible de estos años es que de 10 proyectos uno sale. Por eso nunca le doy carpetazo a una idea. Soy de los que la sigue persiguiendo hasta que la consigue", remata por el momento.
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