domingo, 12 de febrero de 2012

Un niño razona mejor que un adulto.

Luca Bonatti: "Un niño de un año razona mejor que un adulto"
El neurolingüista de la Universitat Pompeu Fabra sostiene que "lo mejor que los padres pueden hacer para estimular las aptitudes de sus hijos es quererles"



Lo que a mí más me maravilla es mirar a mi alrededor y ver que no hay nada que sea natural excepto nuestros cuerpos. Vivimos rodeados de artefactos que son ideas hechas realidad. Siempre me he preguntado por qué los seres humanos tenemos esta necesidad de descubrir y crear cosas nuevas”, explica Luca Bonatti, neurolingüista de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Filósofo de formación, descubrió a los 30 años cuando investigaba en Estados Unidos que muchas de las preguntas que él tenía se podían abordar con experimentos. Se recicló como neurolingüista, y después de haber investigado en Italia, Francia y Hungría, llegó hace tres años a la UPF atraído por el programa Icrea y por la insistencia de Núria Sebastián Gallés, que estaba formando un grupo de investigación con vocación de excelencia. En uno de sus últimos trabajos, presentado en el 2011 en Science, ha demostrado que los niños de 12 meses piensan de manera más racional que los adultos.

¿Cómo puede saber lo que piensa un niño de doce meses?
Hemos creado un test muy simple. En una pantalla de ordenador les mostramos una figura con una abertura, como una habitación con una puerta. Dentro de la figura hay dos tipos de piezas en movimiento, por ejemplo amarillas y azules, que rebotan en las paredes. Antes o después, una de estas piezas saldrá por la abertura.

¿Cómo reaccionan los niños?
Los niños de un año pueden predecir de manera racional si la pieza que saldrá es amarilla o azul. Si pudieran apostar, apostarían al color correcto.

Pero los niños de un año no hablan. ¿Cómo sabe lo que apostarían?
No hablan, pero hay una relación entre el tiempo que un bebé mira una imagen y la sorpresa que experimenta. Cuando ocurre algo inesperado, lo mira más rato que cuando ocurre lo que espera.

Y en su investigación, ¿qué es lo que esperaban?
Cuando tapábamos la pantalla un momento y hacíamos desaparecer una pieza, esperaban que ocurriera lo más probable. Si se lo poníamos más difícil, seguían haciendo la predicción correcta teniendo en cuenta el número de piezas de cada color y lo lejos que estaba cada una de la abertura. Pero si les engañábamos y hacíamos desaparecer una pieza que no correspondía, quedaban desconcertados. Razonaban de manera probabilista con un tipo de razonamiento que llamamos razonamiento puro.

¿Qué es el razonamiento puro?
Es un razonamiento que no está sesgado por la experiencia. Un niño de un año, al no haber acumulado experiencias sobre las que construir razonamientos, debe utilizar su cerebro tan bien como puedan, lo que le lleva a razonar mejor que un adulto. En cambio, los adultos, como tenemos experiencia, actuamos como expertos y nos equivocamos.

¿Le ha sorprendido que los bebés sean tan racionales?
Sí, es sorprendente. Hay una larga tradición filosófica que confunde racionalidad y verbalización. Aun hoy está extendida la idea de que la capacidad de razonar es posterior a la capacidad de hablar. Nuestros resultados muestran que esto no es así. El lenguaje cambia después la manera de ver el mundo, pero un bebé empieza a razonar tan pronto como puede, con o sin lenguaje.

¿Se puede estimular la capacidad de razonamiento puro de un niño?
Lo mejor que los padres pueden hacer para estimular las aptitudes de sus hijos es quererles. Es lo que más les ayuda a construir su cerebro y ser felices.

Pero en muchas casas donde se abusa de la tele los padres también quieren a los hijos.
De acuerdo, pero mirar la tele no es una actividad que conlleve amor. Lo que es positivo para el desarrollo del niño es estar en situaciones en que interactúe con otras personas. Puede ser dibujando, jugando con una pelota, haciendo un puzle... lo que sea. Es la interacción lo que cambia la manera en que un niño reacciona y aprende.

¿Hasta qué edad?
Por lo menos hasta la adolescencia. Pero es en los dos primeros años de vida, antes de que el niño desarrolle la capacidad de hablar, cuando más rápido cambia su cerebro y más importante es la interacción con otras personas.

Después de tres años investigando en Catalunya, y habiendo trabajado en tantos países distintos, ¿ha empezado a pensar en marcharse?
Al contrario, pienso en quedarme. La idea del programa Icrea de reclutar a buenos científicos y ofrecerles las condiciones adecuadas para que puedan hacer investigación de primer nivel es excelente. Conmigo se equivocaron, claro. Pero si comparo con los otros lugares donde he trabajado, aquí en Catalunya, aunque falta un poco de dinero, se dan las condiciones para hacer investigación tan bien como en los mejores sitios de Estados Unidos.

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