martes, 28 de agosto de 2012

José Bretón se hace el loco.

Bretón se niega a admitir su culpabilidad

El sospechoso considera una "aberración" que le acusen de haber quemado a sus hijos

José Bretón ha vuelto esta mañana a la finca de Las Quemadillas, en Córdoba, donde se sospecha que el 8 de octubre hizo desaparecer a sus hijos, Ruth y José. El juez instructor, José Luis Rodríguez Lainz, ha querido llevar al lugar del crimen al único acusado tras hacerse públicos dos informes forenses que coinciden en que los huesos hallados hace casi 10 meses en una fogata de la parcela no son de animal, como se pensó inicialmente, sino humanos. Esta mañana han picado en la zona del fuego, adonde se ha asomado Bretón.
El acusado, que ha salido a las 11.30 de la finca, se ha mantenido tranquilo y con el aplomo de siempre. "No ha confesado nada, no admite su culpabilidad. Considera una aberración que se piense que quemó a sus hijos", ha manifestado José María Sánchez, el abogado del acusado.
El letrado ha avanzado que no pedirá un contrainforme hasta conocer al detalle los dos que han dado la vuelta al caso y el nuevo encargado por el juez. Hasta entonces, mantiene como válido el primer informe, que identificó los huesos hallados como restos de roedores.
La policía ha sacado bidones y útiles para labranza y construcción. También se ha sacado la mesa que, supuestamente, estuvo en contacto con el fuego. Son partes que se analizarán de nuevo en los laboratorios policiales.
En concreto, el juez quiere saber si esa mesa de forjado que se encontraba en aquel lugar fue utilizada para facilitar la combustión. Además, podría buscarse la presencia de ladrillos refractarios capaces de causar el efecto de un horno crematorio capaz de hacer desaparecer los cuerpos de los niños. Esta es la principal hipótesis que maneja la investigación policial tras el giro dado por las conclusiones de los dos informes antropológicos. Una tesis que choca de lleno con la defendida desde el principio por Bretón, quien sigue afirmando que perdió a los niños mientras paseaba con ellos por un parque de Córdoba.
El acusado, que se encuentra en prisión preventiva desde el 21 de octubre, nunca ha negado que el día de autos estuviese en Las Quemadillas con sus hijos y que hiciese una hoguera mientras ellos dormían durante horas. Según Bretón, ¿qué se quemó allí exactamente? Las versiones difieren según su testimonio. Primero dijo que “quemó las ropas de su mujer que quedaban en la finca, para después añadir que quemó calzoncillos, trapos viejos…”, describen los policías. Más tarde añadió que también ardieron “los apuntes de cuando su mujer hizo la carrera, y se ha comprobado que en una de las casas de la finca había varias cajas voluminosas llenas de ellos”.
Los agentes también destacan que “ese fuego conservara entre sus rescoldos y cenizas una fuerte fuente de calor pasadas más de 30 horas desde que se inició”. Los investigadores aseguran en sus atestados que “ese fuego pudo haber tenido una temperatura máxima en llamada de 800 grados centígrados, lo que parece difícil de alcanzar si lo que se quemó allí hubieran sido solo papeles, maderas y ropas”.
Por último, a los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), encargada del caso, siempre les escamó “el tiempo que tardó [Bretón] en revelar a la policía que esa tarde [del 8 de octubre] había estado en la parcela de Las Quemadillas, y que fueran los propios agentes los que se toparan con los rescoldos sin que José Bretón les dijera que allí había hecho un fuego aquella tarde”, recogen los atestados.
Los mismos informes también destacan las pruebas de ADN de Ruth y José halladas en las prospecciones. De la niña destaca la sangre que manchaba un pañuelo de papel, así como los restos orgánicos presentes en otro pañuelo. El frotis de un gollete de una botella de plástico también dio señales de la presencia de Ruth. En cuanto al pequeño José, su rastro se detectó en el frotis realizado en la superficie del rollo de una cinta americana. Algo que los policías describen como “inquietante cuando menos”.

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