Sra. Rius: "Ir a una casa de citas no supone una infidelidad"
Lydia Artigas, o 'señora Rius', se ha dedicado a la profesión más antigua del mundo y conoce de cerca las excentricidades sexuales de personajes tan famosos como Salvador Dalí o Camilo-José Cela
La Casita Blanca empieza a ser historia La señora Rius, tal y como es conocida Lydia Artigas, se define a ella misma como una mujer de moral distraída. Lydia es católica practicante, convergente y del Barça. Empezó a hacer señores a los 22 años y ahora con 72 regenta una casa de citas situada en el Eixample de Barcelona. Ella ha querido trasladar su particular visión de este oficio a su negocio actual: hacer señores con el corazón y con cariño. Las señoritas que trabajan en su casa tienen entre 25 y 50 años y ella las cita en su piso con los señores. Lydia cree que una mujer solo se puede acostar con un hombre por amor o por dinero.
¿Qué piensa sobre la infidelidad?
Las necesidades de un señor y una señora siempre son diferentes. Esto de la infidelidad es cuando un señor se complica con otra muchacha. Venir a nuestra casa no es infidelidad, la infidelidad es lo otro, cuando una mujer sabe que un señor está casado se pone con él, le complica la vida, se llaman, quedan fuera, eso es infidelidad. Lo nuestro no, nunca, yo creo que gracias a nosotras las parejas viven mejor.
¿Por qué empezó a hacer señores?
Porque en nuestra casa casi era una tradición. Yo nací al lado de un mueblé muy importante como era la Casita blanca. Mi madre también hacía señores y consideré que era una profesión que tenía que ejercer. Pensé, como la Escarlata O’hara en Lo que el viento se llevó, que tenía que hacer señores para no pasar más hambre.
¿Usted sustituyó a su madre?
Sí. Ella no tenía vocación y la responsabilidad de ser el cabeza de familia la quise tomar yo.
¿Cómo fue la primera vez?
Aunque tengo carácter, he sido muy llorona. La primera vez creo que le di la tarde a ese señor, porque me puse a llorar. Era un señor encantador, se llamaba Carlos y era médico.
¿Es dura esta profesión?
Yo he tenido la suerte que cuando me presentaban un señor pensaba que era un novio que había tenido y que le quería, para mí ese señor no era un desconocido. Eso es muy importante porque para hacer señores una mujer también tiene que tener una cabecita un poco preparada. El sexo del señor y el nuestro es diferente y entonces nosotras tenemos que darle un poco más de imaginación para hacerlo más bonito para nosotras. Si te imaginas que es un señor desconocido que viene a lo que viene la motivación tiene que ser un poco más dura.
¿Por qué habla de hacer señores y no de prostitución?
Porque yo cuando he estado con un señor lo he hecho a mi manera y eso de la prostitución no ha entrado nunca en mi cabeza. Yo no me he sentido nunca como una mujer que se prostituye. Yo al señor que hacía, lo hacía con el corazón, lo hacía porque creía que ese señor también me necesitaba.
¿Ha estado con hombres conocidos?
Sí. Cuando empecé me llevaron al Hotel Ritz con el rey Faisal de Arabia Saudita. Uf, a mí eso me pareció como el Harén sublime, pensé que no se podía pedir más.
¿Y algunos famosos que tenían peticiones especiales?
El señor Dalí vino a una casa donde yo hacía poco que trabajaba. Todo el mundo hablaba de un pato y yo pregunté si teníamos que comer, porque no entendía nada. La encargada de la casa me contó que vendrían unas señoritas suecas muy altas y que yo también iría con ellas porque era alta. A Dalí, le teníamos que llamar el divino y nosotras éramos la corte celestial. Entonces esas señoritas suecas cogían un pato, una de ellas le cortaba el cuello al pato, el señor Dalí ponía su colita en el ano del pato y se ve que mientras el pato se moría él tenía sensaciones.
Lo del señor Camilo José Cela también tenía su gracia.
Ese señor, de pequeño tuvo problemas porque su madre era muy severa con su institutriz y la reñía constantemente porque se le caían los platos. Se ve que la criatura quedó marcada. Entonces, lo que le gustaba a él era romper platos. Era de lo más fácil porqué tu no le tenías que tocar, él se masturbaba y no pasaba nada.
¿Cuál fue el momento más difícil de esos años?
Yo aborté en varias ocasiones y, en aquella época, aparte de pensar lo cruel que era lo que estabas haciendo, lo peor era la manera en que se tenía que hacer. No fui tan valiente como para exponer a un hijo a mi manera de vivir. Yo siempre pensé e idealicé que tener un hijo es algo esperado, algo que quieres y por un accidente de mi trabajo no me pareció correcto.
¿Ha tenido alguna relación de pareja?
Sí, una vez. Estuve con él durante ocho años.
¿Hizo señores estando con él?
¡No! Yo cuando hago señores tengo que tener libertad condicional, como digo yo. Para hacer señores se tiene que estar libre. Cuando quise a este señor me dediqué de lleno a él. Le quise y creo que es al único hombre que quise de verdad.
¿Cómo ve la prostitución en la calle?
Perjudica nuestra imagen. Yo creo que el sexo solo se puede hacer como yo lo he conocido, que es en una casa. Si tú estás cómoda, tu manera de hacer también será más favorable. En cambio, si lo tienes que hacer en la calle o en un coche será complicado y muy incomodo, ¿no? Nunca he hecho sexo en un coche.
¿Cómo es su negocio actual?
Esta casa funciona con el corazón. Funciona con todas las cosas que conocí tiempos atrás. Por ejemplo, lo de cobrar por adelantado que me parece muy feo. Yo he visto todas las cosas que puedo y no debo hacer. En mi casa ofrecemos la ternura y he tenido la suerte de tener señoritas que son como era yo, afectivas, cariñosas.
¿Usted, a veces, cocina para los señores que vienen a su casa?
Si quieren un bocadillo, lo hago. Si tengo que hacer cuatro kilos de callos, los hago. Hace años un señor se quedó viudo y me dijo: “Lydia, tú que haces la escudella tan bien, me he quedado viudo…” Y yo le dije: “Ven una semana antes de Navidad y te prepararé la escudella, te la comerás aquí conmigo”. Por eso los señores míos son fieles a mi casa durante muchos años.
¿Ha sido feliz?
Sí, todo fue muy bonito, muy agradable y lo volvería a hacer otra vez si volviera a nacer. Sí.
¿Quién es la señora Rius?
Es Lydia Artigas, una señora de moral distraída, una señora que hizo señores en un momento determinado de su vida, de la cual me siento muy contenta y satisfecha.
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