miércoles, 29 de agosto de 2012

Un partido por encima del título.

Un partido por encima del título

El torneo, que para el Madrid se presentaba como una prueba menos decisiva, puede ayudarle ahora a salir de su bache

La ventaja en la Liga ha descargado de presión al Barça de Tito

Messi, perseguido por Cristiano Ronaldo y Coentrão durante el partido de ida de la Supercopa. / David
Como el fútbol es un estado de ánimo regulado por los resultados y lo que acontece en el terreno de juego, el grado de trascendencia que ha generado la Supercopa para Real Madrid y Barcelona ha mutado. Si hace una semana para José Mourinho este era el título “menos importante”, ahora se ha convertido en una vía de escape que acabe con la crisis de resultados y de juego.
En términos de necesidad de autoestima, la brecha de cinco puntos que se ha abierto con solo dos jornadas de Liga disputadas ha tenido un efecto contrario en el Barcelona. Este doble enfrentamiento con el Real Madrid era visto como una prueba para calibrar el empaque de Tito Vilanova como heredero de Pep Guardiola. Los resultados de los dos primeros partidos ligueros han descargado de presión al entrenador azulgrana. El nivel de juego de su equipo fue bueno ante la Real Sociedad y en el partido de ida ante los blancos. En Pamplona, el arbitraje y Messi le ayudaron a sacar adelante un partido que le ha concedido una buena ventaja de puntos a administrar.
Hay más necesidad de victoria en el Madrid —Luka Modric, su rutilante fichaje, ha entrado en la lista—, acuciado por su mal inicio de curso y por todo lo que últimamente significa el rival con el que se va a medir esta noche.
Un sector del madridismo aún no se olvida del ultradefensivo planteamiento de la ida de las semifinales de la Liga de Campeones de hace dos temporadas
En cinco enfrentamientos en el Santiago Bernabéu como entrenador del Real Madrid, Mourinho nunca ha ganado (dos empates y tres derrotas) al Barcelona. Una asignatura pendiente que el traspié en Getafe, “inaceptable”, volvió a recalcar ayer, parece haber relegado a un segundo plano en la cabeza del entrenador portugués. “Puedo perder la Supercopa y el partido. Para mí lo fundamental es saber qué jugadores tengo y qué perfil psicológico tienen individual y colectivamente. Es lo único que me interesa”, advirtió. De sus palabras se deduce que el entrenador portugués no medirá aptitudes, sino actitudes.
Está por ver si esa prioridad que ayer expuso Mourinho coincide con la del madridismo, que digiere con sorpresa cómo en solo dos jornadas de Liga su equipo se ha distanciado a cinco puntos del Barcelona y que este llega con la posibilidad de celebrar un título en el Bernabéu, con lo que eso supone en términos de orgullo. No hay equipo que más cambios ha generado en la pizarra de Mourinho que el Barcelona. Ni estilo con el que Chamartín haya visto a su equipo más asustadizo y conservador.
Por novedoso y ser diseñado a contrahistoria, un sector del madridismo aún no se olvida del ultradefensivo planteamiento de la ida de las semifinales de la Liga de Campeones de hace dos temporadas. En la dinámica de resultados actual, el Bernabéu no acostumbra a perdonar la derrota, pero menos aún el mal juego o la falta de osadía.

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