El nuevo código Morsi
Los primeros viajes del presidente anuncian cambios en la política exterior de Egipto
El presidente egipcio, Mohamed Morsi, ha elegido China como su primer
destino de un viaje al extranjero fuera de Oriente Próximo. Marca así
un cambio y una voluntad de ampliar el margen de maniobra internacional
de Egipto, reduciendo su dependencia de Occidente, y en especial de
Estados Unidos. No debe sorprender que el cambio democrático que ha
llevado al frente de Egipto a un líder de los Hermanos Musulmanes
conduzca a algo más que a variaciones de matiz en la política exterior
del país más poblado de la zona.
Morsi quiere devolver a Egipto el peso internacional que tenía antes del anquilosamiento del régimen de Mubarak y ha querido aprovechar las transformaciones en el mundo para buscar una nueva proyección para su país y para sí mismo. En septiembre se entrevistará con Obama y planea también visitar varios países de América Latina. De momento, ha encontrado que la relación con China, un país con crecientes intereses en Oriente Próximo por su dependencia del petróleo, puede servirle de complemento a la que mantiene con EE UU, cuya ayuda económica y militar sigue siendo vital para Egipto.
Su siguiente paso es Teherán, donde hoy se abre una anacrónica cumbre de Países No Alineados que pretende lanzar un aviso antioccidental de apoyo a Irán. El nuevo Egipto ha incluido al país de los ayatolás, junto a Turquía y Arabia Saudí, en las conversaciones que patrocina para una salida controlada al polvorín sirio, cuyo futuro le afecta de lleno. La apertura a Teherán, de hecho, es anterior a Morsi, pues Egipto ya había permitido en varias ocasiones, tras la caída de Mubarak, el paso de buques iraníes por el canal de Suez, lo que levantó ampollas en Occidente.
Las realidades geográficas pesan, y la vecindad de Egipto con Israel, un país contra el que los Hermanos Musulmanes echan pestes desde hace medio siglo, es decisiva. Al menos de momento, Morsi ha hecho gala de pragmatismo y moderación al proclamar la vigencia de los acuerdos de Camp David, pieza esencial en el equilibrio de la región desde hace 34 años. Salvo que Israel ataque Irán, no cabe esperar cambios a corto plazo en este frente. Las recientes operaciones militares en el Sinaí estaban dirigidas contra yihadistas que habían encontrado refugio en el desierto.
¿Y Europa? Difuminada, queda en un segundo plano. En todo caso, debemos estar preparados para tratar con un Egipto más importante y menos acomodaticio.
Morsi quiere devolver a Egipto el peso internacional que tenía antes del anquilosamiento del régimen de Mubarak y ha querido aprovechar las transformaciones en el mundo para buscar una nueva proyección para su país y para sí mismo. En septiembre se entrevistará con Obama y planea también visitar varios países de América Latina. De momento, ha encontrado que la relación con China, un país con crecientes intereses en Oriente Próximo por su dependencia del petróleo, puede servirle de complemento a la que mantiene con EE UU, cuya ayuda económica y militar sigue siendo vital para Egipto.
Su siguiente paso es Teherán, donde hoy se abre una anacrónica cumbre de Países No Alineados que pretende lanzar un aviso antioccidental de apoyo a Irán. El nuevo Egipto ha incluido al país de los ayatolás, junto a Turquía y Arabia Saudí, en las conversaciones que patrocina para una salida controlada al polvorín sirio, cuyo futuro le afecta de lleno. La apertura a Teherán, de hecho, es anterior a Morsi, pues Egipto ya había permitido en varias ocasiones, tras la caída de Mubarak, el paso de buques iraníes por el canal de Suez, lo que levantó ampollas en Occidente.
Las realidades geográficas pesan, y la vecindad de Egipto con Israel, un país contra el que los Hermanos Musulmanes echan pestes desde hace medio siglo, es decisiva. Al menos de momento, Morsi ha hecho gala de pragmatismo y moderación al proclamar la vigencia de los acuerdos de Camp David, pieza esencial en el equilibrio de la región desde hace 34 años. Salvo que Israel ataque Irán, no cabe esperar cambios a corto plazo en este frente. Las recientes operaciones militares en el Sinaí estaban dirigidas contra yihadistas que habían encontrado refugio en el desierto.
¿Y Europa? Difuminada, queda en un segundo plano. En todo caso, debemos estar preparados para tratar con un Egipto más importante y menos acomodaticio.
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