Cristiano apaga otro fuego
Tres goles del delantero portugués y las paradas finales de Casillas clasifican con suspense al Madrid
Tres goles de Cristiano y tres oportunísimas paradas de Casillas
permitieron al Madrid encauzar una fatigosa remontada ante el Celta en
otra decepcionante exhibición de fútbol. La sorprendente intervención de
Paco Herrera, que dio descanso a Oubiña y Aspas, los futbolistas más
determinantes del juego del Celta, aligeró la empresa del equipo local,
obligado a rectificar el 2-1 de la ida.
Tal vez a Paco Herrera la alineación le sirviera para motivar a los actores secundarios de su equipo. A los mejores los desanimó con un mensaje que implicaba su falta de confianza en conseguir la clasificación. El panorama que se abrió ante el Celta fue desolador. En el banquillo, Aspas y Oubiña parecían dos condenados. En el centro del campo Vila tropezaba con el balón y Álex López hiperventilaba. Ninguno de los dos fue capaz ni de acertar en el primer pase, ni de situarse para cerrar las líneas cuando el Madrid se desplegó en ataque. El Madrid no necesitó dar más de dos pases seguidos para alborotar el área rival. Le bastó con un saque de banda de Arbeloa sobre Cristiano, que se perfiló sin que nadie lo molestara, y armó el derechazo. El impacto con el empeine, violentísimo, imprimió al balón un efecto diabólico. Como un cohete trazó una línea en zigzag hasta golpear la red cerca del segundo palo. Sergio no consiguió salir del engaño, dio un mal paso, y sintió el gol como una brisa.
Celta: Sergio; Hugo Mallo (Roberto Lago, m. 45), Túñez (Demidov, m. 46), Cabral, Bellvís; Jonathan Vila, Alex López; De Lucas, Krohn-Dehli, Augusto; y Park (Iago Aspas, m. 56). No utilizados: Varas; Oubiña, Insa y Mina.
Goles: 1-0. M. 2. Cristiano Ronaldo. 2-0. M. 25. Cristiano Ronaldo. 3-0. M. 90. Cristiano Ronaldo. 4-0. M. 91. Khedira.
Árbitro: Ayza Gámez. Expulsó por doble amarilla a Sergio Ramos (m. 73) y amonestó a Túñez, Arbeloa y Augusto.
Santiago Bernabéu. 60.600 espectadores.
Dos minutos tardó el Madrid en levantar la eliminatoria ante un Celta
inoperante que no encontró medios para responder al 1-0. La corriente
favorable distendió a la hinchada, que llenó el estadio y comenzó
cumpliendo con algo que cobra forma de liturgia: corear a Casillas y
pitar a Mourinho a la mínima ocasión. El gol liberó a los jugadores del
Madrid, que, se organizaron alrededor de Modric, convertido en
insospechado vínculo entre Xabi y Özil. La simple asociación de estos
tres hombres alivió en parte los habituales problemas del Madrid a la
hora de conducir los avances con un poco de criterio. El aire
contemplativo de la defensa visitante contribuyó a simplificar las
llegadas de Cristiano, Benzema y Modric, que, a falta de claridad en el
último pase, gozaron de tiempo suficiente para ejercitar sus tiros desde
fuera del área.
El dinamismo de Krohn-Dehli y De Lucas no le bastó al Celta para inquietar a la defensa madridista. Tirarle centros al coreano Park resultó una medida extravagante de buscar el remate. No lo logró Park, desactivado con facilidad por Ramos y Carvalho, y las estiradas del equipo gallego se volvieron en su contra. Se abrieron grandes espacios, grandes praderas para las carreras de Cristiano. Modric les sacó rendimiento con un pase notable. Cristiano le ganó la espalda a Cabral antes de embocar con mucha clase el segundo.
Los dos equipos llegaron al intervalo mermados. El Madrid perdió a Xabi por un golpe en el cuello. El Celta se quedó sin Mallo, lesionado en una rodilla. Mourinho aprovechó la coyuntura para intentar cerrar la eliminatoria a su manera: con una dosis de cemento. Essien se colocó en el medio centro y Varane en el lateral derecho. Mientras tanto, Herrera, que había perdido la iniciativa casi por completo, hizo entrar a Lago, Demidov y, por fin, a Iago Aspas.
Las modificaciones pusieron de manifiesto los efectos de la crisis de juego del Madrid. Ya no es un equipo tan ordenado cuando no tiene el balón, y cuando lo tiene exhibe una pobreza de recursos alarmante. Si se ausenta Xabi las miserias se multiplican. Sea el rival que sea. Incluso este Celta recién salido de la ruina. Incluso este Celta al que Paco Herrera privó de su potencial en aras de no se sabe qué impulso administrativo.
Replegado el Madrid en su versión especulativa, en espera del error ajeno, Álex López comenzó a mover la pelota y el Celta se creció de la mano de Aspas. Comenzó entonces un insólito asedio. En plena fase de agobio fue expulsado Ramos y el Bernabéu se abocó a la angustia. Situación de riesgo que solventó el elegido del público: Casillas. El portero sacó tres manos para desviar un tiro de Aspas, otro de Krohn Dehli y otro de Augusto.
