Ceguera de taller
El otro día comentaba con una amiga que después de escribir, reescribir y revisar un texto llega un momento que “dejas de ver” los errores. Solo hasta el momento en que ves impreso el documento te das cuenta de ellos y te preguntas ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta antes? Mónica me explicó que este problema es conocido como “ceguera de taller”. Por eso necesitamos otros ojos (en mi caso editores) que te ayuden a que el texto no tenga errores que para quien lo escribe son casi imposibles de ver.
El término “ceguera de taller” se refiere también a la costumbre de hacer las cosas de la misma manera todo el tiempo, lo cual nos impide ver opciones y oportunidades que están presentes en todo momento.
Nuestra rigidez de hacer las cosas siempre del mismo modo nos quita oportunidades. El otro día, hablando con Héctor El Apio Quijano, después de la entrevista sobre su libro 365 Tips para cambiar tu vida, me ponía como ejemplo la flexibilidad en los cuerpos de los atletas, “¡mira cuántas cosas pueden hacer porque son flexibles, imagínate lo que podemos realizar si dejáramos a nuestra mente ser flexible!”.
Tiene razón, la cerrazón nos impide avanzar. Si nos cerramos a nuestras creencias, nos negamos a escuchar otros puntos de vista, desoímos consejos y nos quedamos en nuestra zona de confort, difícilmente veremos las oportunidades que están a nuestro alrededor. Y ya sabemos lo que dicen acerca de las oportunidades: “Solo hay dos cosas que nunca vuelven atrás, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida”.
Por supuesto que si dejamos ir a las oportunidades, alguien las aprovechará. Es raro que una se desaproveche, simplemente sucede que alguien más la toma y punto. Un buen ejemplo de ello proviene de la industria cinematográfica. Algún actor o actriz rechaza un papel para protagonizar una película y es este mismo papel el que hace que otro actor o actriz salte a la fama o que sea el parteaguas de su carrera.
John Wayne y Frank Sinatra rechazaron el papel de Harry el sucio, que catapultó a Clint Eastwood a la fama. Mel Gibson rechazó el papel del protagonista de Gladiador, Russell Crowe fue quien los interpretó. Meg Ryan y Demi Moore rechazaron protagonizar Pretty Woman papel que lanzó a la fama a Julia Roberts. No sabemos si estas celebridades se arrepintieron de haber dejado ir esos papeles, lo que sí podemos saber es que quienes las tomaron, supieron sacarle provecho.
Cuando padecemos de esta “ceguera de taller” dejamos de ver lo extraordinario dentro de lo ordinario. Dejamos de percibir la realidad porque tenemos sobre los ojos la venda de la rutina. Nos quedamos dando vueltas en círculos en vez de avanzar. Mientras nosotros estamos “ciegos” a las oportunidades, otros sí pueden verlas. Por eso es importante escuchar a quienes nos rodean cuando nos aconsejan para que veamos las cosas de otra manera y asi poder aprovechar las oportunidades que están ahí, pero nos negamos a reconocer.
En el mundo empresarial conocen bien el problema de la ceguera de taller y es común que contraten consultores externos para que les ayuden descubrir los problemas que ellos, por la cotidianidad, les cuesta detectar, así como oportunidades de desarrollo y nuevos negocios para la empresa.
En la vida personal también podemos consultar a especialistas, o bien preguntar a nuestros familiares y amigos. Si tenemos la suerte de tener un buen amigo, cuando caemos en los baches no se limitará a decir “te lo advertí” o “te lo dije”, sino que te hará ver el error y te ayudará a encontrar la salida.
A nivel laboral, la ceguera de taller nos impide mejorar en la calidad de nuestro trabajo. En nuestra vida personal sucede lo mismo. Está claro que el obstáculo principal a vencer es nuestra mente. Muchas veces quedamos atrapados en una idea negativa acerca de nosotros mismos que nos impide alcanzar lo que queremos. Aferrados a esa idea, dejamos de ver que otras personas en igualdad de circunstancias están haciendo lo que nosotros creemos que no podemos.
El tratar de hacer y ver las cosas de un modo diferente no es fácil, pero es posible. Eso sí, requiere de voluntad para dejar nuestros hábitos y ser flexibles a fin de poder visualizar otras opciones, nuevos escenarios. Quizá es una buena idea preguntar a un buen amigo si piensan que estamos atorados en alguna área de nuestra vida y tratar de ser flexibles al escuchar la respuesta. Será difícil al principio modificar nuestros arraigados hábitos, pero podemos comenzar con algo pequeño, intentando abrirnos al punto de vista del otro y ver qué pasa.
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