Los conflictos entre hombres y mujeres, sin embargo, no son únicamente lo que parecen ser, es decir, conflictos entre hombres y mujeres. No solo se desmorona la estructura privada de la pareja sino que tiene implicaciones en las estructuras de la sociedad.
Los roles o papeles de género preestablecidos son la base de la sociedad industrializada y no sólo un vestigio tradicional al que se podría renunciar con facilidad. Sin la división en roles de hombre y de mujer no habría la tradicional familia nuclear. sin la familia nuclear no es factible una sociedad industrial con su esquema de trabajo y de vida.
En este sentido, la sociedad industrial depende de la situación desigual de hombres y mujeres.
Hay una ley oculta: YO SOY YO, y luego, YO SOY MUJER. YO SOY YO, y luego, YO SOY HOMBRE. Entre este YO y la mujer exigida, el Yo y el hombre exigido, se abren abismos entre ellos.
El proceso de individualización actual provoca contradicciones: por un lado, los hombres y las mujeres que van en "búsqueda de una vida propia" son liberados de sus roles de género tradicionales.
Consecuentemente, el camino directo para salir del matrimonio y la familia, conduce otra vez hacia lo mismo tarde o temprano.
En todas las formas de convivencia entre hombres y mujeres aparecen los conflictos que han marcado el siglo XX. En la convivencia muestran su cara privada. La familia, no obstante, solamente es el lugar y no la causa de lo que sucede.
Pero al igual que las mujeres, los hombres tampoco acatarán la llamada de "volver a la cocina", con tal de lograr la igualdad que desean las mujeres.
La idea central es la siguiente: la igualdad de hombres y mujeres no se puede lograr en estructuras institucionales que presuponen la desigualdad de hombres y mujeres.
No podemos meter círculos en estructuras cuadradas, es imposible.
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