Lo que cuentan los huesos
Forenses conocedores de la investigación y expertos en incendios y violencia de género responden a 10 preguntas sobre el caso de los menores de Córdoba
¿Se podía descartar a simple vista que los huesos fueran de animales? “Sí. Los restos humanos tienen una morfología característica. Pongo un ejemplo: si queman una bicicleta y una motocicleta y te enseñan las dos quemadas, cualquier persona que haya visto antes una bicicleta y una motocicleta sabría diferenciarlas. Los dos son vehículos con ruedas, pero tienen unas características diferenciadas. En este caso, el hecho de que los huesos estuvieran incinerados, tan fragmentados, y que pertenecieran a niños pudo despistar a la autora del primer informe”.
¿Es posible identificar los huesos por ADN? “No porque están incinerados. A partir de 300 grados, las dificultades para que se conserve la molécula de ADN son casi totales. En este caso los cuerpos de los niños ardieron a una temperatura de unos 800 grados. En un cuerpo carbonizado es fácil que haya zonas, como la cadera, que no se hayan quemado tanto, pero en un cuerpo incinerado es imposible. En la mayoría de crímenes de este tipo, es posible el análisis de ADN porque el cuerpo no se ha incinerado y queda, por ejemplo, masa muscular alrededor del fémur y dentro el fémur intacto, pero aquí no”.
¿Puede quedar ADN de los niños en la zona de la hoguera? “En los huesos no hay. Y en la zona, diez meses después, es muy difícil. Pongo un ejemplo: una huella dactilar en la puerta de un coche, por fuera, no dura ni 24 horas. Si la huella está por dentro, protegida del rocío, puede durar unos días. Si se golpeó a los niños con una pala antes de arrojarlos a la hoguera y se les hizo sangre, podría quedar algún residuo pero tanto tiempo después es muy difícil”.
¿Es posible saber cómo murieron los niños? “No. Con el análisis de los restos es posible descartar el suicidio y el accidente, es decir, determinar que fue una muerte violenta de tipo homicida desde el punto de vista médico legal, pero no es posible saber si los niños murieron asfixiados o si estaban dormidos cuando fueron arrojados a la hoguera. Si hubieran estado carbonizados, no incinerados, sí se podría hacer un análisis toxicológico. En este caso es imposible”.
¿Es posible determinar cuándo fueron incinerados los huesos? “No, no hay nada en los restos recogidos que permita indicar cuándo se quemaron”. Pero, aunque ese dato no esté en los huesos, explica el forense, “se sabe la fecha de la hoguera porque hubo vecinos que vieron el humo y cuando llegó la policía el suelo estaba todavía caliente”.
Todos los dientes recogidos corresponden a una niña. ¿Por qué se sabe que los restos hallados corresponden a dos personas? “Aunque no es posible identificarlos genéticamente, sí es posible determinar que los restos corresponden a dos personas porque hay piezas (huesos) que se repiten”.
¿Es normal que los huesos estén tan fragmentados? “Sí. Es mucho más fácil incinerar los cuerpos cuando se trata de dos niños tan pequeños. Ese es el éxito de la persona que ha hecho la hoguera, que los huesos se incineraran”.
¿Sabía lo que hacía quien encendió la hoguera? “Sí. La intención de hacer desaparecer la evidencia es clara. En la hoguera se colocó una mesa para que el calor se condensara en un determinado punto, para que no se expandiera y los huesos se incineraran impidiendo su identificación genética”, explica el forense.
Un ingeniero de montes con amplia experiencia en incendios explica que la madera “empieza a arder a partir de 250 grados. Para una cremación es necesario que alcance unos 900”. “Para lograr la total calcinación de un cadáver es preciso mantener durante cierto tiempo esa temperatura. Varias horas”. “A esa temperatura, la hoguera debió provocar llamas de hasta cuatro metros”, asegura el experto.
¿Un padre que mata a sus hijos es un loco? De confirmarse que el autor del crimen es el padre de los niños, José Bretón, en prisión desde octubre del año pasado, Miguel Lorente, forense y experto en violencia de género, opina: “No parece un loco. Una cosa es que en términos sociales lo que presuntamente ha hecho nos parezca una locura y otra que esté loco. La diferencia es la capacidad de elegir entre hacerlo o no hacerlo. En este caso hay una planificación: cómo voy a hacer el crimen y qué voy a decir después. Hay control, coherencia y racionalidad”. El autor de un crimen así, añade, sí demuestra una “frialdad afectiva” que en sí “no es un trastorno sino una característica de la personalidad. Esa misma frialdad la puede tener, por ejemplo el cirujano que está operando o un ejecutivo financiero”. Miguel Lorente recuerda otros casos en España en los que un padre mató a su mujer y a sus hijos. “Lo que es más infrecuente es que mate solo a los hijos, pero también entra en la trama de la violencia de género, en la voluntad de hacer el máximo daño posible a la mujer ante una separación y la posibilidad de que sus hijos tengan otro padre”. “En España, 840.00 niños sufren la violencia de género cada año. De ellos 540.000 sufren agresiones directas”.
¿Qué ocurrirá ahora? Los huesos van a ser analizados en el Instituto Nacional de Toxicología a petición del juzgado de Córdoba que lleva el caso y por un equipo mixto de expertos de dentro y fuera del instituto.
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