Cristiano cerró el partido con una cabalgada tremenda que desembocó en el gol para el hat trick. El contragolpe dio sentido al plan desesperado del Madrid, que se agazapó para resistir y liberó a su goleador. El Celta se desmoronaba en los últimos instantes cuando Khedira metió el cuarto. Pero a esas alturas el público sólo tenía voz y corazón para el portugués, al que dedicó una de sus ovaciones más generalizadas: “¡Cristiano Balón de Oro!”.
Tal vez a Paco Herrera la alineación le sirviera para motivar a los actores secundarios de su equipo. A los mejores los desanimó con un mensaje que implicaba su falta de confianza en conseguir la clasificación. El panorama que se abrió ante el Celta fue desolador. En el banquillo, Aspas y Oubiña parecían dos condenados. En el centro del campo Vila tropezaba con el balón y Álex López hiperventilaba. Ninguno de los dos fue capaz ni de acertar en el primer pase, ni de situarse para cerrar las líneas cuando el Madrid se desplegó en ataque. El Madrid no necesitó dar más de dos pases seguidos para alborotar el área rival. Le bastó con un saque de banda de Arbeloa sobre Cristiano, que se perfiló sin que nadie lo molestara, y armó el derechazo. El impacto con el empeine, violentísimo, imprimió al balón un efecto diabólico. Como un cohete trazó una línea en zigzag hasta golpear la red cerca del segundo palo. Sergio no consiguió salir del engaño, dio un mal paso, y sintió el gol como una brisa.
REAL MADRID, 4 – CELTA, 0
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Carvalho, Ramos, Essien; Khedira, Xabi Alonso (Varane, m. 46); Özil (Di María, m. 76), Modric, Cristiano; y Benzema (Higuaín, m. 65). No utilizados: Adán; Albiol, Callejón y Kaká.Celta: Sergio; Hugo Mallo (Roberto Lago, m. 45), Túñez (Demidov, m. 46), Cabral, Bellvís; Jonathan Vila, Alex López; De Lucas, Krohn-Dehli, Augusto; y Park (Iago Aspas, m. 56). No utilizados: Varas; Oubiña, Insa y Mina.
Goles: 1-0. M. 2. Cristiano Ronaldo. 2-0. M. 25. Cristiano Ronaldo. 3-0. M. 90. Cristiano Ronaldo. 4-0. M. 91. Khedira.
Árbitro: Ayza Gámez. Expulsó por doble amarilla a Sergio Ramos (m. 73) y amonestó a Túñez, Arbeloa y Augusto.
Santiago Bernabéu. 60.600 espectadores.
El dinamismo de Krohn-Dehli y De Lucas no le bastó al Celta para inquietar a la defensa madridista. Tirarle centros al coreano Park resultó una medida extravagante de buscar el remate. No lo logró Park, desactivado con facilidad por Ramos y Carvalho, y las estiradas del equipo gallego se volvieron en su contra. Se abrieron grandes espacios, grandes praderas para las carreras de Cristiano. Modric les sacó rendimiento con un pase notable. Cristiano le ganó la espalda a Cabral antes de embocar con mucha clase el segundo.
Los dos equipos llegaron al intervalo mermados. El Madrid perdió a Xabi por un golpe en el cuello. El Celta se quedó sin Mallo, lesionado en una rodilla. Mourinho aprovechó la coyuntura para intentar cerrar la eliminatoria a su manera: con una dosis de cemento. Essien se colocó en el medio centro y Varane en el lateral derecho. Mientras tanto, Herrera, que había perdido la iniciativa casi por completo, hizo entrar a Lago, Demidov y, por fin, a Iago Aspas.
Las modificaciones pusieron de manifiesto los efectos de la crisis de juego del Madrid. Ya no es un equipo tan ordenado cuando no tiene el balón, y cuando lo tiene exhibe una pobreza de recursos alarmante. Si se ausenta Xabi las miserias se multiplican. Sea el rival que sea. Incluso este Celta recién salido de la ruina. Incluso este Celta al que Paco Herrera privó de su potencial en aras de no se sabe qué impulso administrativo.
Replegado el Madrid en su versión especulativa, en espera del error ajeno, Álex López comenzó a mover la pelota y el Celta se creció de la mano de Aspas. Comenzó entonces un insólito asedio. En plena fase de agobio fue expulsado Ramos y el Bernabéu se abocó a la angustia. Situación de riesgo que solventó el elegido del público: Casillas. El portero sacó tres manos para desviar un tiro de Aspas, otro de Krohn Dehli y otro de Augusto.
Cristiano cerró el partido con una cabalgada tremenda que desembocó en el gol para el hat trick. El contragolpe dio sentido al plan desesperado del Madrid, que se agazapó para resistir y liberó a su goleador. El Celta se desmoronaba en los últimos instantes cuando Khedira metió el cuarto. Pero a esas alturas el público sólo tenía voz y corazón para el portugués, al que dedicó una de sus ovaciones más generalizadas: “¡Cristiano Balón de Oro!”.
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