La Brenda es una persona real de carne y hueso, quien me autorizó a novelar su vida y poder hacerla desde el punto de vista de la ficción literaria. Todos los hechos ahí relatados en verdad ocurrieron, algunos en fechas recientes otros en el remoto pasado.
La Brenda auténtica es una mujer de 60 años, originaria de Buenos Aires, Argentina; de profesión psicoanalista y de tendencia "lacaniana". A La Brenda Frizzi la conocí durante mis años de corresponsal de prensa en sudamérica, allá por los inicios de los años noventa, cuando me tocaba recorrer los países del Cono Sur. Me tocó la suerte de poder entrevistarla para un reportaje sobre el psicoanálisis en la Argentina, y de ahí nació una pasión entre ella y yo, que ha durado casi 20 años. En esa época, tanto La Brenda Frizzi como yo estabamos casados con otras personas, así que ese romance era clandestino y por ello muy emocionante.
La Brenda se divorció de su marido y yo de mi esposa, pero no en una acción concertada ni mucho menos, sino simplemente ocurrió de esa manera simultánea. Yo tuve que volver a México después de mi misión de tres años por aquellas lejanas tierras sudamericanas. Y La Brenda permaneció en Buenos Aires ocupándose de sus hijos adolescentes Roco, Fabrizio y Rossana.
Mantuvimos una fuerte correspondencia La Brenda y yo durante estos últimos 20 años, además ella ha venido a México en varias oportunidades a encuentros de la Sociedad Mexicana de Psicoanálisis, situación que aprovechabamos para disfrutar esa peculiar relación amorosa. Ni yo quiero vivir en Buenos Aires ni ella en México. Por eso considero ideal esta relación de amantes lejanos.
La unica vez que peleamos seriamente fue en el año 2003, cuando yo lancé en la Internet, una Página Web que ofrecía un servicio de "psicoanalisis en línea", "Terapia On Line", no a través del Chat sino de los correos electrónicos, par atender pacientes de habla hispana en cualquier parte del mundo. La Brenda, que es muy ortodoxa en cuestiones de la práctica del psicoanálisis, me objetó la falta de contacto cara a cara entre paciente y analista, con el método que yo proponía en la Internet. Discutimos el asunto teóricamente y no pudimos convencernos una al otro de la bondad o de la inconveniencia de dicha práctica cibernética. Este tema nos distanció mucho algún tiempo. Yo terminé cancelando mi Página Web, porque los pacientes eran morosos para el pago de las sesiones, no porque no funcionara el sistema que yo proponía como una alternativa eficaz.
Las reconciliaciones con La Brenda han sido maravillosas todas ellas, porque ella de inmediato se desplaza a la ciudad de México, y limamos asperezas.
Cuando yo le planteé a La Brenda mi idea de hacer una novela corta acerca de un personaje que se considera "Niña-Mujer", ella me sugirió que el personaje central podía ser ella misma, con su verdadero nombre. Me dijo: "finalmente todas las mujeres adultas somos algo niñas, conciente o inconcientemente".
Ella me contó toda su vida y ese fue el material literario que yo tomé en préstamo para escribir esta novela basada en hechos reales, pero sometidos a la ficción creativa.
Todos los hechos relatados por mi, fueron verdaderos. Excepto el asunto del hospital psiquiátrico, ya que eso corresponde a lo sucedido a su hermana gemela Sofía, quien desde la adolescencia dio muestras de graves trastornos emocionales, que obligaron a sus padres a internarla repetidamente en Clínicas psiquiátricas de Argentina. Y hasta el día de hoy, Sofía, permanece en una reclusión permanente en un hospital privado de Buenos Aires. Sofía tuvo delirios religiosos y mutilaciones en su cuerpo como ofrenda a dios. Eso alarmó a la familia Frizzi y decidieron por recluirla en una clínica psiquiátrica.
Por eso La Brenda se considera "hija única", porque no tiene hermanos, la única hermana que tenía se encuentra fuera de este mundo racional.
Con respecto a la finalización de la historia de La Brenda conmigo, la auténtica Brenda me dijo que estaba de acuerdo con el texto de la carta, porque en un principio mi idea era resolver la cuestión con mucho dramatismo: el suicidio de ella, por ejemplo. Y no le gustó nada la idea. Así que optamos por la carta de despedida, que la consideró amable y respetuosa, aunque un tanto doloroso el mensaje.
La realidad supera siempre a la ficción, se dice tajantemente en el campo de la literatura, y es cierto.
Todos los personajes de la literatura son gente de carne y hueso, a veces son retazos de varias personas reales; y muchas otras veces se trata de hechos autobiográficos.
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