La reflexión filosófica, crucial para una sociedad democrática
Prima un valor material, pero hay necesidad de verdad y belleza
La tendencia creciente de los políticos a la mentira, el incremento de las desigualdades sociales, los ataques del neoliberalismo al Estado de bienestar, el consumismo de satisfactores superfluos o el sentido de la vida son algunos de los asuntos actuales de la reflexión filosófica, para la cual los jóvenes requieren cultivar sus capacidades de diálogo, discusión, argumentación y convivencia.
“Esas competencias filosóficas son fundamentales en sociedades que pretenden ser democráticas y plurales, como las de México o España”, destaca en entrevista el filósofo español Félix García, experto en la enseñanza de filosofía a niños y jóvenes y director de las colecciones escolares de filosofía y de literatura de Ediciones Siruela, creadas para adolescentes de 12 a 18 años y con más de medio centenar de títulos.
“Ambas colecciones han tenido aceptación y obedecen a una idea bonita: el libro es de quien lo lee, no de quien lo escribe. Gran parte de los problemas de la lectura es que forzamos que el libro hay que entenderlo y no, eso vendrá después.”
García Moriyón, quien se encuentra en el país como invitado de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para impartir un curso de formación en filosofía a profesores de bachillerato, comparte:
“La SEP me invitó porque está en un proyecto de fomento de las competencias propias de las humanidades y de formación del profesorado para que introduzca nuevos modelos de trabajo. Ayudaré a formar profesores para que difundan esta manera de trabajar.”
Ello se observa como una paradoja, pues la SEP aún no resuelve la demanda de sectores académicos e intelectuales, planteada hace tres años, para que se restituya “en forma plena” el área de humanidades en la Reforma Integral de Educación Media Superior, y para que las disciplinas filosóficas (ética, estética, lógica e introducción a la filosofía) sean consideradas “básicas y obligatorias”.
–Debe ser difícil dedicarse a profesiones relacionadas con la filosofía en momentos en que en el mundo predomina un alejamiento social del cultivo del espíritu, el arte y las ideas.
–Puede ser. Lo que pasa es que vivimos en una cultura de alguna manera como el doctor Jekyll y mister Hyde: dividida, esquizofrénica, bipolar. Por un lado, es cierto, priman los valores muy mediatos, pragmáticos, materialistas, pero al mismo tiempo está la necesidad de las personas de encontrar foros en los cuales discutir sobre problemas del sentido, de la verdad, de la belleza. La filosofía está teniendo gran aceptación en el mundo, en lo que se llama asesoramiento filosófico, cafés filosóficos. En Europa, Estados Unidos, México y América del Sur, sí que hay una presencia.
–Dijo que la filosofía y su estudio son importantes para las sociedades democráticas, ¿De qué manera?
–Por ejemplo, un problema que preocupa mucho y que tenemos en España, y supongo que en México, es que los políticos nos están mintiendo. ¿Por qué miente un político? ¿No se supone que los políticos deben decir siempre la verdad? La gente necesita de instrumentos para pensar por qué esas cosas ocurren, en qué se fundamentan los políticos, cómo podría justificarse, si es que tiene justificación, esa conducta; cómo los ciudadanos pueden argumentar que eso no puede ser así, cómo podríamos recuperar debates parlamentarios serios, que no se descalifiquen, sino que busquen soluciones a los problemas que tenemos.
“En mis clases en España les digo a mis alumnos que cuando argumenten nunca tomen de modelo ciertas discusiones –no todas– que vemos entre políticos y otros personajes y que son lamentables. Es retórica descalificadora, mucho al ataque personal. Entonces, en ese sentido, la filosofía sí que puede aportar.”
Félix García Moriyón impartirá cursos de formación en filosofía a profesores de nivel bachilleratoFoto José Antonio López
Otro ejemplo, señala García Moriyón, es una discusión muy importante en España y, supone, también en México. “Una de las consecuencias directas de las políticas económicas es el incremento de las desigualdades sociales. En Europa están incrementándose mucho las desigualdades.
“Es importante preguntarse desde la filosofía: ¿realmente somos iguales los seres humanos, eso qué implica? ¿Hasta qué punto uno puede tolerar las desigualdades, debe un Estado implementar políticas de discriminación positiva para garantizar que la gente no se quede excluida?”
Interrogado acerca del sistema económico mundial predominante, comenta: “El neoliberalismo está lanzando un ataque fortísimo contra todo un modelo del estado de bienestar y del uso de los impuestos y otros mecanismos de redistribución (de la riqueza). Hay una discusión real, cotidiana y filosófica de todo ello.
“Realmente, como proponen en España los neoliberales, que ahora están en el gobierno porque ha triunfado de nuevo la derecha, ¿lo que hay que potenciar es la desigualdad, porque las políticas de discriminación positiva terminan generando ciudadanos pasivos, dependientes y vagos? Esa es la filosofía que defienden y debe ser discutida con rigor para refutar ciertos argumentos que no son tales.”
–¿Otro tema a reflexionar sería el del sentido de la vida?
–Son temas que los jóvenes quieren discutir y en serio. No quieren tanto que un profesor les dé respuestas, sino que les ayude a aclararse ellos mismos. Y cuando el profesor les exige argumentar, les pide que no cometan errores, que no incurran en falacias, que aporten datos, que respeten las opiniones de los contrarios. Ellos saben que eso les supone un esfuerzo intelectual, pero aprenden a hacerlo y lo agradecen.
“Como en todas las épocas, los jóvenes tienen problemas de sentido de la vida. En España y en gran parte de Europa estamos, después de muchos decenios, en que por primera vez los jóvenes tienen conciencia de que van a vivir peor que sus padres, que su vida será de peor calidad.”
–Parecen además estar presionados por la competencia, el consumismo, sobre todo con la crisis económica.
–En definitiva, el modelo que tenemos ha identificado el bienestar con el consumo. Y consumo de bienes superfluos. Una posible esperanza es que hubiera un margen de supresión de bienes de consumo sin que realmente afectara la calidad de vida de las personas.
–Eso parece una utopía.
–Pero es cierto. Si voy con un amigo a un restaurante menos caro que otro, quizá haya un ambiente peor, pero voy a disfrutar prácticamente lo mismo. Porque lo importante es estar con el amigo charlando, y eso no tiene precio. O si se va a una tienda a comprar una playera y tienen 200 modelos para elegir, ¿en qué incrementa mi felicidad tener esos 200 modelos para elegir?
–¿Hay ahí otra reflexión filosófica, la de que a un objeto cotidiano y utilitario se le someta a un proceso de sofisticación?
–Es una reflexión muy importante, porque las necesidades humanas siempre han sido las mismas: ser reconocido socialmente, tener amistades, comer, beber, tener seguridad personal. Se ha hecho un marketing de los satisfactores de las necesidades humanas. Nos están proporcionando satisfactores que no son serios.
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